Casán - ¿Tenías que operarte la cuchu?  
Guerrero - Es que me molestaba, cuando me ponía jeans me dolía

Lafauci - Su baile fue muy bueno, su cuerpo es escultural pero le bajo el puntaje por su voz  de pito.
Cirio - A mi me gusta mi voz.

Tinelli - ¿Vino el gordito?
Castro - No es gordito
Tinelli - Pero es más bajo que vos ¿no?
Castro - Un poquito
Tinelli - Que no venga más, que se quede dando noticias sobre Irak

Barbieri - Tu baile fue un desastre
Aguirre - La tenés conmigo, estás malco...

Tinelli - Fernanda, cuidado con Carlitos, le dicen Anaconda...
Vives - Recién nos estamos conociendo.

Casán - Con Carmen cada día más, creemos que tu cola no es natural, que tu cola está hecha.
Cirio - Está bien, cada cual puede creer lo que desee, yo les digo que me mato en el gimnasio, hago pilates y que no me hice nada.

Estos son solo algunos de los diálogos que se dan en cada gala del programa de Show Match por Canal 13 de Buenos Aires, Argentina.

Sin ninguna duda, los dineros que mueve Ideas del Sur para remunerar a los famosos deben ser realmente suculentos; de lo contrario, no se podría entender la estoicidad de los participantes ante tamaño avasallamiento público de su integridad personal.

El otrora respetuoso Tinelli, parece un viejo verde (y baboso) y no se limita con ningún tema, pregunta lo que se le canta, revuelve la intimidad de sus contratados, habla del tamaño de los miembros masculinos y de la estética de las intimidades femeninas; se arrodilla se arrastra por el piso, corta polleras y viste a once perros con la camiseta de Boca...

El exitosos conductor, como la inmensa mayoría de la gente cree (nosotros incluidos), que es un buen tipo, que da muchas manos, que hace beneficencia y muchas verdades más, sacó patente de Dios y al parecer, se permite hacer lo que quiera.

Moria Casán les pide a las participantes que no son provocativas, que según su particular visión de la vida, no son transgresoras y se comportan como damas, que "saquen la perra que tienen dentro"...

Adriana Aguirre como no se acordaba como se bailaba, dio lástima pretendiendo mostrarse "progre" junto a su patético marido y gritó a los cuatro vientos que es swinger y que había tenido cama de seis y que tenía "varios muertos en su placard"..

Serafín, el español ciego, hace todo bien menos lo que debe hacer, para lo cual lo contrataron: bailar. Pero eso no importa, "es un show", entonces recibe puntajes mejores que los de muchos, aunque se pierda y uno sienta nervios y vergüenza ajena mirándolo bailar en la pista.

Y no hay que confundir: una cosa es el respeto a los derechos de todos; no discriminar la discapacidad y otra muy diferente  es callar la grosería con la que se manipulan los puntajes de quienes deben perdurar en el certamen a como dé lugar.

El viernes, por primera vez vimos una reacción de dignidad; la paraguaya Gabriela Bó asistió con hidalguía  a la devolución de la parodia de jurado y cuando terminaron de masacrarla porque no había "sacado la perra" dijo: "yo bailo como soy; para participar de un show televisivo, entiendo que no debo renunciar a mi forma de ser. Si es que sigo bailando seguiré siendo yo misma".

"Bailando por un sueño" es el programa más visto de la TV rioplatense; es un gran negocio para Tinelli, para el canal, para los participantes y una gran vidriera para los anunciantes.

Entonces uno analiza y llega a la conclusión que estamos transitando quizás, por la etapa más decadente de la sociedad de este lado del mundo.

La culpa no es del gomazo, ni de canal 13 de allá ni del 12 de acá  y mucho menos de los supuestos jurados; tampoco -ni falta hace aclararlo- de los participantes que van también  por su lucro al igual que los anteriores.

Los verdaderos responsables de esta debacle moral somos los que estamos de este lado de la caja boba.

Reformemos una legendaria afirmación: los pueblos tienen la TV que se merecen.

Redacción del Portal del Uruguay