"Ecolímite". Gobierno dice que busca evitar la deformación de los bosques
Desde diciembre, las calles están limpias de narcotraficantes, tras la contundente ocupación de la favela por la Policía Militar, que luchó varios días con los delincuentes cuerpo a cuerpo. Varios presuntos criminales murieron, otros huyeron hacia los bosques que rodean Dona Marta. Algunos dicen que están refugiados en favelas vecinas y siguen con sus negocios, pero la policía celebra uno de sus mayores éxitos en años: el control de una de las favelas más insurgentes de Rio de Janeiro.
En la zona alta de la favela se construye desde hace dos meses un muro de aspecto penitenciario de 5 metros de altura y 11.000 de largo. Unos 40 hombres acarrean, bloque a bloque, el hormigón armado necesario. "No hay quien lo tire abajo", presume el maestro de obra.
Dona Marta es la primera de las 11 favelas cariocas que antes de fin de año serán cercadas por un muro. La iniciativa partió del Gobierno del Estado de Rio. No es la primera vez que se intenta aplicar una medida que siempre fue objeto de gran polémica en Brasil.
En otras ocasiones, los políticos aludieron a la seguridad para justificar la medida. Esta vez optaron por bautizar al muro: "ecolímite", para destacar los aspectos medioambientales del proyecto.
Según la empresa pública encargada de las obras, la finalidad del muro es frenar la deforestación de los bosques atlánticos que antaño cubrían como un manto los cerros. Lo que nadie explicó es por qué los muros sólo están proyectados en las favelas ubicadas junto a barrios considerados ricos y no en las zonas norte u oeste, donde también hay favelas rodeadas de vegetación protegida.
Según el Instituto Municipal de Urbanismo Pereira Passos, el área ocupada por las favelas en Rio de Janeiro aumentó casi un 7% entre 1999 y 2008. Sin embargo, las 11 favelas seleccionadas crecieron mucho menos (1,2%) y Dona Marta se redujo.
El sociólogo español Ignacio Cano, experto en seguridad pública en Rio, dijo que hay medios "menos agresivos" para alcanzar los mismos objetivos, como la instalación de pivotes demarcadores de las áreas aptas para la construcción, el seguimiento aéreo y la demolición de viviendas que violen esa línea roja.
"Es claro que el muro servirá para dificultar que los narcos huyan cuando la policía ocupe la favela", comenta un líder comunitario de un barrio por donde pasa el muro. "No entienden que el narcotráfico, cuando quiera, reventará el muro con explosivos o abrirá agujeros para escapar", añade.
La medida parece, efectivamente, dirigida contra las redes que controlan la venta de drogas. Ante las frecuentes operaciones policiales que degeneran en fuegos cruzados, los delincuentes cuentan con la última opción de huir a las zonas boscosas.
Los habitantes de Dona Marta no critican el muro abiertamente. Unos simplemente dicen que les molesta no tener acceso al bosque para recolectar frutas silvestres. Otros necesitan algunos minutos de conversación para admitir que se sienten segregados. "Esto no es más que una manera de tenernos controlados, de que molestemos menos a la gente que vive en el asfalto", comentó una vecina de la zona.
Según un sondeo del diario Folha de Sao Paulo, hay un "empate técnico" respecto a la decisión de cercar a las favelas con muros. En el estudio que abarcó 644 entrevistas, el resultado fue un 47% a favor mientras que un 44% se manifestó contrario a la medida. Dentro de las favelas un 46% se pronunció a favor y un 47% en contra.
Fuentes: El País de Madrid y La Nación de Buenos Aires - GDA - El País Digital (Uruguay)