Cada vez más gente se toma vacaciones con la idea de hacer voluntariado al mismo tiempo. Así se viaja interactuando directamente con el destino y sus residentes, a fin de mejorar su modo de vida a través del desarrollo socio-cultural o la conservación medioambiental, proveyendo asistencia voluntaria y/o bienes; pudiendo aprender a la vez un idioma extranjero.

Esta modalidad de viaje integra arte, cultura, geografía, patrimonios, medioambientes naturales, las personas del lugar, recreación junto con la oportunidad de ayudar para mejorar el destino elegido.

Para muchos jóvenes del primer mundo, el año sabático entre los estudios universitarios es casi un ritual. Así recorren el mundo con mochila, ayudando en Earthwatch a monitorear el deshielo y las especies del Ártico, enseñando inglés en Ghana o en Bolivia, o mejorando algún camino en África.

Pagan su pasaje aéreo y su estadía para trabajar como voluntarios en lugares a veces muy remotos. Se alojan en albergues, casas de familias o en hoteles por semanas, meses o un año, a fin de aprender una profesión, alimentar un hobbie o conocer otras culturas.

Los precios que pagan van entre los 1200 hasta los 3500 dólares, dependiendo del programa.

Son nuevos métodos de filantropía y de distribución de riquezas, y una manera de invertir recursos en la ayuda al desarrollo de la zona, unida a iniciativas personales o de responsabilidad corporativa. Pero pese a la popularidad de estos viajes, la discusión que se genera es si realmente estos viajeros otorgan una ayuda significativa a las comunidades locales o si son una nueva forma de colonialismo en países tercermundistas.

Varias ONG como Voluntary Services Overseas (VSO) reclaman que algunos programas manipulan a los voluntarios en proyectos de dudosa utilidad. Algunos sitios ayudan a planear las vacaciones de volunturismo: Cheaptickets, Creative Corners, Go Differently, North By North East, o I to I.


fuente: actualizacionesturismo.blogspot.com