entre las áridas estepas rusas y los lujosos salones de la Casa Imperial de los Romanoff.
Bueno es conocer que la Russian Fashion Week, convocó en octubre pasado lo mejor de la moda mundial; resultando la inspiración de Oscar Alvarez más que bienvenida en un momento en que Rusia reivindica su identidad por su historia del vestido también, rescatando y revalorizando su moda de todos los tiempos.
La exhibición se lució con las modelos Catherine Miklasewicz, Victoria Zangaro (la más aplaudida), Claudia Galván, y Lucía Solari entre todas las espléndidas.
El estilo pensado para el frío de las estepas rusas, no esta reñido con el glamour si se inspira en la época de las zarinas, y a los tejidos más rudos se suma el terciopelo y la seda.
Oscar Alvarez y María Shaw
La creación de Oscar Alvarez resulta de una sorpresiva sofisticación, que sorprendería, si no fuera del creador de que se trata. Así, este sueño que combina botas con seda y pieles, da un aire diferente a un conjunto para una cena de gala o una ceremonia.
Una de las grandes triunfadoras es la chaqueta corta, tipo casaca, generalmente de brocato, con botones en la solapa. Se ven con detalles de piel, de terciopelo, de paño, tanto lisas como con rayas o cuadros.
Los abrigos de lana tipo capa, recuerdan mucho a los uniformes militares pero, sorpresivamente el detalle justo, la piel, la flor, la seda, los tornan sugestivamente femeninos y atrayentes.
Sonaba Otchi Tchornia (ojos negros), y muchos coreaban la típica canción del folklore ruso cuando, la sobriedad de los tonos oscuros, propios del tiempo frío de los países del Este, se rompió con imaginación, combinando estas invernales prendas con un toque de color; y el naranja, el celeste y el azul resultaron en un estallido que provocaba a vestirlos.
La cena no se quedó atrás y pudimos deleitarnos con Borsch, Blinis con crema agria, setas, cebollitas caramelizadas, cornichon y caviar de zanahoria perfumado al cardamomo y jengibre. Koulibiac fue el plato principal, y Ruso Blanco, una mousse de Kalhua, Vodka y crema, sobre biscuit de cereales y frutos secos, el postre. Todo regado espléndidamente con Sauvignon Gris reserve, Pinot Noir reserve y un Cuvée Castelar Brut reserve... Todo en su excelente punto justo.
El final: el público de pie, aplaudiendo al ritmo del Kasachov. Realmente una mágica noche.