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Martes, 25 Noviembre 2008 03:20

Ministros proféticos

 por AméricaEconomía Intelligence

Un panel de 140 economistas de América Latina evalúa la gestión de los ministros de finanzas de la región y qué tan bien preparados están para enfrentar estos tiempos turbulentos.

Cuando José interpretó el sueño del faraón, como relata el libro del Génesis, en la Biblia, seguramente no se imaginó que estaba dando una de las mayores lecciones de finanzas públicas de todos los tiempos. Una lección que algunos de los ministros de finanzas de la región se han repetido como un verdadero mantra: "guardar los recursos para épocas de vacas flacas".

Y las vacas flacas llegaron. En momentos en que los mercados accionarios mundiales sufren una volatilidad extrema, los países desarrollados se encaminan a una recesión y el crédito se mantiene restringido, la capacidad para gestionar de buena manera las finanzas públicas será esencial para aminorar el impacto en nuestras economías. ¿Quiénes son los mejor preparados? Un panel de 140 economistas de la región respondieron vía email una encuesta donde les pedimos opinar sobre la gestión de la hacienda pública. Sus resultados dan forma a este segundo Ranking de ministros de Finanzas, que nace de la percepción de los expertos sobre qué tan bien o mal lo están haciendo.

En esta ocasión, el primer lugar se lo lleva Andrés Velasco, el ministro de Hacienda de Chile, quien de acuerdo a los encuestados es de lejos el funcionario que cuenta con las mejores herramientas de la región para emprender una política anticíclica en estos tiempos de crisis y que se refleja en una caída en el precio del cobre, principal producto de exportación chileno, de US$ 3,2 a US$ 1,8 la libra. Pero eso al secretario de Estado a cargo de las cuentas fiscales chilenas no le movió ni un pelo. El país cuenta con dos fondos de reservas que -al 30 de junio de este año- sumaban US$ 21.222 millones (12,6% del PIB). Por primera vez Chile va a tener un presupuesto expansivo en épocas de recesión. Y si bien la idea del superávit estructural se atribuye al equipo financiero del gobierno anterior, Andrés Velasco ha administrado el principio con la misma rigurosidad que José en Egipto.

El segundo lugar es del mexicano Agustín Carstens, uno de los principales promotores de las reformas tributaria y energética que el Estado mexicano por fin logró sacar adelante. Le siguen el Ministro Luis Valdivieso, de Perú, quien pese a llevar pocos meses en el cargo, ha podido transmitir la confianza al mercado de que el país seguirá avanzando en un manejo cuidadoso de la macroeconomía e impulsando reformas. El cuarto lugar general es para Guido Mantega, de Brasil, quien si bien no tiene el mismo liderazgo que se le reconocía a su antecesor Palloci, ha podido transmitir confianza y llevar al país al grado de inversión que ya obtuvo de acuerdo a un par de calificadoras de riesgo globales.

La encuesta solicitó al panel evaluar con notas entre uno y diez la gestión de los ministros como responsables de cuatro aspectos: estabilidad macroeconómica, impulso de reformas pro competitividad (crecimiento), liderazgo en el equipo económico y envío de señales de confianza a la ciudadanía, empresarios e inversionistas. Este último punto es extremadamente relevante en momentos como el actual, con Chile, México y Perú encabezando la lista. Una señal de confianza es que Luis Valdivieso, el ministro peruano, haya logrado sobrevivir al escándalo de corrupción que involucró al gabinete de ese país en octubre y que forzó la salida de ministros en otros puestos clave. El gobierno de Alan García podría haber nombrado a un nuevo primer ministro más de izquierda, Yehude Simón, pero dio la señal de que mantendrá el curso en temas fiscales. Valdivieso también recientemente destacó que cuenta con un fondo de estabilización fiscal de US$ 1.200 millones para hacer frente a la situación.

En contraposición, los ministros de hacienda de Argentina, Venezuela y Ecuador salen reprobados, tanto por los analistas locales como extranjeros.

Y para confirmar eso que ya casi se dice como cliché, que América Latina está mejor preparada que nunca para hacer frente a una crisis mundial, las evaluaciones en cuanto a la mantención de un buen grado de estabilidad macroeconómica dieron a casi todos los países notas sobre cinco. Sólo cuatro países son percibidos como riesgosos en este sentido. Justo aquellos que han disparado sus indicadores de riesgo país: Argentina, Bolivia, Ecuador y Venezuela.

Otra línea importante a la hora de calificar la gestión de un ministro de finanzas es que impulse reformas que tiendan a mejorar la competitividad del país en el largo plazo. O, desde el punto de vista de los resultados, que cree las condiciones para que una nación eleve su tasa de crecimiento potencial. Y en este aspecto son muchos los que no logran pasar el examen.

