Quienes lo conocieron, coincidirán con nosotros que sería imposible, aún editando un libro, recopilar el total de las anécdotas protagonizadas por el querido gordo Touris.
Dueño de un particular estilo y una muy especial forma de ser, tratándose de bromas, podía ser perfectamente, tanto la víctima como el victimario.
Repasemos una de cada una y sonriamos juntos, recordándolo con mucho afecto.
En la Colegiata de Santillana del Mar
El grupo que integraba la delegación uruguaya, invitada por Omvesa, a su Congreso anual del año 1988, celebrado en Santander, disfrutaba de un paseo de día entero que incluía, Comillas, San Vicente de la Barquera y Santillana del Mar.
En la localidad de las "tres mentiras", ya que no es santa, no es llana ni está en el mar, luego de un opíparo almuerzo, cuyo plato principal fue el cocido montañés, regado con abundante vino tinto, el programa incluía la asistencia a misa, oficiada por el Abad, en La Colegiata.
Imaginen la modorra post-ingesta, acrecentada por el sol que se filtraba por los ventanales y el confort de la calefacción...
Oscar, sentado junto al actual Presidente de AFE, el Arquitecto Antonio Gallicchio, no demoró casi nada en quedar, totalmente dormido, con los brazos cruzados y roncando.
En el majestuoso lugar, el respetuoso silencio de los presentes, daba el marco ideal para el mensaje de fe de la autoridad eclesiástica.
En ese clima, a Gallicchio se le ocurre, codeándolo suavemente, susurrarle al oído: " aplaudí, Oscar, aplaudí..."
Despertarse y aplaudir sonoramente, fue un solo acto y el siguiente, sigilosamente, huir del lugar...
Con Sergio Salaverry
Como ejecutivo de una aerolínea, en épocas que los agentes de viajes eran "semidioses" para las compañías, era muy frecuente que Oscar invitase a alguno de ellos a comer, a tomar una copa, etc.
Un día, telefoneó a Club del Sol e invitó al recordado y querido "Bongo" Salaverry" a "tomar una" en el bar de Río Branco y Mercedes a la salida del trabajo. Sergio le advirtió que iría pero que sería "sólo una", dado que había prometido, esa noche, llegar temprano para cenar con su familia.
Oscar estaba particularmente interesado en alargar la conversación y a pesar que Salaverry, en varias oportunidades, dijo que se iba, le insistió con "una más" y así, lo fue reteniendo. No eran épocas de telefonía celular, por lo tanto, no llamaba la atención que varias veces, durante la velada, Oscar fuese hasta donde estaba el teléfono del local, hablase brevemente y retornase con su amigo. Así fue transcurriendo el tiempo, hasta que finalmente, el pobre Sergio "malherido" por alguna copa de más, se puso firme y le dijo a Oscar: "Me voy Conejo, es un disparate, es tardísimo, en casa me matan..." y se fue.
Cuando llegó a la casa, con el aspecto típico del alcoholizado, la esposa enojada le hizo la clásica pregunta: ¿Se puede saber adónde estuviste hasta esta hora?
Sergio, intentando hilvanar las frases atinó a decir "Con Oscar, no me dejaba venir, me hizo tomar un montón"...entonces la esposa, más enojada aún y con rostro desconcertado le dijo:
"Además de todo, venís con mentiras, Oscar te está llamando a cada rato por teléfono y dice que te está esperando en el boliche de Río Branco y Mercedes, como habían quedado..."