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Jueves, 19 Febrero 2009 08:15

El sentido de lo humano: la cultura de lo anormal

 por Luis Alejandro Rizzi

Son muy diversas las acepciones de la palabra cultura  pero en general admitamos que tiene que ver con el desarrollo del conocimiento y la búsqueda de la verdad.


Como escribía Victor Massuh la ciencia es un desafío permanente a lo desconocido y agregaría a la ignorancia.

A medida que la ciencia avanza genera nuevas incógnitas que es lo mismo que decir que profundiza nuestra ignorancia.

Sin embargo el desarrollo científico y cultural si bien podrá desvelar incógnitas encontrará su límite en los “misterios”, que es aquello inaccesible a la razón o lo que no se puede comprender ni explicar.

El “misterio” es el límite del conocimiento, es el punto en que la inteligencia es sorprendida por lo inaccesible o lo fantástico. Cuando el hombre pretende franquear ese límite se convierte en un manipulador de la ciencia que solo busca el propio provecho en perjuicio de la verdad.

Antiguamente estas artes las ejercían los “sofistas” que bajo formas doctrinarias solo demostraban una actitud viciosa del espíritu.

Sin saber de nada explicaban todo y esa facilidad con la que manipulaban la ciencia causaba impacto en las mayorías que solían escucharlos como a verdaderos

dioses. La manipulación del saber es mucho más atractiva y apasionante que el discurso de un filósofo o un hombre de verdadera ciencia.

Precisamente esta breve introducción tenía como finalidad llegar a este punto en el que la “sofística” se está apoderando de la cultura.

El otro día viendo un documental sobre el “cartel de  Sinaloa” un periodista mexicano explicaba que antes de escribir pensaba si su nota  podía “herir a los narco” en cuyo caso la modificaba ya que, continuaba explicando, “los narco se apoderaron de la cultura” lo que quiere significar que la gente perdió la fe en las instituciones del estado y cree en el poder de los delincuentes, por ello agregaba, una persona no se anima a denunciar a su vecino “narco” ya que le teme mas a la venganza o a la represalia que al poder legitimo del estado.

Los “narco” comprendieron que mas allá del poder de las armas, hay otro poder que es mucho mas redituable y facilitador de sus acciones y es el dominio de la cultura.

Dominando la “cultura” todo lo demás viene por añadidura. En Sinaloa si no fuera por la “complicidad” de la sociedad, el cártel no podría haber tenido el crecimiento que registra hoy día ni la impunidad con la que actúa. Nos contaban hechos pintorescos que van desde el entierro de un “narco” en su “4por4”, hasta que los “narcos” lleguen a un restaurante o a un “bailable” e inviten a todos los presentes, paguen la cuenta y se retiren como si nada.

Lo mismo ocurrió con la “subversión” de los 60 o 70, en general grupos para militares que fueron derrotados militarmente, muchos de ellos apresados y condenados por tribunales judiciales, se han convertido en los triunfadores de hoy.

Para ello lograron apoderarse de la “cultura” se adueñaron de las seudos “reivindicaciones” que se pretendían imponer a sangre y fuego y sus vencedores fueron convertidos en meros “represores”  a quienes se les niega los derechos mas elementales que tiene cualquier reo.
 
Sus crimines fueron actos legítimos dignos de ser permanentemente evocados y los de sus victimarios fueron crímenes horrorosos que jamás deben ser olvidados o perdonados.

Estos grupos continúan sus “batallas”  reemplazando el fusil por armas culturales impidiendo todo tipo de polémica sobre esos años, manteniendo vivo el odio y el resentimiento con la finalidad de generalizarlo en la sociedad impidiendo todo tipo de reconciliación y de convivencia cívica, como parecería haberse

logrado en el Uruguay.

La represión entendida como “contención”  “refreno” o castigo desde el poder se ha convertido en una acción disvaliosa o negativa, atentatoria a los “derechos humanos” vaya uno a saber de quien…?

Otra pauta cultural que se impuso fue la “discriminación”, y así se ha llegado al extremo que un aplazo a un alumno conforma un “acto discriminatorio”, cualquier diferencia es calificada como “discriminación”, hecho que llevado al extremo llevaría a que se elimine la diferencia entre lo “ilegal” y lo “legal”.

Hoy vivimos la “cultura de lo anormal”, que obviamente genera un “clima de mayor comodidad y de menor compromiso”.

Así un padre no debe ocuparse de sus hijos ya que cualquier muestra de preocupación podría afectar su desarrollo, debe permitirle un ámbito de máxima libertad sin límite alguno,  nunca debe reprocharlo y así otra serie de barbaridades.

El policía antes de garantizar los derechos de la gente debe preocuparse por no lesionar los derechos del delincuente, el gobernante  debe tolerar cualquier tipo de protesta o reclamo ya que lo contrario implicaría su judicialización, el maestro no podrá sancionar a sus alumnos ya que no puede “discriminar” y hasta debería aprobar a todos para no establecer “injustas diferencias”.

No quiero extenderme más. Simplemente pretendo llamar la atención. Lo anormal es facilitador de todo tipo de malaria que ande suelta es como si mañana dijéramos que las “vacunas” discriminan injustamente contra  las “enfermedades” impidiendo su desarrollo.

Pues bien hoy no aceptamos “vacunas culturales”. Esta “enfermedad cultural” nos viene bien, sabemos que es imposible erradicar todo tipo de injusticia, de accidentes o de absurdos, ya que son datos de nuestra propia existencia imperfecta pero en vez de intentar reducir sus dominios lo que podría ser posible, preferimos elevarlos a la categoría de “valores” sin advertir que así cada vez mas contribuimos a generalizarlos que es lo mismo que decir que la degradación nos satisface.