por Luis Alejandro Rizzi
desde Buenos Aires
Una vieja definición nos dice que el turismo tiene que ver con los
viajes y paseos por placer y con la previsibilidad. El placer a su vez
nos es causado por la satisfacción, el beneplácito y la diversión. En
definitiva con el ocio.
La persona que hace turismo busca por un lapso despreocuparse, esto
quiere decir que pretende reducir el repertorio de sus preocupaciones
al mínimo posible. Ya sabemos que no las podemos evitar del todo.
Por esta razón hay ciertos destinos que le garantizan al turista además
de sus atractivos artísticos, edilicios, naturales un nivel normal de
orden público y de seguridad, a tal punto que muchas veces en esos
destinos nuestro comportamiento cambia radicalmente y respetamos todas
las reglas de la urbanidad, cortesanía, comedimiento, atención y buen
modo, a veces exageradamente a tal punto que solemos confundir la buena
educación con el servilismo o la obsecuencia.
Es como si quisiéramos ser como ellos.
Como es sabido el turismo es una industria que genera importantes
ingresos de divisas a los países que se han sabido desarrollar como
destinos ineludibles.
España recibe alrededor de 50/55 millones de turistas al año que dejan
un promedio de u$s 800,00 por persona. Este volumen de turistas no se
debe solo al atractivo de su geografía y de su historia sino también al
desarrollo de diversas profesiones de servicios al turismo que se
valoran no solo en la calidad sino también en la cordialidad, atributos
valorados sin distinción de origen o raza.
España también suma otras cualidades. Desde su ingreso a la UNIÓN
EUROPEA ha tenido un crecimiento envidiable que también lucia y luce
como un atractivo intangible para el turismo ya que la gente quería y
quiere conocer eso del milagro español.
En una palabra por todas sus virtudes que superaban a sus vicios ESPAÑA
era y es un destino apetecible al punto que personas de los mas
diversos orígenes hacen turismo en ese destino.
La gente que elegía y elige como destino ESPAÑA sabe que viaja a un
destino previsible en el que podrá desarrollar totalmente su programa
turístico. En ese sentido funcionan los servicios públicos, es fácil
circular ya que la señalización es casi perfecta, las ciudades tienen
un buen nivel de seguridad y en general el turista nota un clima
general de buena fe que también ayuda para distenderlo. No se vive en
tensión
No olvido las actividades criminales de la ETA ni la posibilidad de
ataques terroristas, pero aun en estos casos hemos visto la capacidad
para lograr un rápido esclarecimiento y procesar a los responsables por
parte de las fuerzas de seguridad y el poder judicial. Existe la
convicción en propios y extraños que la impunidad es mínima.
La crisis económica impactó negativamente en el ingreso de turistas y
hasta septiembre se estimaba la reducción en poco menos del 10% lo que
hizo un total de 42,1 millones contra 46 de igual periodo del año 2008
caída que no parece significativa. Tengamos en cuenta que la crisis
también impactó en la propia ESPAÑA y los precios de los servicios
vinculados al turismo tuvieron importantes rebajas.
En fin ni más ni menos que fiel reflejo de lo que nos marca la ley de
la oferta y la demanda que es uno de los elementos que mas tiene en
cuenta el turista cuando elige un destino. Cuando la demanda afloja los
precios disminuyen. La ley del mercado es un factor de certeza y
previsibilidad.
En la Argentina y allí viene el contraste existen esfuerzos titánicos
para facilitar el turismo receptivo, la hoteleria y la gastronomía son
los servicios que mas se han mejorado en cuantos niveles de calidad
ofreciendo un nivel muy aceptable y comparable con los ofrecidos en
otros destinos internacionales.
Sin embargo estos esfuerzos si bien son condición necesaria no son condición suficiente.
Veamos el desorden de nuestra sociedad y el menosprecio del orden
público es una cualidad negativa; el solo hecho que trasciendan las
dificultades para circular en las ciudades o por las rutas ya
desalienta al turista.
La cuestión de la inseguridad y el pobre concepto de nuestras fuerzas
de seguridad y de nuestro poder judicial que se irradia al exterior
crean otro factor de imprevisibilidad y de temor.
La incapacidad para esclarecer el atentado a la AMIA y la deficiente
investigación judicial cuestionada por el propio Poder judicial
constituye otro elemento que genera desconfianza en las instituciones y
genera sensación de desprotección ante lo imprevisto.
Las acciones toleradas de patotas privadas que mediante la intimidación
y la violencia en la vía pública o hasta en bienes privados, buscan
imponer sus caprichos o voluntades generan temor no solo en nosotros
sino también y con mas razón en los que no nos conocen.
El desorden o la falta de orden son formas de violencia, porque todo
lo que atemoriza es violencia, por lo que cuesta entender la ya
enfermiza tolerancia del estado o del gobierno, es muy difícil la
distinción, para reprimir este tipo de acciones privadas. Por otra
parte cuando la violencia es patrimonio de cualquiera el estado se
diluye.
Esta semana se pudo ver en todo el mundo, un corte que duro casi 30
horas de la Avenida 9 de julio, paro casi intempestivo de los servicios
del metro por cuestiones internas de los trabajadores que el Ministerio
de Trabajo no ha podido resolver por falta de autoridad, corte
sorpresivos de la Ruta Panamericana salida casi forzosa para el Norte
de la ciudad, cortes de rutas en general, pésima calidad de los medios
de transporte de cercanías, deficientes servicios de transporte de
larga distancia y si a ello sumamos las crónicas diarias de homicidios,
robos y arrebatos, que le podemos pedir al turismo por mas esfuerzo que
se haga para atraer viajeros.
Comparo también con URUGUAY los pocos kilómetros que nos separan se
transforman en una distancia sideral cuando uno llega a Colonia del
Sacramento, Montevideo o su costa atlántica, parece otro país y
realmente lo es.