por Luis Alejandro Rizzidesde Buenos Aires
No es fácil abordar este tema, mas cuestión que problema.La primera
impresión sería que si se mantuviera la normalidad sería muy difícil
progresar lo que nos lleva a la otra pregunta ¿que es el progreso?. Son
varias las acepciones de la palabra normal, una de ellas es lo que se
halla en estado natural, otra nos dice que es aquello que nos sirve
como regla o norma, pero hay una acepción conflictiva que dice: Dicho
de una cosa: que, por su naturaleza, forma o magnitud, se ajusta a
ciertas normas fijadas de antemano.
Esta acepción tiene que ver con lo previsible.
Decía que esta última acepción es conflictiva porque nos haría creer que las cosas se tienen que hacer como se venían haciendo sin ponderar los resultados.
En este sentido lo que hacemos bien y lo que hacemos mal es lo normal y lo previsible.
Si realmente creyéramos esto estaríamos condenados al más crudo fatalismo.
Lo paradójico es que en general hay una tendencia más fuerte para seguir haciendo mal las cosas y otra tendencia natural para ir pervirtiendo lo que se venia haciendo bien. La perversión tiene que ver con enviciar lo bueno, por ejemplo enviciar las buenas costumbres.
En este punto nos encontramos con el facilismo, nos parece más fácil ceder en el respeto a ciertos valores y creencias que esforzarnos por respetarlos y hacerlos respetar.
Esto se aprecia en la educación, a los padres les resulta mas fácil ser condescendientes con sus hijos que mantener ciertas normas de disciplina; a los maestros les resulta mas fácil aprobar que reprobar porque aprobando se liberan de tener reclamos o quejas; pasa en el deporte cundo hay competencias internacionales de fuerte arraigo popular los árbitros suelen ser localistas y pasa con los gobiernos, siempre es mas fácil la retórica que la acción.
En una palabra la complacencia no tiene costos y genera devoción pero tiene el alto precio que significa la pérdida del respeto, en cuanto consideración y deferencia y la autoridad en cuanto ejemplaridad y certeza.
De alguna manera y recurriendo a ZYGMUNT BAUMAN preferimos la liquidez en la que se disuelve la responsabilidad y el sentido de la obligación. La ausencia de normas, dice BAUMAN, o su mera oscuridad anomia- es lo peor que le puede ocurrir a la gente en su lucha por llevar adelante sus vidas. Las normas posibilitan al imposibilitar; la anomia augura una imposibilidad lisa y llana
La falta más que de normas de valores es la causa de la anomia legal que vivimos, no tanto entendida como ausencia de ley sino como ausencia de leyes sensatas o leyes normales ya que hay leyes anómicas de por si, si me admiten el oxímoron.
Si hoy en una reunión de familia, de amigos, de grupos de reflexión nos preguntáramos que es lo normal, que es lo correcto, que es lo bueno, preguntas normales en otras épocas, hoy nos costaría responder y en caso de responder cualquiera fuera su tono seríamos seguramente vituperados.
Pasa con la cuestión del aborto quienes defienden a ultranza su legitimidad como un derecho de la mujer, se oponen con toda su fuerza a la pena de muerte y esto tendría su fundamento filosófico en una concepción libertaria de la sexualidad más propia de un aspecto meramente fisiológico que una dimensión muy rica de la persona.
Si la sexualidad es entendida solo en su perspectiva fisiológica el embarazo no deseado ni querido, no sería más que una mera molestia fácilmente desechable porque solo se habría generado una suerte de indigestión sexual que en vez de curarse con un vomitivo se cura mediante un aborto, es decir un vomitivo humano.
El aborto pretende ser presentado como algo normal y previsible por lo tanto se debe legislar en esa dirección, es necesario facilitar el aborto en nombre de los derechos de la mujer y lo mas jodido aun es que alguna vez escuché decir que el aborto es un derecho humano.
Días pasados participé en un encuentro sobre el tema y defendí mi posición, no en contra del aborto, sino a favor de la vida, recurriendo a información científica como también lo hizo un destacado médico, siendo los dos duramente reprendidos por catolicones, cavernarios y hasta no faltó que alguien nos tratara de fascistas y autoritarios (Curiosamente el médico se declaró agnóstico).
La otra pregunta que hacia al comienzo era: ¿que es el progreso?.
Obviamente el progreso tiene que ver con el avance con el adelanto, con ir hacia adelante o al futuro, pero también con el perfeccionamiento.
¿Todo ir adelante es progreso normal?
El aborto a esta altura del siglo 21 se lo pretenden explicar y sustentar como una muestra de adelanto, de ir hacia el futuro del perfeccionamiento de la vida y de la libertad de la mujer.
La ciencia progresa constantemente, la prueba es el mayor índice de longevidad y la eliminación de pestes y enfermedades que causaban estragos.
El progreso de la genética nos ha llevado a la absoluta certeza que en el momento de la fecundación comienza la vida, este descubrimiento es reciente.
En tiempos antiguos en que los conocimientos científicos eran precarios comparados con la actualidad entendería fácilmente que la cuestión del aborto se tratara con otra visión y se pudiera admitir su legitimidad ya que se desconocía científicamente en que momento comenzaba la vida.
El aborto podría considerarse como una operación de apéndice.
Sin embargo en épocas de mayor ignorancia el aborto era mal visto, porque tenía algo de malo aunque no se supiera porqué.
Era una cuestión de intuición.
Quizás una razón era el concepto pecaminoso que se tenia de la sexualidad, cuestión irresuelta por el catolicismo y por la Iglesia entendida como el cuerpo que forman todos los católicos aunque jamás pisen un templo.
Si era pecaminosa la sexualidad obviamente el aborto era pecaminoso.
No quiero extenderme porque en verdad mi pretensión es que el lector no manifieste acuerdo o desacuerdo con mis ideas, no lo considero útil, sino que piense sobre la cuestión especialmente la gente que por razones de edad aun mantiene capacidad sexual.
A modo de síntesis diría que el progreso y lo normal son plenamente compatibles y en ello tiene que ver el concepto de adaptación virtud ponderada por Tocqueville en su Democracia en América.
Claro me dirán algunos también nos podemos adaptar a lo malo, bueno respondo, es el riesgo de la vida.
Para concluir diría que otra cuestión que se confunde tiene que ver con la relación entre lo normal y la tolerancia y el respeto.
Sobre esto volveremos algún día.
En cuanto a lo normal pienso que hoy vivimos tiempos anormales que consideramos normales y la nueva previsibilidad de lo anormal es que todo tiene justificación.
¿Estaremos andando hacia alguna forma de anarquía?
Quiero aclarar al lector que soy católico pero la defensa de la vida tiene que ver con la vida como existencia concreta de todo ser humano incluso el recién concebido, más que con las religiones.