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Jueves, 13 Septiembre 2007 05:18

Azafatas contra pasajeros

 13 SET 07 PDU

Anteayer me volvió a pasar, esta vez en un puente aéreo: tras medio vuelo utilizando mi BlackBerry para poner al día mi maltrecha bandeja de entrada,

aparece una azafata con sus bandejas de comida y se alborota completamente porque "¡¡¡oh, dios mío, tiene que apagar su teléfono móvil!!!".

Por supuesto, mi BlackBerry se hallaba en su posición de antena apagada, incapaz de emitir onda electromagnética alguna, y ello era perfectamente comprobable con una simple mirada a la pantalla que decía claramente "OFF" en rojo en su esquina superior derecha. Y efectivamente, así intenté explicárselo a la azafata, con todo un franco intento de derroche de educación y corrección por mi parte, para acabar obteniendo únicamente comentarios impertinentes del tipo "pues en este avión y con este comandante lo tiene usted que apagar inmediatamente". Tras comprobar la obvia incultura tecnológica de una azafata incapaz de diferenciar un teléfono apagado de un ladrillo, le puse cara de "vale, lo que quieras", apagué la pantalla (que no el teléfono), y me lo guardé en el bolsillo. Así, en la última parte del vuelo, en lugar de aprovechar el tiempo para algo productivo, me tuve que dedicar a perder miserablemente el tiempo.

Por supuesto, he utilizado teléfonos en aviones en muchas otras ocasiones. El Nokia 7710, en su posición de vuelo, lo he usado en infinidad de ocasiones para hacer fotos, para escuchar música o para leer contenido que había descargado previamente. El BlackBerry, siempre por supuesto con su antena apagada, lo uso en todos los vuelos para contestar mensajes, y me proporciona una enorme utilidad: tú contestas, los mensajes se quedan esperando el envío, y cuando aterrizas y conectas, salen todos disciplinadamente. En un vuelo de un par de horas, arreglas la bandeja de entrada de todo un día sin demasiados problemas, toda una mejora para mi habitualmente caótica productividad. En ningún caso supongo el más mínimo problema para la navegación aérea ni provoco por supuesto interferencia alguna. Es más, nunca lo he hecho intentando ocultarme en modo alguno: en la mayoría de los casos, el personal de vuelo o bien me ve y no dice nada, o me preguntan si está en modo de vuelo, a lo que respondo que sí. La reacción del personal en esos casos es, desde mi punto de vista, completamente conforme al sentido común: lo último que desea, lógicamente, un pasajero es poner en peligro el desarrollo del propio vuelo en que se encuentra, con lo que lo lógico es simplemente advertirle por si se hubiese olvidado o distraído y, como mucho, comprobar en la pantalla de su terminal que éste, en efecto, se encuentra en posición de no emisión.

Entiendo que el personal de vuelo no hace más que seguir un protocolo que les ha sido comunicado y cuyo cumplimiento les ha sido asignado, pero la actuación de las azafatas que, hasta el momento y en la mayoría de los casos han sido perfectamente tolerantes me parece mucho más lógico que el absurdo ataque de histeria de la de anteayer. Dado que la estancia en un avión supone un período de tiempo perfectamente útil para trabajar, y que el uso de un terminal con la antena apagada no supone ninguna diferencia de lo que sería utilizar un reproductor MP3, un ordenador o muchos otros dispositivos de uso permitido salvo en las fases de despegue y aterrizaje, lo normal será adaptar esos protocolos, procedentes de los tiempos en los que los teléfonos móviles carecían de ese tipo de riqueza en sus funciones, a los tiempos actuales. Las aerolíneas deben entender que, aunque eso suponga una pequeña asignación de tareas de supervisión adicionales al personal de cabina, el transtorno que representa comprobar que un teléfono se encuentra en posición de no emisión es mínimo, el riesgo que supone el que no lo esté también lo es, y el beneficio para el pasajero que puede utilizarlo es, en cambio, digno de consideración. Lo contrario es poner al personal en situaciones de persecución absurda de unos pasajeros que, en su mayor parte conscientes de las necesidades de seguridad durante el vuelo y siendo los primeros interesados en dicha seguridad, únicamente pretenden convertir el tiempo de vuelo en un momento productivo.

Fuente: enriquedans.com