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Jueves, 26 Marzo 2009 06:37

El sentido de lo humano: el aborto, la eutanasia y la pena de muerte.

 por Luis Alejandro Rizzi
El aumento del delito o la disminución de la seguridad pública ha traído otra vez el debate, diría, absurdo a esta altura del tiempo, sobre el establecimiento o restablecimiento de la pena de muerte.


Creo que es lógico desde un punto de vista personal y humano, que los familiares de las victimas de homicidio, violación o algún otro de esos delitos que se califican como “aberrantes”, expresen su deseo de venganza, efectivizado por el Estado mediante la pena de muerte.

Personalmente lo entiendo y lo comprendo.

Sin embargo si abordamos la cuestión de la pena de muerte desde una perspectiva humanista creo que todos o la gran mayoría estaremos en contra de su aplicación.

El ser humano como tal, es capaz de lo mejor y de lo peor pero estas posibilidades no se dan entre los buenos y los malos respectivamente, porque en mi fuero interno creo que no existe ningún ser enteramente bueno o enteramente malo, un ser de estas características como diría Aristóteles, sería un dios o un demonio.

Desde un punto de vista filosófico la persona que aparezca como ejemplo de la maldad, tiene hasta el momento de su muerte natural, la posibilidad de arrepentirse y de reivindicarse como el cura de “El poder y la gloria”, la excelente novela de Graham Green y creo que ningún poder humano puede privar al hombre de ese derecho o posibilidad.

Por cierto es  casi universalmente admitido que las cárceles deben ser limpias y sanas para seguridad antes que para castigo ya que la misión del Estado debe ser la de contribuir a la rehabilitación de los reos.

La función del Estado es garantizar la seguridad que diría tiene dos aspectos, el primero es la de garantizar el orden público respetando la garantía del debido proceso y privilegiando el valor de la sentencia judicial.

La sentencia judicial tiene que tener mucho más valor que la “sentencia periodística”.
 
La otra función de la seguridad es precisamente la rehabilitación de los condenados o los detenidos sometidos a proceso.

En este último caso debe tenerse en cuenta que aún se trata de seres inocentes y deben ser tratados como tales y deben estar alojados en establecimientos diferentes a los que se destinen condenados.

Llegado a este punto quiero vincular esta nota con la incoherencia de lo que llamaría “progresismo a la bartola” usando una expresión de nuestro querido Turco Asis, y tiene que ver con el respaldo al aborto y a la eutanasia y el rechazo de la pena de muerte.

En mi opinión el aborto y la eutanasia son dos casos de pena de muerte aberrante porque  se aplican sobre personas incapaces de defenderse y enteramente inocentes.

En algunos países para “moralizar” la cuestión se establecen limites máximos contados a partir de la concepción durante el cual sería “legal” abortar, como si el valor de la vida dependiera del transcurso del tiempo, con el mismo criterio se podría sancionar una ley por la cual se admitiera matar a las personas mayores de 80 años…por resultar una carga para la familia y la sociedad.
 
La otra cuestión es la de la eutanasia que tiene mucho de egoísmo y comodidad.

¿Cual es la razón ultima de su justificación? ¿evitar sufrimientos en casos absolutamente irreversibles o evitar las molestias y gastos de la familia para tener que cuidar a una persona fatalmente condenada por la ciencia médica?.
 
Esta sociedad que fue capaz de producir esta crisis económica también creó una subcultura con sus respectivos valores elevando  la “comodidad” a la categoría de un absoluto legítimo, moral y ético.

Creemos con toda sinceridad que los viejos son una suerte de deshechos y deben ser confinados en algún asilo y visitados por compromiso una vez por semana, en lo posible ni sábados ni domingos para no perder un fin de semana...y así hacer la visita mas corta justificando en que venimos de trabajar o tenemos que ir a encontrarnos con el o la amante…

Los mismos viejos creen que la cosa es así y puede ser que por ello aumenten los casos de eutanasia y se publiciten como si se tratara de un espectáculo deportivo o pornográfico.

Esta subcultura no solo nos llevó a la crisis económica sino que nos llevó a esta crisis humana que nos hizo creer en la eterna juventud vía cirugías plásticas y otros productos que potencian la sensualidad y que la cuestión es “parecer y tener” si no se tiene ni parece, no se es.

Es un poco el idealismo de los grandes filósofos para los que lo único real era el pensamiento.

Uno de los argumentos contra la pena de muerte no es de raíz filosófica sino meramente oportunista, la posibilidad de ejecutar un inocente, lo que no deja de ser cierto, pero en el caso de la eutanasia si se tratara de un error médico o en ultima instancia porque vamos a privar a la persona de la posibilidad del milagro como ocurrió mas de una vez.

En el caso del aborto no encuentro un solo argumento que me haga dudar de la necesidad de su penalización, sin perjuicio de los eximentes que puedan legítimamente invocarse en el eventual proceso judicial como las diversas causas de inimputabilidad.

Lo cierto es que nos escandaliza la pena de muerte pero marchamos por el aborto y la eutanasia para su legalización.

Me preocupan mucho más estas actitudes de la gente que la crisis económica.
 
En definitiva la causa de la crisis económica estuvo signada por esta subcultura que imperó en estos años que convirtió a los bancos en templos de la felicidad y que hizo de los malabarismos financieros una religión.

Ya lo dijo Chesterton lo grave es que cuando no se cree en Dios se cree en cualquier cosa y a si nos va