Uno a esta altura del partido, luego de haber vivido un largo trecho, discurrido por arrabales varios y haber tenido el privilegio de adolecer en los gloriosos sesentas, no tiene más remedio que observar la actualidad con mucha sorpresa, repugnancia y abundantes dosis de lástima.
Tal vez, éramos exagerados yendo a bailar de saco y corbata a las "boites" de Pocitos y Carrasco, escoltados por elegantes féminas de hot pants o falda larga pero, ¡ cuánto más duraban nuestras noches que comenzaban, como tarde, a las diez o a las once!!.
No existía el envase tetra break y a nadie se le ocurría tomar cerveza por el pico y menos a una muchacha, sentada en un cordón de vereda..; directamente, eran los linyeras que tomaban alcohol puro en invierno y punto.
Esa televisión argentina, la misma que, los argentinos con dos dedos mínimo de frente, pasan por alto, llega en directo por cable y por las dudas, se reitera en televisión abierta...
Entonces, comparando, desde los casi naif Porcel y Olmedo, hemos llegado a la bailanta, a la cumbia villera, a Gran Hermano y a los programas de chusmeríos entre otras bazofias y como era previsible, de ahí se sacan los moldes...
¡ Cómo han cambiado los tiempos !!
Hace más de treinta años, el grupo tropical Los Wawancó, si los medimos con los actuales, era algo así como la filarmónica de Viena; pues bien, en el relato de un periodista de una de las revistas de actualidad argentinas de la época, recordamos que decía "entramos a un boliche a tomar un refresco, pasaban un tema de Los Wawancó...nos prometieron que no iba a volver a suceder..."
Crecimos orgullosos de pertenecer a un pueblo que tenía amor propio y rasgos muy marcados de identidad y ahora, vemos con dolor como se han tergiversado absolutamente los valores.
Lo peor de todo es que no somos inteligentes ni para copiar.
En el fútbol , en lugar de imitar lo que hacen los argentinos dentro de la cancha, copiamos la actitud de los barrabravas, patoteamos a los jugadores de nuestro propio equipo, fumamos marihuana y tomamos vino en caja en la tribuna. Emboscamos a la salida y matamos a puñaladas a un hombre indefenso, acompañado de su mujer y su hijito.
Lo más grave, lo más penoso, es que no somos inocentes de nada; los protagonistas de tanta chatura, de tanta miseria, de esas avalanchas de mal gusto, son las dos generaciones que nos suceden a los "piolas " sesentistas. Todo aquello que aprendimos y vivimos, no lo supimos trasmitir y como un búmerang, retorna y nos invade.Por lo tanto, creemos que "la pegada" es "no ladrar más", "no seguir prendiendo las tubas" y "rescatarse".
N. de R.: Para que sepan de que hablamos, para que entiendan alguna parte de esto, que quiso ser un artículo periodístico, les ofrecemos el link correspondiente a una nota efectuada por el colega Gabriel Sosa, para el suplemento Qué Pasa del diario El País, el pasado 7 de mayo.
http://www.elpais.com.uy/Suple/QuePasa/05/05/07/quepasa_151464.asp