apareció en Barajas desubicado y después de haberle dado un picotazo a un pasajero. Hace un par de meses nos enteramos de que había un mendigo que llevaba dos años viviendo en la terminal, lo supimos porque le disparó la policía. Los pasillos del aeropuerto tienen tanta vida propia que nos podemos preguntar: ¿para cuándo Barajas con estatuto de autonomía, como si fuera el pequeño Mónaco de las causas perdidas?

Lo mejor para no encontrarse es un lugar donde la gente está de paso, uno puede permanecer allí durante meses sin levantar sospechas. El suelo de Barajas parece que tiene patines y nos hace ir en continuo movimiento aunque no queramos: seguir es lo importante, correr hacia alguna puerta, perseguir un carrito, buscar el coche en el laberinto de los cilindros gigantes de colores. Todo pasa en Barajas.

El hombre perdido no recobró la memoria pero sí que alguna vez había estado en el aeropuerto. A los que no son de aquí la cigüeña les trae en aviones de bajo coste.
Cuidemos Barajas porque es un lugar mágico de Madrid. A veces, hasta aparecen las maletas por ese extraño volcán que vomita sobre una cinta metálica. No hay otro parque de atracciones más emocionante.

Fuente: madridiario.es