Me encontré con Álvaro Neil en la ribera del Nilo un viernes por la tarde. Los dos habíamos llegado hacía poco de Londres, yo en avión en un vuelo de 5 horas, él en bicicleta en un viaje de casi 3 años. Porque el sueño de este asturiano, que hizo más de 37.000 km. desde Marruecos hasta Sudáfrica y desde Lesotho a Egipto, es recorrer el mundo en bicicleta, y en el medio, hacer lo que mejor sabe, entretener a niños y grandes con sus habilidades de payaso. Su campo de pruebas fue América Latina. Allí supo que podía sobrevivir sobre dos ruedas, escribió su primer libro y planeó su viaje en solitario por todo el mundo.
África y América en dos ruedas
Pero mejor que cuente él su propia historia, al fin y al cabo se lo ha ganado a pedaleadas.
El proyecto se llama miles de sonrisas alrededor del mundo y comenzó el 19 de noviembre del 2004 a las 10:00 de la mañana en mi ciudad natal, Oviedo, Asturias, rodeado de más de 50 ciclistas que me acompañaron unos kilómetros hasta que me quedé solo. Cuando estoy pedaleando en el desierto no estoy para bromas y cuando estoy haciendo el payaso no pienso en el desierto.
Fui recorriendo España de norte a sur hasta llegar a Gibraltar y allí crucé a África buscando mi sueño que es dar la vuelta al mundo en bicicleta, llevando en mis maletas el equipo de aventura, pero también mi nariz de payaso y algunos juegos de magia para hacer mi espectáculo.
Mi página web se llama biciclown.com, es un poco la bici, es un poco el payaso. A veces me preguntan qué tanto por ciento hay de mí en cada cosa y yo no quiero ni elegir. Cuando estoy pedaleando en el desierto no estoy para bromas y cuando estoy haciendo el payaso no pienso en el desierto.
En África entré en diciembre de 2004 y de allí he recorrido unos 30 países: Marruecos, Mauritania, Senegal, Gambia, Guinea Bissau, Guinea, Mali, Níger, Burkina, Benín, Nigeria, Camerún, Gabón, Congo, Kinshasa, Angola, Namibia, Sudáfrica, Lesotho, Swazilandia, Mozambique, Malawi, Tanzania, Ruanda, Uganda, Kenia, Etiopía, Sudán y Egipto.
Rutina diaria
Mi día a día está ya mecanizado. Encuentro las cosas en mis siete alforjas con los ojos cerrados. Al principio no fue así.
Desde 2004, Álvaro lleva pedaleados más de 37.000 kilómetros.
Me levanto en general antes de que salga el Sol, recojo la tienda o, si he dormido en una escuela, me despido de los profesores, preparo un poco de agua, desayuno y me pongo en marcha.
Generalmente recorro unos 100 kilómetros hasta la puesta del Sol. A veces no hay carreteras buenas y todo se complica. A veces no te queda más que hacer 140 para llegar al próximo sitio con agua. Por el día voy encontrando comida, voy encontrando personas y nunca tengo pensado dónde voy a dormir hasta eso de las cuatro de la tarde cuando empiezo a preguntar dónde está el próximo pueblo, si hay escuelita. Y entonces cocino -generalmente arroz, verduras si tengo... carne nunca compro-, me baño, cambio la ropa de ciclista por la normal, escribo el diario y me voy a dormir.
Esto significa que mis gastos son bastante reducidos y puedo hacer un proyecto de diez años con una economía de guerra, vivo al menos con unos US$200 para pagar hoteles, alojamiento, comida, internet, visados, y a veces cae alguien del cielo que me da lugar para dormir y no tengo que tocar el dinero.
Campo de pruebas
Yo comencé primero con América del Sur, aquello fue el germen de este proyecto de recorrer el mundo y la confirmación de que mi vida en una bicicleta es posible. Yo dejé mi trabajo en una notaría de Madrid y el 8 de septiembre de 2001 comencé a pedalear en Bolivia.
Recorrí Bolivia, Argentina hasta Ushuaia, Chile, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Brasil, Paraguay y Uruguay en 19 meses, 32.000 kilómetros, y viví situaciones únicas como la crisis económica argentina, elecciones en Perú, en Brasil, y la situación contra Chávez cuando casi parecía que iban a derrocarlo.
El lenguaje me hizo mucho más fácil organizar mis espectáculos así que hice 49 y descubrí que Argentina, que Perú, que Chile adoran España a pesar de lo que les hicimos y me sentí muy bien acogido. Estoy deseando volver para ver a los amigos del camino. Probé primero en América del Sur por el idioma, porque era más fácil para mí. Y luego preferí atacar África cuanto antes -entré en este continente cuando tenía 37 años, ahora tengo 40- porque acá la salud realmente se ve afectada.
He pasado cuatro malarias, una cerebral, he estado a punto de morir y creo que la salud es muy importante para hacer África. Tampoco se puede hacer con 20 años, porque hay que tener cierta entereza personal y una madurez, pero tampoco se puede hacer con 50 años.
La pobreza
África es el continente más duro para pedalear. Aquí es difícil beber agua, es difícil comer y es difícil desplazarse. Mucha gente en América del Sur me decía "somos muy pobres", bueno, el nivel de pobreza depende de con quién te compares.
África es el continente más duro para pedalear, asegura Álvaro. África es en ese sentido un continente mucho más duro. Necesitas de las otras personas para vivir. Aquí no puede haber egoísmo, aquí un pollo es para muchas familias; la toma de agua no está en tu casa, está en el centro del pueblo; de la luz de un poste se nutren siete viviendas.
Así que en África la familia es muy importante. La pertenencia a un clan es fundamental. Por eso cuando les digo que no tengo mujer ni hijos se asustan, porque con 40 años quién va a cuidar de mí cuando sea mayor. Y cuando sea mayor no es 70 años, es pasado mañana, porque la esperanza de vida aquí, yo ya la he superado.
Ahora con 40, tengo África en las piernas y puedo seguir el viaje, pero primero quiero estar tres meses en Cairo para escribir un libro, como el que escribí en América Latina. Se llamará "África con un par", con un par de muchas cosas... un par de narices, un par de ruedas. Y después de África ir hacia Asia, Australia, Nueva Zelanda, América, Europa, unos siete años más antes de volver a España.
Fuente: bbcmundo.com