que se estrelló tras derrapar en la mojada pista del aeropuerto paulista de Congonhas.
Como sucede en cada tragedia de gran magnitud, a los pocos minutos del accidente de ayer surgieron las voces de quienes milagrosamente no pasaron a engrosar el balance de las víctimas fatales.
Santos y un colega iban en un Volkswagen Gol, que pertenece a la compañía de seguridad en la que ambos trabajan, por la avenida Washington Luis cuando de repente el Airbus 320 de TAM impactó la parte trasera de su vehículo y siguió su ruta hasta estrellarse contra el depósito de combustible.
"Vi cómo el avión venía en mi dirección. Escuché el ruido de la turbina. Cuando vi la explosión, volví a nacer", relató al diario Folha de S. Paulo Santos, de 33 años, casado y padre de dos hijos. Aunque la parte trasera del vehículo quedó destruida, ni Santos ni su compañero resultaron heridos. En el momento del accidente, los dos agentes de seguridad iban escoltando un camión.
Elías Rodrigues es otro de los que por poco no cuentan la historia. Empleado de la empresa TAM, trabajaba en el depósito contra el que se estrelló el avión, pero en el momento del impacto se encontraba a unos 300 metros del lugar.
"La tierra se movió bajo mis pies. Miré hacia arriba y vi una enorme bola de fuego y después olí kerosene", dijo Rodrigues, de 33 años, que toma lecciones de vuelo.
Otro empleado de TAM, que pidió no ser identificado, también mostró consternación por la tragedia: "Es una fatalidad que el avión haya sido de nuestra compañía; que se haya estrellado contra un local de nuestra compañía y que estuviera transportando a unos 15 compañeros que venían para un curso de capacitación en San Pablo".
También los empleados de la estación de servicio Shell contra la que se estrelló el avión fueron testigos directos de la tragedia y se horrorizaron al ver que la aeronave se dirigía hacia donde se encontraban.
"Yo acababa de cargar nafta [a un vehículo] y sentí un gran ruido de turbina. Cuando miré hacia atrás, vi al avión que venía en nuestra dirección", contó Anderson Lima, un empleado de 30 años.
Un compañero de trabajo suyo, Paulo de Oliveira, de 29 años, dijo que Lima lo empujó para tratar de huir. "Salimos corriendo sin mirar hacia atrás", dijo.
Otro empleado que estaba en el comedor de la estación de servicio, ubicado en la parte inferior del edificio, dijo que escuchó "un ruido ensordecedor" y después el sonido del "combustible escurriendo por las escaleras".
"Si el avión me hubiese caído encima y hubiera muerto no habría problemas. Pero ver la muerte que llega tan cerca es horroroso", dijo Reginaldo Fernandes, de 35 años.
Agencias AP, EFE y Reuters
publicado en lanacion.com.ar