por Alberto TITO Pintos
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La memoria de los pueblos y de su gente, es objeto de controvertidos
debates, generándose permanentemente grandes tensiones entre la memoria
particular de los distintos actores sociales.
La otra cara de la memoria es el olvido que nunca es inocente, porque la manipulación de esta variable produce amnesia selectiva, siempre manejada por aquellos sectores que controlan los resortes del poder en nuestras comunidades, distorsionando según sus intereses y conveniencias la realidad cultural de todos.
Por lo que es fundamental pensar y repensar la relación entre memoria y política cultural en todo proceso de construcción de memoria colectiva.
La arquitectura, sobre la cual deseo pivotear el eje de esta visión de la identidad, constituye un documento histórico absolutamente excepcional, ya no es la carta o el papel escrito que siempre dirá, más allá de las interpretaciones que queramos darle, estrictamente lo que allí está escrito.
En el Día del Patrimonio por ejemplo, que en realidad son dos, cargado de festejos tanto a nivel Nacional como Departamental, se homenajea a una personalidad, pero en realidad es la fiesta de la memoria y el orgullo nacional sin banderas partidarias ni políticos.
En palabras muy sencillas es fundamentalmente de reafirmación de nuestra cultura e identidad; y eso le pertenece a toda la nación, a todos los uruguayos vivan en la ciudad o en el campo.
En los próximos días, nuestra querida ciudad, Colonia del Sacramento estará cumpliendo y quizás festejando sus primeros 329 años de vida.
Debería ser un festejo Nacional, pues nos guste o no, es la única ciudad Patrimonio Histórico Cultural de la Humanidad en el Uruguay.
Curiosamente como casi todo en su vida y para no desentonar con esas costumbres muy colonienses, no cumple años en una fecha determinada.
No.
Colonia del Sacramento CUMPLE AÑOS DEL 20 AL 28 DE ENERO.
Manuel Lobo, su fundador, no estaba seguro ni tenía muy claro, si lo que comenzaba a crear en esos días de enero de 1680 era un fuerte, una villa amurallada, una ciudadela fortificada, un presidio abierto al río o un puerto libre para realizar contrabando con los marranos de Buenos Aires y sus socios / familiares sefaraditas portugueses del nuevo asentamiento lusitano.
Para fundar la nueva población trajo lo que pudo y de todo. Verdaderamente de todo.
Militares portugueses de carrera, con sangre limpia y probada fidelidad a la Corona.
Militares portugueses de carrera y nobleza otorgada, sin prueba de sangre para no enturbiar.
Neo Masones, ex Templarios como los Caballeros de la Orden de Cristo, organización a la que él mismo pertenecía como Gran Maestre de Campo. Padres franciscanos como Durao da Mota.
Marineros enganchados en leva forzada en Río de Janeiro.
Presos, borrachos, delincuentes prófugos, asesinos, desterrados, gente sin oficio entre muchos.
Más algunas familias numerosas de Tupí Guaranies, una cantidad considerable de esclavos africanos que le envió su hermano Gonzalo, Gobernador de Angola y al decir del historiador magistral que fue Riveros Tula, una embarcación mediana de comerciantes de Río de Janeiro, cargada de mercaderías, llamada por todos, la nave de los judíos.
Los pioneros del comercio desde Colonia a Buenos Aires.
Con ese comienzo, y esa amalgama policroma, con toda esa desorientación manifiesta en objetivos, (la prueba está en que a menos de dos meses de fundada la nueva población, más del 15 % de sus colonos ya había desertado) nacía lo que caracteriza, por más que no nos guste, la extraña identidad o mejor dicho, la falta de identidad de nuestra sociedad coloniense.
Identidad implica algunos conceptos esenciales, el primero de ellos, el de la pertenencia.
La forma de relación de las comunidades con su propia cultura marca claramente el eje de esa identidad, y si la identidad pretende ser abarcante y si la identidad busca en definitiva, comprender a todo el conjunto de la sociedad, DEBE SER PLURALISTA.
La identidad debe ser concebida como un elemento dinámico no como un elemento estático, congelado en el tiempo sino en permanente creación, en permanente gestación.
Por lo tanto ese sentido de dinámica implica al mismo tiempo otro criterio que es el de la participación, es decir el compromiso de cada uno de nosotros en la concreción de esa identidad.
