por Gastón Pérgola
Carlos Gardel. Una empresa que tramita el uso del nombre ante el
gobierno se opuso a una solicitud que presentó otra firma. Han sido
formulados cuatro pedidos en los últimos 25 años | Carlos Gardel. Si un
particular se llama igual que el famoso aludido puede plantear una
objeción a que se use el nombre. Productos deben estar a la altura del
prestigio del nombre empleado
Su rostro, su voz y su nombre son automáticamente reconocibles y su popularidad es mundial. Varias empresas han intentado identificarse con él. Y lo siguen haciendo. Carlos Gardel: un nombre siempre en disputa.
Además de haber sido el autor e intérprete de algunos de los tangos más célebres, y de ser el ícono indiscutido del género, el nombre de Carlos Gardel también es una atracción para firmas locales que se lanzan al mercado, y que ven en esas doce letras la posibilidad real (y rápida) de darle identidad y reconocimiento a sus productos o servicios.
En abril de este año una firma (representada por Elena Crosa) solicitó a la Dirección Nacional de Propiedad Industrial (DNPI) registrar productos con el nombre y apellido de "El Mago" para ingresar en el rubro de alimentos (categorías 29 y 30), que abarca desde carnes -vacuna, de ave y pescado- a productos lácteos, café, té, azúcar, arroz, harinas, pastelería, confitería, helados y condimentos, entre otros productos. Una vez que la DNPI hizo pública la petición de esta nueva firma apareció la oposición, casi inmediata, de Lotider S.A., conocida popularmente como el hotel "Carlos Gardel" de Tacuarembó, que si bien funciona desde hace más de una década con ese nombre, no está registrado como marca, aunque cursó el trámite de registro a mediados de 2009, hecho que lo habilita a oponerse.
Además de esto, el interés por Gardel en este campo no tiene un único antecedente. Perfumes y cosméticos, alhajas, bisutería, carteras de cuero, paraguas, sombrillas, prendas de vestir, calzados y vinos fueron algunas de las solicitudes que presentaron empresas para crear una marca con el nombre del "mago", según se constató en la base de datos de la DNPI.
Esta dependencia del Ministerio de Industria, Energía y Minería es la que se encarga de analizar los pedidos de registro de marcas en el país, para determinar -basados en la ley de marcas- si es posible su implementación o no, ya sea bajo desestimación propia o analizando oposiciones de terceros involucrados.
Una vez que se realiza el pedido de registro de una marca en la DNPI, la solicitud se hace pública y se da un plazo de 30 días para que involucrados directos hagan sus descargos. Allí podrán alegar, por ejemplo, que ya existe una marca en la categoría en la fue elevada la solicitud y reclamar que no se dé trámite al pedido, tal como hizo el hotel de Tacuarembó. Los examinadores de ese departamento serán los que tendrán la decisión final.
Cuando el hotel puso en marcha -en 2009- el trámite para registrar la marca Carlos Gardel (aún espera la aprobación de la DNPI) lo hizo en más de una categoría, con el objetivo de cubrir todas sus áreas de actividad, y evitar así que aparezcan nuevos interesados con la intención de usar el nombre.
Es así que solicitó la explotación del nombre Carlos Gardel vinculado a servicios de entretenimiento, actividades deportivas y culturales (clase 41), en servicios de hotel y restaurante (clase 43) y tratamientos de higiene y de belleza (clase 44), detalló Ana María Stezano, representante legal y agente de marca del hotel.
Existe una clasificación internacional de marcas (también conocida bajo Clasificación de Niza), en la que se agrupan 45 clases. Cada una comprende distintos productos y servicios.
En Uruguay, la ley relativa a las marcas indica que un misma nombre puede ser usado y registrado por varios agentes, mientras no se superponga en iguales categorías. Desde el hotel alegan que si bien en este caso no están enfrentadas categorías iguales con el nuevo interesado, las actividades del restaurante podrían estar dentro de los objetivos del nuevo proponente.
"La nueva marca se presenta para alimentos, y nosotros tenemos dentro del hotel un restaurante donde fabricamos alimentos bajo la marca del hotel, o sea Carlos Gardel. Por eso nos opusimos a que se emplee su nombre para una marca que puede ser utilizada para fabricar postres o un café", explicó Ana María Stezano.
nombres propios. Cuando un pedido de marca involucra a una personalidad pública, con trayectoria y reconocimiento, como es el caso de Carlos Gardel, la aprobación al pedido no resulta tan sencilla. La ley prevé algunos puntos especiales que deberán ser tenidos en cuenta por los interesados. Por ejemplo, manifiesta que no podrán ser registrados como marcas "los nombres o retratos de las personas que vivan, mientras no se obtenga su consentimiento, y los de los fallecidos mientras no se obtenga el de quienes hayan sido declarados judicialmente sus herederos".
Este punto, a priori, no sería un inconveniente para el caso del cantante, a quien no se le conoce descendencia, lo que indicaría que ningún sucesor o heredero se opondrá a petición alguna. Lo que sí puede suceder es que otra persona con igual nombre (aunque sin el prestigio público del "verdadero" Carlos Gardel) plantee que se hace un uso indebido de su nombre. Y se oponga.
En ese caso, abogados y agentes de marcas se encargarán de presentar pruebas para demostrar que la vinculación a este nombre no tiene que ver con el Carlos Gardel "común y corriente", sino con el cantante de tango más famoso de la historia.
