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de julio, en el auge de las vacaciones de invierno en Río Grande del Sur. Sólo quien tiene hijos adolescentes o trabaja en el sector del turismo, puede entender el impacto de esta noticia.
Esasa excursiones para Bariloche, se volvieron tradición entre los estudiantes de clase media y alta. Decenas de ómnibus parten en cada semana de julio llevando millares de jóvenes de 14 a 16 años. Para la mayoría, es su primer viaje largo sin los padres. Allá ellos esquían - o intentan aprender a esquiar-, hacen paseos por la región, andan en cuatriciclo en el barro y por la noche, bailan hasta el cansancio en boites enormes, junto con millares de jóvenes de diferentes puntos de América del Sur. Salen de esas boites para el frío de la madrugada y de los hoteles con calefacción para la nieve. Con mucha frecuencia vuelven engripados. Ante este cuadro, ¿qué padre no habrá de preocuparse con la epidemia de gripe que hay en la Argentina?
Mi hijo, que ahora tiene 18 años, fue en una de esas excursiones hace tres años. Me quedé aquí con el corazón en la mano, como la mayoría de las madres de sus amigos. Volvieron sanos, salvos y felices, pero de so,lo pensar en lo que habría sufrido si en aquel año ya existiese la gripe, me da escalofríos.
Conozco varios casos de padres que, por precaución, hicieron desistir a sus hijos del viaje, antes de est amedida drástica. No es tarea fácil. Los adolescentes pasan años soñando con este viaje. Ahora, con la cancelación general, todo resulta más fácil. Nadie va y disminuyen los riesgos de quien está aquí con el que vuelve. Es más fácil lidiar con la frustración que con la gripe A que, según el propio Secretario Terra, será epidemia en Brasil dentro de pocas semanas.
Material enviado por Alejandro Malo
Traducción: Portal del Uruguay