De esa manera consideramos al mes de diciembre como aquel en que las revoluciones comienzan a bajar y las prioridades se trasladan desde todo aquello considerado obligatorio y rutinario a cosas más triviales, pero seguramente, mucho más disfrutables. Pero como todo lo lindo dura poco, cuando comenzamos a sentirle el gustito a todas las cosas lindas que implica el verano en un país como el nuestro, ubicado sobre la costa atlántica, el almanaque nos dice que comienzan las clases, que se terminan las licencias y que hay que volver a la rutina del laburo, y tenemos que cruzarnos un año más con los insoportables vecinos de al lado, y preocuparnos de que la casa vuelva a funcionar y todo lo demás. En pocas palabras: se acabó la joda.
Claro, pero tratándose de Uruguay, a no desanimarse. Porque luego de tres o cuatro semanitas de laburo, se viene otro descansito, como para que el sacudón de arrancar el año laboral no nos afecte algún viejo dolorcito corporal o alguna nostalgia veraniega que nos obligue a hacer reposo en nuestra cama durante tres o cuatro días (con el justificado certificado médico, por supuesto...). No es que seamos lentos, es que nos gusta arrancar de a poquito. Y por supuesto, excusas no faltan para justificar unos días más de descanso para afrontar luego el insoportable período laboral de tres meses y pico hasta la llegada de las vacaciones del mes de Julio. Entonces, nos aferramos a la Semana Santa. Y no alcanzó con un par de días; entonces, si se trataba de la "Semana" Santa, hubo que dedicarle la semana entera al rito religioso. Claro, son cada vez menos los practicantes de la religión católica. Y como con vergüenza, y hasta con pudor, los uruguayos ya no podíamos cargarle todo el fardo a la religión católica: si cada vez eran menos los que realmente se sentían comprometidos con la Iglesia. Entonces, hubo necesidad de comenzar a crear otras justificaciones que nos liberaran de la culpa pero que nos permitieran seguir tomándonos una semanita de farra. Y llegamos a las actuales "Semanas de...".
Las más notorias, aunque si ud. quiere puede inventarse la suya (y con un poco de suerte para las próximas ediciones, hasta se la legitimen), son las denominadas Semana Santa, Semana de Turismo y Semana Criolla. Pero también está la no menos reconocida Semana de Ciclismo (y pelean por hacerse oficiales, la Semana de la Torta Frita, la Semana del Arroz con Leche, la Semana de la Pesca con boyita de corcho y la Semana de la Tapadita). Como vemos, los uruguayos estamos siempre abiertos y dispuestos a la creación de nuevos espacios que sirvan para mantenernos en lo más alto de los niveles socioculturales a los que una nación puede aspirar. Y estarán siempre los detractores y los defensores de las "Semanas de...". Los primeros argumentando que el país vuelve a paralizarse y que no arranca nunca, que tendríamos que morirnos de hambre o de alguna peste para saber lo que es sacar un país adelante; los otros, según la "Semana" a la cual adhieran, justificando que se trata de una sola vez en todo el año. En fin, como en la mayoría de las cosas, también en esto, nada es absoluto. Todos tienen su cuota parte de razón. Y cada uno debe respetar el lugar que le ha tocado en el mostrador: algunos trabajan y otros se toman vacaciones. Pero todos, desde el lugar que nos ha tocado, hacemos posible que en nuestro país, algunas cosas sigan siendo lo que son. Y que cuando llega esta altura del año, que las familias y los grupos de amigos por un lado, puedan planificar una buena semana de descanso, y que por el otro, algún tipo de industria pueda ver en esta semana una buena zafra para recaudar dinero fresco, no es poca cosa. Por eso, esta semana para unos y para otros, debe ser de verdadero disfrute. Déle palo amigo que la semana es cortita... luego, "arranca el año...".