por Sergio Antonio HerreraMientras pensaba el tema para este artículo y no lo tenía decidido, me detuve a leer la columna de la colega española Ana Bustabad en Expreso,
De Sorpresa en Sorpresa y la verdad, me contagió.
La nota analiza el tema de las cenizas volcánicas y el caos provocado en la aviación europea y la autora dice:"Uno de los datos que más me sorprende es que, según las primeras estimaciones de los expertos, la broma está costando a las aerolíneas 200 de millones de dólares por día. Y digo yo: ¿cómo es posible semejante cifra de pérdidas, si los billetes ya están vendidos, y los vuelos no se llevan a cabo?.
Más allá que se pueda compartir o no, o que aparezca luego algún economista y nos haga añicos la observación (porque la comparto), lo dicho es tal cual.
Alguien toma la corneta y lanza al aire la especie y luego, todos copian y pegan, casi sin leer.
Entonces, cuando casi a diario leemos, vemos y oímos, disparates dichos con tanta naturalidad y profesionalismo que hasta a nosotros mismos a veces, nos convencen, decimos "la pucha, pobre audiencia".
Y no es cuestión de haberle puesto el mango a la pelota y mucho menos de descubrir la pólvora, simplemente se trata de entender este negocio.
No cuesta nada incluir en las noticias del tipo de la que escandalizó a la colega, una variación en el texto, en lugar de decir "la broma le está costando a las aerolíneas 200 millones de dólares por día", bien se podría decir: "se estima en 200 millones de dólares, la cifra que las aerolíneas dejan de facturar diariamente".
Puede parecer lo mismo pero no lo es, una cosa es perder y muy otra, dejar de recaudar.
La industria del turismo y sus actividades conexas, donde el transporte es una de las principales, crece sin solución de continuidad y cada día, se vuelve más importante en la vida diaria y por ende, en la comunicación.
Es impostergable, diagnosticar la necesidad de capacitar de modo urgente a los comunicadores generalistas y comenzar a contar en los medios masivos, con periodistas de turismo.
De todos modos y a cuenta: el 767 es el grande y el 737 es el chico; la navegación por el río es fluvial y no marítima y un vuelo San Pablo-Montevideo es regional y no de cabotaje.
Y los operadores turísticos son los agentes minoristas o mayoristas pero, agentes de viajes; los que venden o alquilan casa son inmobiliarios, los del transporte son transportistas y asi, cada rubro.
Decir al barrer "los operadores turísticos", englobando a todos los que trabajan en el turismo y conexas, es una generalización equivocada.
Es imprescindible, que los colegas de la prensa turística, adopten la disciplina de la educación continua "para no perder el tren"; la evolución es dramática y hay que intentar acompañarla, lo más cerca posible.
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