por Francisco Rodríguez Serrano
desde Tenerife
Decir que el turista que viene a Canarias busca un lugar con mucho sol
y buenas playas es un ejercicio para llenar un par de líneas en un
periódico, pero al menos me sirve como arranque para comentar sobre la
hotelería urbana de nuestras islas, las cuales también viven del
turismo aunque en mucho menor medida.
Según datos de las Consejerías de Turismo insulares, en la actualidad hay un total de 98 hoteles urbanos, entre los de cinco estrellas hasta los de una, en todas las capitales de las islas.
La capital con mayor número de hoteles es, con clara diferencia, Las Palmas de Gran Canaria con un total de 42, seguida lógicamente por Santa Cruz con 15.
En las otras capitales se reparten un total de 41 hoteles, la mayoría de 3 estrellas o menos.
El total de habitaciones para establecimientos de 5 estrellas se sitúa en 807 (entre Santa Cruz y Las Palmas), mientras que el total de habitaciones en hoteles de cuatro y tres estrellas está en 2.743, también sumando las dos capitales de provincia.
Con esta capacidad hotelera ambas ciudades han trabajado durante muchos años en lograr niveles de ocupación elevados, así como lograr gestionar cada vez mejor la desestacionalización que se da en este tipo de establecimientos, ya que en épocas vacacionales sus niveles de ocupación caen considerablemente. El total de habitaciones en toda Canarias está en unos 89.500, entre hoteles y apartamentos.
Los hoteles urbanos han trabajado siempre con unos periodos de reservas anticipadas muy cortos, normalmente inferiores a los 30 días, ya que el tipo de huésped suele acudir por motivos de trabajo, por lo que la planificación con mucha anticipación no suele ser la tónica habitual.
También su estancia media suele estar por debajo de los 3 días y los consumos que realiza en el propio establecimiento suelen ser muy parcos, a pesar de todos los servicios que se pueden ofertar en este tipo de hoteles.
En los últimos años los hoteles urbanos de Santa Cruz han tenido niveles de ocupación por debajo del 52% de media anual (el año 2008 terminó con un nivel de ocupación medio en Santa Cruz del 46%), aunque bien es cierto que su tarifa media diaria es mayor que en los hoteles de playa.
Lo que no es tan diferente son los ingresos por habitación disponible (RevPAR), ya que en los hoteles de playa se suelen generar mayores ingresos extras en las estancias de los huéspedes debido a que, por ejemplo, la media pensión no incluye nunca las bebidas, y también porque cuentan con más oferta de ocio que puede ser de pago (restaurantes temáticos o los tratamientos en el Spa).
Con ello quiero decir que los hoteles urbanos son rentables, algunos mejor que otros, con niveles de ocupación por debajo del 55% y con RevPAR similares a los hoteles de playa.
También la estructura de personal es acorde a los mismos parámetros que en los hoteles de playa, ya que la proporción de empleado por habitación disponible suele estar entre 0,40 y 0,70 trabajadores por habitación.
Las previsiones con que se trabaja en los hoteles urbanos son mucho más a corto plazo, ya que fuera de algún evento que pueda congregar a mucha gente (un Gran Premio de F1) y programado con varios meses de antelación, la labor comercial se centra en lograr la mayor cuota de mercado con acciones directas sobre empresas, agencias de viajes y sobre el propio cliente que ya se ha alojado en el hotel (e-mails, newsletters con ofertas, tarjetas de fidelización, etc).
Los costes fijos suelen ser más elevados en los hoteles de ciudad, ya que no se pueden cancelar instalaciones o reducir mucho las compras de forma inmediata, aunque haya momentos en la semana que la ocupación sea inferior al 25-30%.
Les puedo asegurar, por experiencia personal, que ver los informes de ocupación con esos porcentajes le hace a uno pensar que es más barato cerrar que seguir prestando servicios.
Pero lógicamente no se cierra el hotel, es más, en esos momentos se buscan todo tipo de alternativas para mejorar el servicio.
Es complicado gestionar hoteles de ciudad, y más si esas ciudades no son destinos turísticos por sí mismas (como son Londres, París, Madrid o Barcelona) y su demanda como centro de congresos tampoco es la más solicitada. Por ello la labor de los que trabajamos en este tipo de hoteles se centra, sobre todo, en una muy buena promoción directa y en mantener los máximos niveles de calidad y servicio, aún a costa de tener bajos niveles de ocupación. Las reservas las vemos crecer con menos de 7 días de antelación y muchas veces los propios recepcionistas gestionan descuentos extras a los clientes para lograr que se alojen en el hotel.
Una de las principales diferencias entre hoteles de ciudad y de playa está en la forma de negociar precios y buscar segmentos de mercado. En la hotelería urbana se ha intentado siempre abarcar muchos segmentos de mercado diferentes y no poner toda la ocupación en manos del mismo operador. En los hoteles de ciudad se pueden encontrar precios para empresas, para agencias de viajes, para grupos, para familias, y para todo tipo de cliente que nos considere como su alternativa para alojarse en un destino, y en todos los casos con una duración por estancia mucho menor que en los hoteles de playa.
Como resumen a todo esto habría que decir que los hoteles urbanos se adaptan mucho más rápido a los cambios del sector. Y pueden mantenerse también con ocupaciones muy por debajo de la media de los destinos turísticos. Es quizá un buen momento para analizar el modelo de negocio de este tipo de hoteles y aplicarlo en la medida de lo posible a todo el resto de oferta hotelera que hay en Canarias. Desde luego es un reto, pero puede ayudar a reposicionarnos como destino.