Si la nota promedio que recibieron nuestros ministros de finanzas en estabilidad macroeconómica es 5,5, en reformas obtuvieron sólo un 4,8, dos décimas por debajo de la línea de flotación. El ganador en la categoría es Agustín Carstens, de México, tanto con su reforma tributaria como con la energética. Si bien hay voces que dicen que esta última -recientemente aprobada en México- fue diluida para lograr su aprobación en el Congreso, se trata de un paso significativo en un país que siempre se ha opuesto al cambio en su industria petrolera. La reforma permitirá mejorar el desempeño de la estatal Pemex, y considerando la dependencia del gobierno federal respecto de los ingresos petroleros, es un punto importante para Carstens. Por su parte, la reforma tributaria aprobada el año pasado permitió al gobierno elevar su presupuesto para este año a unos US$ 234.000 millones, un record histórico, y Carstens también ha anunciado que el presupuesto de 2009 será aún mayor.

Finalmente, un buen ministro de finanzas debe mostrar liderazgo en los planes económicos del gobierno y lidiar con las demandas de sus pares en carteras como trabajo, vivienda, educación, salud y energía. Contra ellos mide su liderazgo en la conducción económica. Pero, al mismo tiempo, es con ellos con quienes también debe implementar su política económica. Y por eso es importante que el liderazgo no consista sólo en mandar, sino también en convencer de que aquello que se plantea desde la cartera que maneja las finanzas públicas va en la línea correcta. En este aspecto, nuevamente los ministros de Chile y México obtienen las notas más sobresalientes. Aunque no son pocos los que son evaluados con nota sobre seis, como el ministro brasileño Guido Mantega, quien ha tenido que llevar las riendas firme, para que Brasil mantenga sus metas fiscales en orden. Además, él fue quien condujo el equipo económico que logró por fin el preciado grado de inversión para el país.

Aquí también destaca el hecho de que el ministro de Finanzas de Guatemala, Juan Alberto Fuentes Knight, se haya colocado en el tercer lugar. De seguro, tendrá una buena oportunidad de mostrar su liderazgo el año que viene, ya que se espera que el gobierno impulse una importante reforma tributaria que podría enfrentar una fuerte oposición desde el sector privado.

Independientemente de la gestión de los ministros de finanzas o de si la política monetaria es autónoma o está en manos del gobierno de turno, preguntamos por el desempeño en esta área de los países.

El país mejor evaluado es México, con una nota de 7,6, seguido de Brasil y Perú, ambos con 7,5. Más atrás se ubicaron Chile y Colombia. Los peor evaluados -y no es de extrañar- fueron Venezuela, Honduras y Argentina, todos con tasas de inflación de dos dígitos.

En Centroamérica, los precios siguen subiendo más de la cuenta, con un promedio de 14%, con Nicaragua como el país más inflacionario (22,8%) y El Salvador como el menos (8,7%). Lo curioso es que países como Costa Rica y Guatemala obtengan una nota de nivel medio, siendo que la inflación no cede.

Pero en épocas de vacas flacas el aumento de los precios internos pasa a ser una preocupación de segundo orden, ya que cuando se contrae la demanda, tiende a disminuir. E incluso puede temerse la llegada de una deflación. Las verdaderas preocupaciones en este caso son el empleo y el crecimiento.

La teoría de las finanzas públicas propone como regla de oro que el gasto del gobierno sea contracíclico: que crezca menos que el PIB en años de vacas gordas, para dar espacio de crecimiento al sector privado y no presionar la inflación, y que se expanda más que el producto en años de vacas flacas, para compensar el espacio que deja el sector privado en la parte baja del ciclo.

En el papel, esta doctrina parece muy fácil de aplicar, pero en la práctica no lo es tanto. La mayoría de las veces, cuando llega la recesión, el Fisco no tiene los recursos necesarios para aumentar el gasto y la única alternativa para no bajarlo es endeudarse. Pero los mercados se cierran, o bien cobran sobretasas, con lo que la única opción es golpear la puerta del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Para cerrar el círculo, en épocas de vacas gordas los países deben pagar la deuda contraída con el organismo multilteral, lo que merma su capacidad de ahorro a largo plazo. ¿Le parece conocida esta historia? Bueno, 2009 es el año preciso para romper la alcancía y proponer un presupuesto expansivo. Lamentablemente no todos los países van a poder hacer una gestión contracíclica, porque algunos faraones no le hicieron caso a José, pensando que las vacas gordas durarían para siempre.