No solamente no habíamos sentido el frío todavía, sino que además habíamos tenido, no hace muchos días, algunas jornadas primaverales que nos habían permitido disfrutar de los buenos paseos que nuestro territorio ofrece a todos sus habitantes (por ejemplo: en el caso de Montevideo, hubo días, en pleno otoño, en los que la gente podía salir por la rambla a caminar y a correr hasta con el torso desnudo). Pero el frío llegó y todo indica que lo ha hecho para quedarse. Así que si Ud. en este momento se encuentra en algún lejano punto del planeta y tiene pensado viajar a Uruguay, hágale caso a lo que le dicen los datos que ha obtenido de Internet: véngase preparado para disfrutar de un tranquilo país, pero si anda por el este y le dicen que en determinada época pueden llegar a verse ballenas cerca de la costa, cuando ponga sus ojos en el mar, no se sorprenda si en vez de los curiosos cetáceos lo que encuentra llegando a pocos metros suyo son pingüinos. Por eso, si tiene, traiga el poncho y si no, apenas llegue a este paisito averigüe dónde puede conseguir uno; lo va a necesitar.
Y como todo cambio de época, la llegada del frío a nuestro país tiene sus cosas buenas y de las otras. Muy aburrido sería si tuviéramos que vivir todo el año con 40 grados; lo mismo si tuviéramos que hacerlo con 2 grados bajo cero. Nuestro país ofrece esa linda sensación de sentir los cambios de estación. Cada una de ellas tiene su particularidad. En estos momentos las calles de las ciudades y los pueblos en general comienzan a cambiar su "vestuario": los árboles dejan el color verde de sus hojas para hacerlas amarillas, y algunos además, empiezan el proceso por el cual dentro de no mucho tiempo se quedarán sin ninguna de ellas, ni verdes ni amarillas, simplemente se quedarán mirándolas en el suelo. Y eso es lo interesante que tienen cada una de las estaciones: son todas diferentes. Y todas, por su naturaleza, deben disfrutarse. ¿O acaso no es tan lindo andar un par de meses de pantalón corto y chancletas como sacar del ropero los gorros de lana y los guantes? Cada temporada tiene su propia característica. En una se toma cerveza, en otra se prefiere alguna cañita; en una se come ensalada, en otra le damos a los guisitos.
El frío, como el calor, además de avisarnos de la necesidad del cambio de vestuario, también marca el cambio de actividades. Si durante el verano preferíamos quedarnos hasta tarde en la noche con la excusa de algún asadito, ahora una buena sopita apenas caída la noche (no mucho más allá de la hora 18) puede ser suficiente para irse a la cama bien temprano. Pero hay otras cosas que el pasar de los años y la reiteración de las estaciones no logran que cambien. Se trata de las inquietudes y los problemas de la gente, que son los mismos años tras año, temporada tras temporada. Así es que volverá el operativo de "frío polar" que le permite a la gente que vive en la calle la posibilidad de un refugio durante las noches, además de comida caliente y asistencia médica. Las inundaciones, que se repiten últimamente todos los años, ya están instaladas en nuestro territorio (las últimas cifras indicaban cerca de 12.000 evacuados en todo el país). Llega otro invierno y el gobierno nacional a pesar de haber bajado, según sus mediciones, la indigencia y la pobreza en todo el país, deberá recurrir nuevamente a la renovación del Plan de Emergencia (con otro nombre, pero con el mismo propósito). Transcurre otro año y Uruguay y Argentina continúan enfrentados por el tema de las plantas de celulosa. El gobierno sigue buscando mercados en el exterior en los cuales colocar la producción nacional; al mismo tiempo continúa intentando captar la atención de inversores extranjeros para que lleguen a nuestro país. Y culminará la temporada de frío, llegará la de calor y seguiremos con estos problemas o con otros. Así se escribe la historia... por ahora, a los ponchazos...