A su vez, el numeral cuarto de la misma ley agrega que tampoco podrá ser registrado como marca "el solo apellido cuando haya mediado oposición fundada de por medio, a juicio de la autoridad administrativa".
CUESTIÓN DE PRESTIGIO
Los escribanos de la Dirección Nacional de Propiedad Industrial son los que se encargan de examinar y determinar si es posible que el nombre de una figura pública esté asociado a un producto o servicio cualquiera. "Se tiene mucho cuidado a la hora de ver si la asociación puede asemejarse a una burla o el producto no esté a la altura del prestigio del nombre que ha cultivado la persona", explicó Cristina Dartayete, actual asesora de DNPI y examinadora por más de 14 años.
"Para eso nos basamos en el cumplimento estricto de la ley. Ni más allá ni más acá. Aunque después depende mucho del criterio y la interpretación de cada examinador. Ahí es muy sutil la diferencia. Acá hay gente con criterio amplio y gente con criterio muy estricto", enfatiza Dartayete. A juicio de expertos en la materia, el nombre de Carlos Gardel no sería, a priori, un impedimento para que una marca pueda registrar bajo ese seudónimo un producto o servicio.
Sin embargo, las marcas que remiten a celebridades de este porte suelen presentar algunas desventajas. En algunos casos, por su "escasa exclusividad", a pesar de tener aprobación para utilizar su nombre. "Este tipo de marcas vinculadas a nombres de famosos suelen ser muy débiles, porque cualquiera que lo desee va a poder usar el nombre Carlos Gardel para eventos de arte, o para aniversarios de su muerte o cualquier actividad que lo relacione", aseguró Matías de Freitas, director del estudio jurídico De Freitas-Aguerre-Balsa, especializado en Marcas y Patentes.
A pesar de esto fueron varios los intentos de apropiarse de Gardel. De hecho, en los registros de la DNPI existen antecedentes de aprobación, aunque también hay rechazos.
Por ejemplo, en mayo de 1985 un bodeguero pidió autorización (en la categoría de bebidas alcohólicas) para que uno de sus vinos tuviera una etiqueta con el nombre del cantante, pero la misma fue desestimada por los propios examinadores.
En cambio, en 2003 la misma dirección dio el visto bueno para que una empresa (Tarbes S.A.) funcione bajo el nombre de Carlos Gardel en los rubros de perfumería, cosméticos, calzado, vestimenta y accesorios. Según los datos de la DNPI, la solicitud se realizó en el año 2000, se aprobó en 2003 y su exclusividad, en dichas categorías, tiene vigencia hasta 2013.
A su vez, se encuentran en pleno trámite de aprobación para apropiarse de la marca el Hotel Carlos Gardel de Carrasco y la firma de Elena Crosa, ambas ahora en disputa. El tiempo que se toma la DNPI para aprobar una marca está hoy entre los 12 y 15 meses.
Los intentos por tener su identidad
1985 El 28 mayo de ese año un empresario bodeguero presentó a las autoridades la primera solicitud para hacerse del nombre de Carlos Gardel, con el objetivo de etiquetar uno de sus mejores vinos. El pedido fue estudiado y desestimado en aquel tiempo por la Dirección Nacional de Propiedad Industrial (DNPI).
2003 Fue la primera autorización otorgada (a la empresa Tarbes S.A.) por la DNPI, para el uso del nombre Carlos Gardel como marca exclusiva en las categorías 3, 14, 18, 25, 35, que abarcan desde perfumería, cosmética, calzado, vestimenta, y local de venta, entre otros.
2009 El hotel de cuatro estrellas que lleva el nombre de Carlos Gardel (en Tacuarembó), decidió registrar el nombre como marca, a pesar de que había empezado a utilizarlo desde hacía más de 10 años.
2010 Se tramitó registro en el rubro comidas (clases 29 y 30).
Las cifras
$5.556 es la cantidad de dinero que hay que desembolsar para registrar una marca en una clase. Por cada otra que se agregue son $ 1.852.
3 es el número de escribanos que trabajan como examinadores en la Dirección de Propiedad Industrial: entran 400 pedidos por mes.
Más de 4.000 solicitudes
Durante 2009 en Uruguay se alcanzó un total de 4.773 solicitudes de marcas, con un promedio mensual de 397. En lo que va de 2010 el promedio mensual es 381. Si además de las solicitudes se toman en cuenta las renovaciones el número alcanza a 5.169.
La Dirección Nacional de Propiedad Industrial (DNPI) cuenta con tres examinadores (escribanos) que se encargan de analizar los pedidos. Actualmente tienen un año de atraso en las solicitudes.
Registrar una marca en la Dirección Nacional de Propiedad Industrial (DNPI) tiene dos tarifas dependiendo de la complejidad del diseño y de la cantidad de categorías en las que se inscriba. Por ejemplo. por el registro de una marca denominativa (solo letra) hay que desembolsar $ 3.241 (siete Unidades Reajustables).
Si la marca es registrada a color y con logotipo (formato especial de letra) el monto asciende a $ 5.556 (12 UR). Por cada categoría o clase extra que se agregue en la denominativa hay que pagar $ 1.389, y $ 1.852 en los registros de marcas distintivas.
fuente: El País Digital