Claro que, esta difícil tarea se ubica en el primer escalón de prioridades de la aerolínea si esta tiene posibilidades de sobrevivir. A nadie debe de extrañar que ante una crisis surgida por motivos extremos como los planteados aquí, la empresa desaparezca. Las compañías de aviación de porte menor enfrentan graves dificultades a la hora de responder ante las potenciales demandas que pueden surgir por parte de los organismos y de las personas perjudicadas en un incidente aéreo. Diferente es el caso de las aerolíneas grandes que, además del respaldo de la propia organización pueden llegar a tener también el resguardo del aparato estatal (uno de los ejemplos más claros al respecto es el caso de las compañías American Airlines y United Airlines cuando debieron afrontar los sucesos de Las Torres Gemelas).
Cada incidente que ocurre en la aviación civil (o comercial) tiene sus particularidades: responsabilidades compartidas o exclusivas de los involucrados, condiciones meteorológicas, infraestructuras aeroportuarias, estado de conservación de la aeronave implicada o de la flota de la aerolínea, experiencia de la tripulación, etc. Por eso cada caso es particular y no se pueden hacer generalizaciones que surjan de un incidente que tiene sus circunstancias únicas, imposibles de transferir a cualquier otro caso. Cada investigación, que puede demorar meses en llegar a una conclusión acerca de un accidente, es válida únicamente para ese caso especial y particular. El problema es que el público no siempre entiende esto y puede llegar a conclusiones del tipo de que a partir de un accidente específico todos los aviones de esa compañía pueden tener el mismo problema. Dar vuelta esa idea es la dificilísima tarea que los responsables de la aerolínea deben afrontar en el menor tiempo posible, antes de que la competencia aproveche la situación y comience a quedarse con buena parte de los clientes.
Generalmente luego de que un accidente de aviación ocurre se produce una retracción en las ventas de la aerolínea involucrada que será, entre otros factores, proporcional a la gravedad del incidente. De la responsabilidad asumida por la aerolínea en el momento del incidente y de su respuesta ante todos los perjudicados depende buena parte de su futuro. Algunas compañías que operan en nuestra región han sabido manejar de manera muy inteligente este aspecto y junto a una estrategia comercial bien definida les ha permitido no solamente mantener su parte del mercado sino que, han sostenido un interesante nivel de crecimiento. La imagen de una compañía aérea después de que una de sus aeronaves sufre un accidente queda muy deteriorada, más allá de que en algún momento pueda minimizarse su responsabilidad derivándola hacia otros actores. Si bien la imagen de una empresa se la forman sus públicos en sus cabezas (la imagen no es lo que desde la propia empresa se comunica), buena parte de esta se conforma con las acciones y las comunicaciones que nacen desde la empresa. La confianza no volverá sola sino que, será retribuida de acuerdo a una estrategia seria y responsable que la empresa defina frente a sus públicos y frente a la comunidad toda. Y aun así...