por Sergio Antonio Herrera
La gran noticia de las últimas horas, publicada por Búsqueda, es que hay
dos millones de argentinos dispuestos a vivir o a invertir en Uruguay.
Creemos que la divulgación de los resultados de este estudio, puede
llegar a convertirse en un boomerang que nos pegue en medio de la
frente.
Al parecer, cuanto más nos interrelacionamos los uruguayos con los vecinos del otro lado del río, menos los conocemos. Si en febrero del año pasado, había mil quinientos empresarios argentinos dispuestos a pagar un ticket de valor importante para almorzar con el entonces Presidente Electo, José Mujica en Punta del Este y si el objetivo era lograr convencerlos de invertir en Uruguay, ¿era necesario hacer el circo que se hizo en el Conrad? o por el contrario, ¿no hubiese sido más positivo congregarlos sin alharacas, con más reserva, en un lugar más discreto?.
¿A quién benefició esa puesta en escena?
Bajo perfil, hermano menor, no agrandarse (o al menos no declararlo)
Ahora, más que anunciarse el resultado de una encuesta, "se le avisa" al gobierno argentino, especialmente al Ministro de Economía, que alrededor del 6% de los ciudadanos argentinos encuestados pensó retirarse en Uruguay y un 8% consideró instalarse directamente en Uruguay, pero por si eso fuera poco, se les "comunica" que de los más de 3.100 millones de dólares depositados en Uruguay por extranjeros, la inmensa mayoría, pertenece a ciudadanos argentinos.
Los títulos indican que son dos millones "el público objetivo" que tiene Uruguay en el país vecino.
Ya sé, me van a decir que esos datos (los de los depósitos), los sabe todo el mundo, entonces pregunto ¿para qué pasárselos por la cara?.
No existen dos pueblos más parecidos en el mundo entero, no los hay.
Las más notorias diferencias radican en la autoestima de cada uno.
Para los argentinos, no hay mejor país que el suyo y así lo manifiestan siempre que pueden, con verdadero orgullo y sentir patriótico, en cualquier parte del planeta.
Los uruguayos vamos por el mundo, pasando desapercibidos, respondiendo "no, uruguayo" y recién ahora, después del mundial 2010 y de Forlán y todo el sueño, nos animamos un poco más a sacar pecho pero, siempre con bajo perfil.
La mayoría de los argentinos que nos visitan, valoran Punta del Este, Colonia, cada vez más Rocha, alaban nuestra forma de ser, adoran nuestro ritmo pausado, nuestros silencios, pero por sobre todas las cosas, lo que más les gusta es que seamos como somos, siendo tan pocos, tan humildes, tan chiquitos.
Prohibido mojar la oreja
Ya sabemos lo que pasa en el fútbol, donde nunca les tuvimos miedo; si nos pueden ganar y además "movernos" cuando vamos a algún estadio de allá, lo van a hacer siempre que puedan, porque en ese tema, no hay mayor ni menor, hi fraternidad ni buenas intenciones, en el fútbol hay rivalidad y la habrá por los siglos de los siglos.
Ya sabemos lo que pasó con Botnia. Hasta los ambientalistas entrerrianos (piqueteros incluídos), en el fondo, siempre supieron que no había contaminación.
Todos sabemos, los de aquí y los de allá, que el gran problema fue que la planta se instaló del lado de acá del Río Uruguay y no del otro. Traducido: se la ganamos.
No matamos al mensajero
Equipos, Cifra, en definitiva, Suma, están en la suya. Les piden análisis y análizan, les consultan y ellos informan.
Búsqueda está en la suya. Se enteran que hay una encuesta, que hay resultados y trabajan y le dan forma y lo publican.
El problema no es el mensajero, el drama es el mensaje.
Si queremos que vengan argentinos a radicarse a Uruguay, hagamos el márquetin directo necesario, sin "levantar la voz", "sin hacer olas".
Si queremos que vengan argentinos a invertir a Uruguay, no subestimemos a sus autoridades.
No queramos pasarnos de piolas. Nos vemos.
Para efectuar comentarios sobre este artículo
, presione aquí.
www.portaldeamerica.com