Eran las 18.20 horas y ya había anochecido; el barco resplandecía con miles de luces de todos los colores. Una música me llamó la atención y de golpe me crucé con un solitario gaitero de Glasgow, Escocia, tocando los típicos sones de la tierra de mis ancestros.

Gente disfrutando de las piscinas y los hidromasajes, jóvenes hacienda surf, otros jugando basketball y un solitario golfista que no podía dejar su juego. Otros recorrían el barco por la pista de jogging, pero también los bares estaban con gente tomando alguno de los miles de cocteles o bebidas que se ofrecen a bordo.

Les cuento que este barco es como un paraíso para los niños, o no tan chicos, ya que hay todo un sector para ellos, para la familia: The Broadwalk. Entre otras facilidades y  restaurantes, se destaca el carrousel, donde no resistí la tentación de subirme y dar un par de vueltas rodeada de niños o colegas de Argentina. También hay sectores específicos para jóvenes, con entretenimiento para ellos.

Y llegó la hora de la cena, en uno de los varios restaurantes del barco. Para comodidad de los pasajeros, hay pantallas donde se indica la disponibilidad de cada uno. También se pueden hacer reservas previas: algunos sólo están habilitados para la cena, otros, todo el día y la noche.

Nuestro grupo tuvo el privilegio de compartir la mesa en el comedor principal, con uno de los capitanes de la Royal Caribbean Internacional, Carlos Pedersini, quien nos habló del comienzo de la compañía en Noruega, que luego se extendió al Caribe. Hoy en la flota trabajan 50 mil empleados. En cada barco hay alrededor de 70 nacionalidades en la tripulación.   

Disfrutamos de la gastronomía de alto nivel, mientras el oficial nos explicaba los adelantos tecnológicos y los sistemas de propulsión de las hélices.
El barco despliega 225 mil toneladas, y  cuenta con 4 propulsores a proa que facilitan las maniobras de atraque. En eso notamos que el barco habia empezado a moverse, a navegar; eran las 9.27.

Luego de la estupenda cena, fuimos al teatro Opal a ver el espectáculo Abbacadabra, con todos los inolvidables temas de Abba; todos terminamos cantando y bailando “Dancing Queen”! Pero como dijo el animador: “pueden dormir cuando regresen a casa, la diversión recién comienza”, así que los huéspedes se fueron al casino, a bailar, a escuchar música, con algún trago, para seguirla… y hay varios lugares para eso, desde el Royal Casino hasta el Club de jazz, el Champagne Bar, Dazzles, Blaze discoteca, Comedy live, Studio B.

El segundo día a bordo, o sea el miércoles 25, amaneció lloviendo, pero hay tanto para hacer en este crucero, que no importó mucho.., luego del desayuno en el panorámico “Windjammer” todos los pasajeros tuvimos que participar en  un “drill”, o sea recibir las instrucciones por si hubiera un siniestro o emergencia a bordo.

Luego participamos en dos actividades para los medios de prensa: una conferencia del responsable de Alimentos & Bebidas del barco, Frank Weber, quien informó que trabajan 1075 personas en ese sector, para atender 108 áreas. Son 19 chefs, 221 cocineros, 153 encargados de bares, 188 barman y mozos. Hay cocina tradicional y familiar, alta gastronomía y también con las ultimas tendencias. Cada restaurante tiene su cocina, el servicio no está centralizado, salvo la pastelería, que elabora miles de panes de todo tipo, los postres y los helados. Todos los días dan de comer a 6000 pasajeros y 2000 tripulantes.

Y hoy tuvimos un privilegio sólo para algunos medios que lo habíamos solicitado con anterioridad. Una entrevista personal con el capitán. El argentino Hernan Zini nos recibio en el puente de mando, el corazón del barco!! “Estamos hacienda historia, es el barco mas sofisticado del mundo” Destacó la seguridad, el cuidado del medio ambiente, el diseño y la tecnología de punta.

Esto da para mucho más: la seguiremos en próximas crónicas, a bordo del Oasis of the Seas.

Bueno...María en la Calesita (sorry Carrousel)

Vino blanco frío por favor...

Sala de mandos

Entrevista a contraluz

Nostalgias...
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