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Martes, 20 Mayo 2008 06:09

Es mujer, tiene 60 años y está sola para cortar la ruta en protesta contra Botnia

 Los asambleístas de Gualeguaychú dejaron a Sira Muñoz en la frontera con Uruguay. El corte de la ruta 14 atrae a todos. Es el punto mediático de la protesta del campo. Esta ciudad parece convertida en el tótem de
 

la acción directa, de la voluntad de bloquear caminos hasta conseguir un objetivo. ¿Es realmente así? A treinta kilómetros de la fila de camiones brasileños obstaculizados por manifestantes está el piquete que dio origen a esta nueva leyenda urbana de ciudad-emblema de reclamos. En Arroyo Verde, la Argentina y Uruguay subieron tensiones por la planta pastera de Botnia. Hoy la ruta internacional 136 es controlada por una simpática mujer de algo más de 60 años.

Sira Muñoz es de las primeras asambleístas. Cuando LA NACION la encontró la semana última en el piquete que cerró hace dos años el paso internacional la atención nacional estaba centrada en el paro agropecuario, en el corte de la ruta 14 y en los dichos de Alfredo De Angeli. Casi sola quedó Muñoz para sostener la otra protesta. Un par de hombres más están por la zona. Nada en comparación con esas manifestaciones que fijaron la agenda exterior frente a Uruguay y llevaron a Romina Picolotti, antigua abogada de los asambleístas, a ser secretaria de Medio Ambiente de la Nación.

"Si me quieren sacar, sé que el pueblo de Gualeguaychú se movilizará de nuevo aquí", comentó en esa ruta que supo ser foco de noticias y que hoy debate si los camiones pueden o no circular por la ruta 14. "Entiendo y apoyo el reclamo del campo, pero los productores tienen que saber que hoy pelean por las retenciones, pero que mañana van a tener que venir de nuevo acá porque no van a poder vender nada por la contaminación de Botnia", explica.

En el lugar del bloqueo se edificó una amplia construcción de ladrillos. Una TV satelital hace más llevadero el paso de las horas en un lugar sin visitas. A pocos metros se mantiene un puesto de la Gendarmería con unos pocos hombres por las dudas que alguien quiera pasar de prepo la barrera, que da sensación de real paso fronterizo.

Muñoz franquea el paso al equipo de LA NACION y después de ocho kilómetros en soledad se llega al puente internacional, donde la pastera de Botnia puede verse en funcionamiento, tal como lo delata el humo de sus múltiples chimeneas. Una barcaza zarpa del puerto de la empresa con su cargamento. Botnia trabaja mientras dos países esperan una definición de la Corte Internacional de La Haya, mientras el piquete que llevó a discutir duramente a dos presidentes se transformó a estas alturas en un hecho más virtual que de peso concreto.

Unos treinta kilómetros al Sudoeste, en el piquete rural, las menciones sobre Botnia son mínimas. Paso a paso, lucha por lucha, parecería ser la decisión local. Hoy es el campo. Sira Muñoz y Botnia pueden esperar. Ni una ni otra tienen ganas de moverse de su lugar.

Aliento

Dos remises llegan desde el lado uruguayo a la trinchera de Muñoz. Habitantes de Fray Bentos cambian ahí de vehículos y alientan a continuar a la solitaria asambleísta. "Me cuentan que en Fray Bentos ya no pueden tomar agua potable por la contaminación", comenta mientras la TV pasa las imágenes del piquete agropecuario.

Tampoco allí hay una pueblada en marcha. No más de cuarenta productores soportan el sol del mediodía en la ruta 14. Sira Muñoz se quedó sola en Arroyo Verde y en el piquete de moda, los camioneros detenidos superan en cantidad a los manifestantes.

Preguntar a cualquier habitante de Gualeguaychú su opinión sobre ambas protestas es encontrar frases de apoyo, promesas de luchar hasta el final. Pero la vida en la ciudad continúa con normalidad, aunque a la espera de que alguna asamblea en uno y otro lado los convoque a sentirse protagonistas de una acción colectiva que repercutirá por toda la Argentina.

Por Daniel Gallo
Enviado especial
La Nación