En realidad, los vuelos comerciales representan el 3% de las emisiones totales de CO2, lejos del 23% que se atribuye a la vivienda. Sin embargo, el futuro alterará estas estadísticas. La irrupción de las aerolíneas de bajo coste y la expansión de la aviación comercial a todo el planeta, con Rusia y Asia a la cabeza, elevarán el número de viajeros de forma exponencial en los próximos años. Según un estudio del fabricante aéreo estadounidense Boeing, el número de pasajeros crecerá un 4,5% anual en los próximos veinte años y el tráfico de mercancías, un 6,1% en el mismo periodo.
Ahora el sector no quiere quedarse a la zaga en la corriente ecológico-psicológica que atraviesan todos los sectores industriales. El comisario europeo de Industria, el alemán Günter Verheugen, apuntaba recientemente su sorpresa de ver como 'desde hace poco tiempo todos los dirigentes de grandes empresas tienen constantemente la palabra 'ecología' en la boca'. La ocasión no era otra que la llamada de Louis Gallois, presidente del fabricante europeo Airbus, a la aviación comercial mundial para unir sus fuerzas y definir el pasado mes de junio una 'visión común sobre la forma de transformar en verde nuestra industria'. Gallois insistió en que su convocatoria incluía al estadounidense Boeing. Sin embargo, hace apenas una semana su acérrimo competidor se adelantó y lanzó al mercado su flamante 787 Dreamliner, el primer avión construido con un compuesto de alta tecnología, un tipo de plástico reforzado más ligero y fuerte que el aluminio, tradicional material en la construcción de aviones. El nuevo aparato ahorrará un 20% de carburante, lo que significa menos costes y también menos contaminación.
La conciencia ecológica también llega, poco a poco, a las propias aerolíneas. Easyjet presentó hace unos días la maqueta de su ecoJet, un prototipo de avión imaginado para emitir hasta un 50% menos de CO2. La compañía de bajo coste, que quiere duplicar su tamaño en los próximos diez años, explicó que, siendo eficaz, su sector 'forma parte de la solución, no del problema'. Otras, como la francesa Air France, han puesto en línea (www.airfrance.fr) una calculadora de emisiones de CO2 por trayecto. El sector dice además estar preparado para entrar en el mercado europeo de intercambio de permisos de emisiones de CO2 que existe para otros sectores industriales, a condición de que sea a escala mundial.
Otras se dirigen directamente a sus viajeros. La estadounidense Delta Airlines propone a aquellos de sus clientes que compren en www.delta.com el pago suplementario de 4 euros por cada vuelo nacional de ida y vuelta y 8 euros por vuelo internacional. Los ingresos se destinan a la fundación The Conservation Found para plantar árboles en EE UU y en otros países y para proyectos de lucha contra el gas de efecto invernadero.
Fuente: Cincodias.com