para hacerse con su competidor Aeroméxico, por considerar que la operación permitiría a la nueva empresa desplazar competidores e imponer precios.
Esta decisión despeja el camino para los empresarios mexicanos Alberto y Moisés Saba, padre e hijo, quienes ofrecieron 166 millones de dólares por Aeroméxico, que recientemente elevaron a 250 millones tal como ha venido informando este diario, y para un grupo liderado por el banco Banamex y varios inversionistas mexicanos, que pujó con 160 millones de dólares.
La CFC indicó en un comunicado que resolvió por "unanimidad no autorizar la concentración entre Grupo Mexicana de Aviación y Consorcio Aeroméxico en virtud de que esta operación crearía un agente con poder sustancial en el mercado de transporte aéreo". Para la CFC, la unión de las dos empresas generaría una compañía con "capacidad de desplazar indebidamente a sus competidores e imponer precios y condiciones desfavorables a los consumidores", añade el comunicado.
Según la autoridad antimonopolio, al fusionarse las dos aerolíneas, las más importantes de México, se generaría "una concentración excesiva en 24 rutas nacionales, entre las cuales se encuentran las de mayor tráfico del país" y destacó que la suma de las dos empresas les daría, por ejemplo, el 54,9% del control en la ruta México-Monterrey; el 62,8% en la México-Cancún; el 64% en la México-Guadalajara; el 71% en la México-Mérida; y el 76,1% en la México-Acapulco.
A juicio de la CFC estas son estimaciones "conservadoras", porque en las rutas que salen de la capital mexicana se incluyeron también los vuelos que parten desde el aeropuerto de Toluca, ubicado a 50 kilómetros al occidente del Distrito Federal. Adicionalmente, la dependencia considera que la concentración "difícilmente podría ser contrarrestada por otros jugadores", debido a la existencia de altas barreras para la entrada de nuevos competidores.
En este sentido, explicó que el aeropuerto de Ciudad de México, que es origen o destino del 66% de los pasajeros nacionales, "está saturado en casi todos los horarios, lo cual imposibilita la asignación de horarios de aterrizaje y despegue (slots) a nuevas compañías; además, persiste la discrecionalidad en el momento de otorgar permisos para nuevas aerolíneas, así como en la autorización de nuevas rutas.
"Mientras operaron juntos Aeroméxico y Mexicana, el marco legal actual sirvió para inhibir la entrada y el crecimiento de opciones distintas", subrayó la CFC y agregó que Mexicana se comprometió a abandonar algunas rutas y frecuencias de vuelo, pero "estos compromisos implicarían, de hecho, la reducción de la oferta disponible para los consumidores", sin que ello se traduzca en mayores posibilidades para nuevos entrantes, por la discrecionalidad que impera en la asignación de nuevos slots.
"La fusión entre los dos principales jugadores de este mercado pondría en serio riesgo esta competencia, y redundaría en mayores precios y menos opciones para quienes hoy, por primera vez, pueden usar este medio de transporte", insistió el presidente de la CFC, Eduardo Pérez Motta.
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