Los jefes de Gobierno y Estado de Alemania, Francia, Reino Unido e Italia -integrados en el G-7- más los de España, Holanda, Luxemburgo y República Checa, esta última como país presidente de turno de la Unión Europea, acordaron un plan en el que destaca la exhortación al combate contra los paraísos fiscales, con sanciones "que han de ser creadas lo antes posible". Tantas veces invocado como aplazado, este problema se considera ahora clave para hacer frente al componente financiero de la crisis.
También hubo acuerdo sobre la necesidad de duplicar los recursos a disposición del FMI para poder ponerlos con rapidez a disposición de las economías en dificultades. Y en reforzar la regulación de los mercados financieros y la supervisión de su funcionamiento de forma verdaderamente global. Todo ello muy unido al estrecho control de las muy cuestionadas agencias de calificación crediticia.
La peor crisis financiera desde la Gran Depresión de 1929 no ha nacido en Europa, pero es aquí donde experimenta sus más adversas implicaciones de la mano de una recesión extrema y del contagio al conjunto del sistema bancario. Es razonable, por ello, que Alemania esté inquieta y trate de neutralizar consecuencias aún peores a las ya explicitadas.
Pero la mayor preocupación del momento está asociada al deterioro de la situación económica en los países del centro y este de Europa y los riesgos que ello entraña para la zona euro. La caída de las exportaciones y de las remesas de los emigrantes, junto con la retirada de los capitales occidentales llegados a esos países en los últimos años está erosionando su solvencia, lo que afecta a países como Austria, que ha financiado a esas economías por un importe equivalente al 80% de su PIB.
El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, expresó que debe cuidarse que las ayudas públicas a la banca no distorsionen la libre competencia, y la UE espera una actitud similar del resto de miembros del G-20 en la cita de Londres, donde figurarán economías emergentes como Brasil o Argentina. España, por otro lado, ha pedido el ingreso en el Foro de Estabilidad Financiera, organismo integrado por los bancos centrales de las principales economías mundiales.
Angela Merkel quiso despedir la reunión con una nota de optimismo asegurando que la UE irá a Londres con "una postura sólida y conjunta", que habrá de ratificarse en la cumbre europea del 1 de marzo. El mundo necesita angustiosamente que la cumbre británica sea un éxito, a la vez que gran desencadenante de una eficaz y urgente lucha contra la crisis económica.
Redacción Portal del Uruguay
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