En el mundo de los viajes y el turismo, el tema de la publicidad sigue sin dilucidarse, más aún en nuestro mercado, el local.
Se han conocido rotundos éxitos y estrepitosos fracasos por aciertos o fallas en las estrategias.
En la actualidad, quienes llevan la voz cantante en la inversión, comno casi siempre, son las aerolíneas y es, en ese rubro, donde también en Uruguay, últimamente, los observadores atentos, deberían haber sacado enseñanza.
Hay dos grandes sectores que pueden vehiculizar las diferentes propuestas: los medios convencionales por un lado y los especializados, preferentemente digitales por otro.
Los primeros, imprescindibles para lograr el impacto y la inmediata difusión de la propuesta y los segundos, para su afirmación, mantenimiento de presencia y mensaje cotidiano al trade.
Los proveedores de servicios, indefectiblemente, deberán transitar por ambos sectores y convencerse, definitivamente, que la publicidad es un insumo más del producto y nunca un gasto.
Los editores de los medios especializados, deberán asumir, también definitivamente, que se debe transitar, más temprano que tarde, a la jerarquización de nuestros productos y a la natural selección de avisadores.
En pocos rubros como en esta actividad, si se tiene el objetivo claro, es tan sencilla la aplicación de la regla comercial; los canjes o intercambios inútiles, deben ser erradicados y no promovidos y al igual que en el precio de los pasajes, no hay que "regalar" los espacios.
Si cada parte cumple con su cometido, se filtrarán los mensajes y se clarificará el negocio. Aunque suene demasiado duro, es, a esta altura de los acontecimientos, una dolorosa realidad. Nos vemos.