por Lluis Mesalles
Especialmente en España, estamos entrando en un ciclo de confianza - falta de respeto, que me parece digno de denuncia.
El respeto por los demás es, por lo menos para mi, una señal de buena educación, buenos modales, y muestra del interes por atender al prójimo, sin necesidad de entrometernos en su vida privada. El cliente no viene a hacer amigos, solo desea mantener su personalidad y conseguir el servicio prometido.
Una empresa de servicio, como lo son todas las que se dedican al turismo, es una empresa de carácter discriminatorio, Entendamos esto como una forma de separación entre los que pagan por estar allí, y los que cobran por estar allí. Son personas las dos, pero situadas en lados distintos de la relación. El que paga espera que los que cobran por estar allí le atiendan como mínimo con respeto y diligencia.
No es aceptable el que un recepcionista de un hotel o el dependiente de una tienda, que no nos conoce hasta el momento en que entramos al establecimiento, nos trate con familiaridad, tuteándonos, apoyándose en que es lo que ha visto en sus tiempos de estudiante. Me sorprende la confianza con que algunos profesores permiten que los alumnos les traten. Los profesores no son los amigos o colegas de los estudiantes, son sus tutores, deben ser sus modelos ejemplares. Si en una escuela los profesores se visten en forma desenfadada, al igual que sus alumnos, ¿que les van a enseñar a los alumnos, que los alumnos no conozcan ya?.
Hay que mantener las diferencias, si queremos ofrecer un servicio respetuoso y atento. Los profesores deben ser nuestros modelos, no nuestros "colegas". Si no tenemos modelos en los que establecer referencias, ¿como podemos luego imitarlos y alcanzar buenas cuotas de progreso personal y academico?.
Recientemente he tenido experiencias en algunos establecimientos y servicios públicos que me indican que todo no está perdido. Recientemente, una pizpireta Señorita me saludó "Como estás?", en un restaurante. Mi respuesta hubiera debido ser fulminarla con la mirada, pero esto no está en mis costumbres. Le contesté inmediatamente: "Yo muy bien, Señorita y usted.?" Al percatarse de su fallo, la Señorita continuó el dialogo en forma correcta. Aprendió rapidamente la lección.
Todos tenemos la oportunidad de mostrar el camino correcto a los noveles. Si les abandonamos en ésto, les estaremos fallando a ellos mismos.
fuente: Boletín Turístico