¿Existe el sentido de pertenencia a la ciudad? O por el contrario, la mayoría piensa que la ciudad le pertenece? ¿Existe una cultura coloniense o lo que se vive y ve, son retazos de lo que le llega? ¿Realmente es abarcante y pluralista? Cuándo vive colgada de lo que vivieron sus mayores hace 50, 60 o 70 años y sin identidad de presente, ¿No es perecer estática como sociedad? Cuando llama a la participación, y no tiene respuesta, ¿Es respuesta de identidad?
Podemos, y debemos, entender que hay identidades individuales pero cuando hablamos de la identidad vinculada con el Patrimonio, estamos hablando fundamentalmente de una identidad que trasciende la actitud individual, es decir que es personalista.
Es aquella forma de relación donde cada uno de nosotros SE POTENCIA EN LA PROYECCIÓN DEL ORDEN SOCIAL.
Es la que nos trasciende de individuos a personas.
Como decía al principio, como con la arquitectura, esa visión de la identidad, constituye un documento histórico absolutamente excepcional que nos muestra estrictamente lo que allí está escrito.
La arquitectura nos habla, no solo de cómo fue concebida en el origen sino como fue modificada a través del tiempo por la sociedad, como cambiaron los usos, las funciones, como cambiaron los valores simbólicos y de relación.
De tal forma, que si nosotros somos capaces de una lectura inteligente de la misma podemos entender en la arquitectura los cambios de los modos de vida, las transformaciones de la sociedad, las formas de relación entre las culturas y las comunidades.
Por ello la arquitectura constituye un testimonio fundamental de esa identidad, un testimonio que, en definitiva, nos está expresando a través del tiempo esa posibilidad de una lectura clarificada.
Bien dicen que si el ladrillo aportó la tradición, fue el ingenio del profesional quien dio a luz la innovación. Y ahí aparece el Hombre.
El Arquitecto. Su profunda sensibilidad humana y su gran capacidad de percepción hicieron de su obra una perfecta adecuación a las necesidades históricas, sociales y económicas del país y su gente.
Con plena conciencia, edificó su obra en base a las tradiciones y las restricciones propias del lugar y la época.
La visión generalizada al hablar de Patrimonio por fortuna está cambiando, de ese carácter únicamente antiguo, el concepto de la antigüedad, lo histórico, concebido también en una visión reductiva desde la perspectiva de una historia oficial basada esencialmente en las figuras de los próceres, los héroes, las batallas, los acontecimientos de orden político militar que determinaron la configuración de esa primera línea de patrimonio.
Incorporar el siglo XIX y XX como también al XXI a nuestro Patrimonio, presupone cambiar en esta dinámica, el criterio de apreciación y por ende pasar de lo histórico a la idea de Patrimonio Cultural.
Es darle un sentido mucho más amplio, que englobe además las otras manifestaciones de esa identidad, las migraciones, las formas de organización, las transformaciones de carácter urbano, es decir en definitiva todo lo que manifieste nuestra cultura y la identidad diversa, variada y rica de los Orientales
Nosotros somos los indios, somos los criollos, somos los gringos, somos los inmigrantes de las distintas nacionalidades.
¿Nos falta identidad? NO. NOS SOBRA IDENTIDAD.
Si asumimos este criterio abarcante de identidad y pasamos de lo histórico a lo cultural, que nos permite entender que es patrimonial, obviamente veremos como tal desde una estación de ferrocarril a un abandonado molino, una comida tradicional, la música y las diferentes formas de expresión.
Por lo mismo, lo dicho al principio: La otra cara de la memoria es el olvido que nunca es inocente.
El Barrio Histórico de Colonia del Sacramento es Patrimonio Cultural de la Humanidad, ese es su titulo Oficial.
Se tuvieron presentes, fundamentalmente los criterios del apartado Lugares o Sitios, de la Convención de la UNESCO, por: ser un ejemplo sobresaliente de un tipo de edificación, un conjunto arquitectónico o un paisaje que ilustre una o varias etapas significativas de la historia humana.
Todo el Departamento de Colonia tiene valores excepcionales de carácter patrimonial, históricos, culturales y naturales. Colonia del Sacramento sin su entorno es inimaginable.
Por todo esto y como todo tiene que ver con todo, en homenaje al Arq. Miguel Ángel Odriozola, Alma Mater de la reconstrucción coloniense, para que la memoria esté completa en un nuevo CUMPLEAÑOS DE LA CIUDAD, EL 329 NI MÁS NI MENOS, levanto una copa a su salud también.
FELIZ CUMPLEAÑOS COLONIA. SALUD MAESTRO. POR AMBOS!!
(1) Guía de turismo Histórico Cultural
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