por Sergio Bañales
Debido a las denuncias por abusos sexuales cometidos a menores y
adolescentes en los últimos días, parte de la prensa y diferentes
medios de comunicación, insisten que en el Uruguay se practica el
Turismo
Sexual y como soy un profesional del Turismo y estoy en total desacuerdo con esta denominación, deseo fundamentar mi pensamiento y expresar en primera instancia que esta será la última vez que mencionare esta mal llamada modalidad de turismo durante la nota.
Estimo que quienes se dedican a escribir o titular notas, noticias o artículos, deberían llevar a cabo una investigación antes de incurrir en tan grueso error.
En todo caso si desean asistencia técnica al respecto sería útil que consultaran a quienes dominamos el tema.
Mas allá del significado etimológico, es importante poner las cosas en su lugar y bajo ningún concepto podemos aceptar que se ponga en tela de juicio la pureza y lealtad de la actividad turística, adjudicándole hechos impúdicos, e inmorales, y menos cuando se trata de estos actos obscenos con niños o adolescentes que yo les llamaría Trafico de Influencias.
Es prudente aclarar, que a los efectos de encasillar toda aquella acción que involucra servicios turísticos que no son convencionales se ha buscado dentro de la actividad una denominación amplia, determinada por su posible variedad dándosele a llamar Turismo alternativo.
De esta forma no se define un turismo específico, ni involucra acciones precisas de un individuo, y da opciones, aunque siempre bajo las mismas reglas éticas y morales que destacan a esta actividad.
Dejemos claro que lo perverso o lo ilegal siempre y en todo caso no debe asociarse con el Turismo, por ello también vale aclarar que tampoco es valida ni aplicable esta denominación a pesar de su diversidad de conceptos.
La actividad a la que se refiere continuamente la prensa y los medios, son relativas al tráfico de personas, ya que se está hablando de servicios sexuales brindados por infantes y adolescentes y de ninguna manera podemos aceptar la denominación antes mencionada pues esta es una actividad ilegal, antimoral, asquerosa y de ribetes abusivos por parte de personas con poder social o económico hacia personas físicas en inferioridad de condiciones.
Esta denominación es ofensiva para el turismo y debe ser erradicada del vocabulario y jerga popular.
Ante tamaño problema, yo diría que esta si es una crisis de verdad y como tal debe ser tratada pues si no es así, me hará pensar que los uruguayos también hemos perdido la sensibilidad y la capacidad de asombro.
Creo en las instituciones y por ello sugiero con todo mi respeto al Señor Ministro de Turismo con quien no hace mucho tiempo varios profesionales del Turismo a titulo personal y a nivel empresarial hemos firmado un acuerdo de colaboración contra la explotación sexual comercial de niños, niñas y adolescentes, que se haga cargo en aclarar públicamente que por lo menos aquí en Uruguay no existe esta modalidad de Turismo.
A su vez que todos los profesionales de los Viajes y el Turismo, estamos afín a colaborar con nuestra Constitución (Código de la niñez y la adolescencia, Ley 17823).
También propongo a la máxima autoridad turística a nivel privado o sea a la Cámara Uruguaya de Turismo que convoque y dedique al menos una sesión de su directiva advirtiendo y comunicando a sus asociados sobre la importancia de colaborar al respecto.
Aquí esta su primer colaborador si es que les puedo ser útil.