No solamente tenemos un Cerro Chato, un Arroyo Seco y una cárcel
llamada Libertad, sino que en medio de estrictas medidas de restricción
de consumo eléctrico, en la capital, durante el día, quedan las luces
del alumbrado público encendidas.
Realizando maniobras de aproximación, chocan dos fragatas de la Armada que navegaban en la misma dirección, hacia Sudáfrica.
Mientras tanto en la ciudad, si un ómnibus de excursión, con turistas extranjeros se detiene por ejemplo en la Plaza Independencia para que los pasajeros tomen fotografías, es multado.
Para visitar el Palacio Legislativo, se le cobra a las empresas de ómnibus transportistas del City Tour, tres dólares por pasajero que ingrese, pero, si un turista llega a la sede del Parlamento por sus propios medios, no debe pagar entrada.
Hay una reciente ley que prohibe y penaliza la reventa de entradas en los espectáculos públicos pero los revendedores siguen operando a cara descubierta.
Hemos oído hasta el hartazgo que además de cultos, somos solidarios y en la absoluta mayoría de lugares públicos, no hay rampas para el tránsito de discapacitados y en todo Montevideo, hay solamente dos semáforos sonoros, para ciegos y uno de ellos, no funciona.
Las reseñadas, son solamente algunas de las peculiaridades que nos caracterizan y que, salvo el Cerro Chato y el Arroyo Seco, revertirlas, depende de nosotros mismos.
Redacción del Portal del Uruguay