pues sólo por el derecho de uso de instalaciones, que no siempre están a la altura de los están dares internacionales, los aeropuertos latinoamericanos cobran cantidades que van entre 18 y 60 dólares a quien vaya a abordar un vuelo internacional de salida.
Venezuela, con 60 dólares, cobra la tasa más alta y Argentina, con 18, la menor, asegura el informe, y añade que al contrario que en Estados Unidos y Europa, donde suelen incluirse en el precio del pasaje, las tasas aeroportuarias con cobro a la salida son algo común en Latinoamérica. La cuantía de estos impuestos, que nunca gustan al turista, pero son una mina de oro para sus recaudadores, difiere mucho de un país a otro y no siempre es proporcional a la comodidad para el viajero ni a la seguridad para los vuelos. Si tenemos en cuenta que un 46% de los 846 millones de llegadas de turistas internacionales a los diferentes destinos turísticos del mundo fueron por avión, según el informe de la OMT, podemos hacernos una idea de los beneficios que dejan las tasas aeroportuarias.
Paradójicamente, Ezeiza, el principal aeropuerto de la capital argentina, que es operado por una empresa privada y recibe siete millones de pasajeros anuales, tiene una de las terminales internacionales más modernas de Latinoamérica y sus concesionarios piensan invertir 2.000 millones de dólares de aquí al año 2028 (cifra casi equivalente al doble de las exportaciones de Nicaragua, sin incluir las zonas francas). México, con un impuesto de 19 dólares para vuelos internacionales, acaba de estrenar una segunda terminal en su principal aeropuerto, el de la capital, que le permitirá sumar nueve millones de pasajeros más al año a los 25 millones anteriores.
En Panamá, la tasa aeroportuaria, que es de 20 dólares, está incluida en el precio del pasaje, así que los viajeros no se encuentran con sorpresas de última hora y no deben rascarse los bolsillos antes de volar. El aeropuerto panameño de Tocumen, ampliado y modernizado en 2004, tuvo un movimiento de 3,2 millones de pasajeros el año pasado.
También con 20 dólares de tasa se encuentra República Dominicana, un importante destino del Caribe. Por su aeropuerto de las Américas, ampliado en 2006, pasaron 2,6 millones de viajeros.
Todos los países centroamericanos están en el rango de los baratos o intermedios en materias de tasas aeroportuarias, que van desde los 19,86 dólares de El Salvador a los 32 de Nicaragua, añade el informe.
Colombia, con 59 dólares, es, por el contrario, el segundo país de la región con la tasa más elevada. La cuantía se ajusta regularmente a la inflación.
El viejo aeropuerto El Dorado, de Bogotá, el más importante de Colombia, está próximo a cumplir 50 años y la firma concesionaria ha empezado un proceso para su ampliación y remodelación, que permitirá aumentar su capacidad anual de ocho millones de pasajeros a un máximo de 25 millones.
Ecuador cierra el trío, con Venezuela y Colombia, de naciones donde más se paga por el uso de aeropuertos. De los 25 dólares que costaba la tasa ecuatoriana hasta mediados de 2006 se ha pasado a 40,80 dólares en 2007. La ubicación del aeropuerto Mariscal Sucre, de Quito, en medio de una ciudad rodeada de montañas, y sus instalaciones, con una pista principal de sólo 3.120 metros de largo, no son las más idóneas, por lo que ya está en construcción una nueva terminal con una pista de 4.100 metros, que se espera entre en funcionamiento en 2010.
Por debajo de los 30 dólares están las tasas de Bolivia, Paraguay y Cuba. En tanto Chile, Perú y Uruguay están justo en el término medio en cuanto a impuestos por uso de las terminales aéreas, con tasas de 30, 30,25 y 29 dólares, regularmente.
Brasil, un gigante del transporte aéreo, con un movimiento de 47,7 millones de personas por sus aeropuertos en 2006, tiene diferentes tasas en función de la categoría de la terminal siendo la mayor de 36 dólares.
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