mausoleo-slider-intro-1920x400
pocitosslider-intro-1920-400
mvdmausoleoslider-intro-1920-400
solis-slider-intro-1920x400
Viernes, 06 Noviembre 2009 03:32

El turismo es placer. La importancia de la confiabilidad de los destinos

por Luis Alejandro Rizzi
desde Buenos Aires

Una vieja definición nos dice que el turismo tiene que ver con los viajes y paseos por placer y con la previsibilidad. El placer a su vez nos es causado por la satisfacción, el beneplácito y la diversión. En definitiva con el “ocio”.




La persona que hace turismo busca por un lapso “despreocuparse”, esto quiere decir que pretende reducir el repertorio de sus preocupaciones al mínimo posible. Ya sabemos que no las podemos evitar del todo.
Por esta razón hay ciertos destinos que le garantizan al turista además de sus atractivos artísticos, edilicios, naturales un nivel normal de orden público y de seguridad, a tal punto que muchas veces en esos destinos nuestro comportamiento cambia radicalmente y respetamos todas las reglas de la urbanidad, cortesanía, comedimiento, atención y buen modo, a veces exageradamente a tal punto que solemos confundir la buena educación con el servilismo o la obsecuencia.
Es como si quisiéramos ser como ellos.
Como es sabido el turismo es una industria que genera importantes ingresos de divisas a los países que se han sabido desarrollar como destinos ineludibles.
España recibe alrededor de 50/55 millones de turistas al año que dejan un promedio de u$s 800,00 por persona. Este volumen de turistas no se debe solo al atractivo de su geografía y de su historia sino también al desarrollo de diversas profesiones de servicios al turismo que se valoran no solo en la calidad sino también en la cordialidad, atributos valorados sin distinción de origen o raza.
España también suma otras cualidades. Desde su ingreso a la UNIÓN EUROPEA ha tenido un crecimiento envidiable que también lucia y luce como un atractivo “intangible” para el turismo ya que la gente quería y quiere conocer eso del “milagro español”.
En una palabra por todas sus virtudes que superaban a sus vicios ESPAÑA era y es un destino apetecible al punto que personas de los mas diversos orígenes hacen turismo en ese destino.
La gente que elegía y elige como destino ESPAÑA sabe que viaja a un destino previsible en el que podrá desarrollar totalmente su programa turístico. En ese sentido funcionan los servicios públicos, es fácil circular ya que la señalización es casi perfecta, las ciudades tienen un buen nivel de seguridad y en general el turista nota un clima general de “buena fe” que también ayuda para distenderlo. No se vive en “tensión”
No olvido las actividades criminales de la ETA ni la posibilidad de ataques terroristas, pero aun en estos casos hemos visto la capacidad para lograr un rápido esclarecimiento y procesar a los responsables por parte de las fuerzas de seguridad y el poder judicial. Existe la convicción en propios y extraños que la impunidad es mínima.
La crisis económica impactó negativamente en el ingreso de turistas y hasta septiembre se estimaba la reducción en poco menos del 10% lo que hizo un total de 42,1 millones contra 46 de igual periodo del año 2008 caída que no parece significativa. Tengamos en cuenta que la crisis también impactó en la propia ESPAÑA y los precios de los servicios vinculados al turismo tuvieron importantes rebajas.
En fin ni más ni menos que fiel reflejo de lo que nos marca la ley de la oferta y la demanda que es uno de los elementos que mas tiene en cuenta el turista cuando elige un destino. Cuando la demanda afloja los precios disminuyen. La ley del mercado es un factor de certeza y previsibilidad.
En la Argentina y allí viene el contraste existen esfuerzos titánicos para facilitar el turismo receptivo, la hoteleria y la gastronomía son los servicios que mas se han mejorado en cuantos niveles de calidad ofreciendo un nivel muy aceptable y comparable con los ofrecidos en otros destinos internacionales.
Sin embargo estos esfuerzos si bien son condición necesaria no son condición suficiente.
Veamos el desorden de nuestra sociedad y el menosprecio del orden público es una cualidad negativa; el solo hecho que trasciendan las dificultades para circular en las ciudades o por las rutas ya desalienta al turista.
La cuestión de la “inseguridad” y el pobre concepto de nuestras fuerzas de seguridad y de nuestro poder judicial que se irradia al exterior crean otro factor de imprevisibilidad y de temor.
La incapacidad para esclarecer el atentado a la AMIA y la deficiente investigación judicial cuestionada por el propio Poder judicial constituye otro elemento que genera desconfianza en las instituciones y genera sensación de desprotección ante lo imprevisto.
Las acciones toleradas de patotas privadas que mediante la intimidación y la violencia en la vía pública o hasta en bienes privados, buscan imponer sus caprichos o voluntades generan temor no solo en nosotros sino también y con mas razón en los que no nos conocen.
El desorden o la falta de orden son formas de violencia, porque todo lo  que atemoriza es violencia, por lo que cuesta entender la ya enfermiza tolerancia del estado o del gobierno, es muy difícil la distinción, para reprimir este tipo de acciones privadas. Por otra parte cuando la violencia es patrimonio de cualquiera el estado se diluye.
Esta semana se pudo ver en todo el mundo, un corte que duro casi 30 horas de la Avenida 9 de julio, paro casi intempestivo de los servicios del metro por cuestiones internas de los trabajadores que el Ministerio de Trabajo no ha podido resolver por falta de autoridad, corte sorpresivos de la Ruta Panamericana salida casi forzosa para el Norte de la ciudad, cortes de rutas en general, pésima calidad de los medios de transporte de cercanías, deficientes servicios de transporte de larga distancia y si a ello sumamos las crónicas diarias de homicidios, robos y arrebatos, que le podemos pedir al turismo por mas esfuerzo que se haga para atraer viajeros.
Comparo también con URUGUAY los pocos kilómetros que nos separan se transforman en una distancia sideral cuando uno llega a Colonia del Sacramento, Montevideo o su costa atlántica, parece otro país y realmente lo es.