por Sergio Antonio Herrera
Acepto que en primera instancia, al encararlo, aparece como el dilema
del huevo o la gallina pero, el turismo. no solamente puede financiar la
estrategia para erradicar la inseguridad pública, sino que seguramente,
podrá absorber con creces, la mano de obra que quedará desocupada, ¿ex?
gorilas y metrosexuales "securitys", incluídos.
No hay duda alguna que el crecimiento que se registra en el ingreso de turistas, además de las atracciones naturales y de las otras, que tiene este destino, se debe a que vivimos en un lugar del mundo, aún, relativamente seguro, máxime, si se le compara con otros, inclusive, con vecinos de la región.
No hace mucho tiempo, un amigo, que estaba yendo por trabajo, periódicamente a San Pablo, por obligaciones profesionales, me contó la histortia de su Rolex y la confidencia de un empresario brasileño.
Mi amigo, tiene y usa un Rolex. Le tocó ir varias veces a la oficina de un gran empresario paulista y en una de esas ocasiones, éste le dijo: "le voy a pedir un favor, cuando venga a visitarnos, deje el reloj, en el hotel, no se lo ponga. Si continúa viniendo con él, un día de éstos, van a copar el lugar para robárselo y todos, pasaremos un mal momento".
Nervioso, e incómodo por lo que acababa de escuchar y tal vez, increpándose hacia adentro por no haber reparado en su imprevisión, mi amigo, escuchó que el empresario agregaba: "Cuando mi señora tiene ganas de usar sus valiosas alhajas y lucirlas, que al fin y al cabo, para eso se compran, ¿sabe lo que hacemos?, nos vamos un fin de semana a Punta del Este...".
¿Cuánto cuesta construir dos establecimientos de reclusión?
Más allá de la cruel y triste realidad, que nos pega en el alma a quienes áun, guardamos algo de sensibilidad y memoria, la que nos indica que buena parte de la gente marginal no lo es por decisión propia, más bien nacen, crecen y son, en el lugar que les fuimos dejando y desde allí nos ven y nos clasifican, con esos parámetros basados en el odio, en el rencor y en la venganza, existen, están.
Cuando hay un flagelo como el de la violencia instalado, movido por el mundo de la droga, se dice que hay dos caminos para atacarlo, el de largo plazo, basado en la educación y la prevención y el otro, el de la represión.
Para (de paso) estar a tono con las nuevas metodologías, sugerimos una tercera vía.
En el año 2005 por turismo, ingresaban al país, menos de 600 millones de dólares por año. en la actualidad, la captación de divisas ronda los 1.500 millones.
Tal vez, el estudio que realiza la OMT sobre el Caso de Éxito Uruguay, pueda indicarnos la causa fundamental de ese crecimiento, pero, lo cierto es que esos guarismos se registraron en un país, en el que la crónica roja, mal que nos pese, encabeza los noticieros de la TV. A escala del tamaño del país pero, es una realidad indesmentible.
¿Imaginan por cuánto podría multiplicarse el ingreso si fuese erradicada la violencia y la inseguridad?
¿Imaginan un spot publicitario en FITUR, en FIT, en el WTM, mostrando un territorio, al igual que fue el primero en ostentar con orgullo el "100% libre de humo de tabaco", ahora diciendo "100% libre de delincuencia"?.
Y eso, es posible, solo hace falta voluntad política. Construir dos establecimientos, uno principal, el más grande, donde recluir a todos aquellos recuperables y hacerlos ingresar a un régimen de 8 horas de trabajo, 8 horas de estudio y recreación y 8 horas de descanso, con expresa prohibición del ingreso del famoso "paquete" que mandan los familiares y obligarlos, a que sean ellos, con su trabajo, quienes envíen el sustento a su familia que dejaron desvalida y a pagar, en cuotas, a sus víctimas, el fruto de su acto delictivo, lo sustraído.
Y en el otro, de extrema seguridad, con altas paredes y casi sin puertas, monitoreados desde afuera, sin posibilidad de contacto cercano con nadie del exterior (tampoco con sus guardias), ingresándoles alimentos, medicamentos y lo que sea necesario. con un dispositivo mecánico, todos los demás, los incorregibles, los múltiples asesinos, los violadores, todos aquellos para los que alguna gente pide pena de muerte, aplicarles "pena de isla" y confinarlos allí, que se arreglen y que (perdón por la grosería), no jodan más.
El crecimiento del turismo sería de tal magnitud que esta actividad absorbería sin problemas toda la mano de obra que quede desocupada y veríamos como las cerrajerías se convertirían en pequeños restaurantes, los agentes del "222", se alistarían felices en la policía turística, junto a los metrosexuales patovicas y los veteranos simios mayores.
No solamente la paulista esposa del empresario que habló con mi amigo, las señoras del mundo entero, podrían venir a lucir sus joyas al Uruguay y tal vez, con ese nivel de visitantes, el calendario del Solís y del Estudio Auditorio y de las nuevas salas que crecerían como hongos, se construyese un calendario de eventos y un menú de espectáculos que conviertan a este destino, en uno digno de tener su Broadway, su Gran Vía, Rodeo Drive y obviamente, su calle Corrientes.
De nada Pepe. Nos vemos.
Portal de América