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Jueves, 12 Julio 2007 03:39

La democratización de la aviación civil

por Rafael Ramos  

MVD 12 JUL 07 PDU
Volar (viajar en avión) no es uno de los derechos humanos consagrados a nivel universal; antes que este hay muchos otros más elementales y de mayor prioridad que merecen la preocupación de diversas autoridades a nivel mundial.

 Es más, sin temor a equivocarnos, podemos decir que los DDHH  considerados de primer orden tienen todavía un largo camino por recorrer antes de que se los pueda catalogar como verdaderamente universales en cuanto a su cumplimiento. El hecho de volar, si bien podría catalogarse dentro de las necesidades del hombre moderno, está muy lejos de integrar la lista de las cosas por las cuales cualquier ser vivo de este planeta pudiera luchar para obtener. Pero claro, una vez que la posibilidad se transforma en necesidad (en cualquiera de sus acepciones) comienza el camino hacia la obtención de la calidad de "derecho". ¿Por qué algunos pueden volar y otros no? Todos tenemos derecho a volar, por lo menos alguna vez en la vida.

El argumento del "derecho" ha sido tomado por algunas aerolíneas como valor publicitario. No son pocas las aerolíneas que han querido hacer llegar la posibilidad de volar a públicos que hasta hace algunos años eran impensados como potenciales clientes de la aviación civil. Los mercados de la industria aeronáutica se han diversificado. Aquella idea de que viajar en avión era un tema exclusivo de un grupo elitista ha dado paso a las diversas ofertas que hoy en día no buscan otra cosa que, por lo menos, salvar los costos de una compañía. No es nada nuevo escuchar que la industria de la aviación civil está en crisis. Algo de cierto ha de haber: grandes compañías a nivel mundial han debido cerrar sus puertas. Y continuamente escuchamos que determinadas aerolíneas se sostienen bajo el sustento de subvenciones estatales o de grupos económicos cuya prioridad financiera está colocada en otro tipo de negocios pero, a los que les sirve estar al frente de una compañía de aviación. Y sea como sea, también vemos que continuamente la industria aeronáutica emite señales de renovación: aparece una nueva compañía, se pide cotización para la compra de aeronaves, se estudian nuevos destinos, etc.

Las dificultades de la aviación han tenido diversos orígenes. Muchas de ellas superan las previsiones comerciales y financieras de cada una de las compañías en particular. Se trata de asuntos que podríamos denominar de carácter universal, como es el caso del aumento de los costos de combustible. Cualquier empresa puede tomar determinadas medidas para el caso de que alguno de sus costos pueda dispararse de manera excesiva, pero hay veces en las que la coyuntura mundial política y económica escapa a las previsiones de los administradores. Basados en la experiencia de los últimos tiempos, hay que tomar en cuenta hasta el hecho de que cualquier asunto geopolítico en cualquier rincón de nuestro planeta puede afectar el precio final de nuestro negocio. Ante las dificultades económicas que, salvo casos contados, todas las aerolíneas experimentan desde hace buen tiempo, han optado por bajar los costos. Aparecen entonces las denominadas "Low Cost". La idea de este tipo de negocios es que se pueda cobrar lo mínimo posible al usuario final; claro que, el retorno del servicio es proporcional al precio pagado. Se podrá volar más barato, pero las condiciones del viaje no serán nunca aquellas que en otros tiempos hacían del viaje en avión un momento de placer. Las nuevas condiciones hacen que el espacio en los asientos sea cada vez más chico, que haya cada vez menos espacio en los portaequipajes de cabina, que el servicio de a bordo sea mínimo (o nulo), etc. En definitiva, las aerolíneas de bajo costo ahorran a la hora de hacer la reserva, a la hora de emitir el billete, a la hora de ofrecer un servicio personalizado, etc. Resumiendo: ahorran en calidad. Este es el costo que ha tenido la aviación civil. La forma de acercar el avión a más gente ha sido de esta manera. Y no está mal si pensamos en la lógica de la democracia capitalista.

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