Del mismo modo han criticado públicamente a gente como Elisa Carrió o Mauricio Macri que si, vienen a la Punta.
Hace unos días, en un artículo de Virginia Ródenas, escrito para el ABC de Madrid, la colega decía: " es raro encontrar por esos mundos de Dios gentes tan hospitalarias y acogedoras como los uruguayos. Lo dicen hasta los propios argentinos. Por eso siempre vuelven."
Este fin de semana estuvimos en nuestro principal balneario y pudimos comprobar, en vivo y en directo, la notoria presencia de ciudadanos argentinos en la Península y alrededores.
Es que, salvo que los priven de su libertad, los amantes de Punta del Este que cuenten con medios para venir, lo van a seguir haciendo, le guste o no a su gobierno.
Venir de vacaciones de verano a Punta es, para muchos argentinos, además del descanso de un año duro, la posibilidad de disfrutar el tiempo libre junto a su familia o reencontrarse con muchos amigos, es estar en el escenario donde pueden hacer gala de sus logros, su poder, su patrimonio.
¿De que le serviría ganar tanto dinero a los exitosos empresarios si no pueden demostrar los resultados?
¿Para qué comprarían sus jets privados, lujosos automóviles y espectaculares mansiones?
Pero también están los otros visitantes del mismo origen.
Los que llegan como pueden y se alojan donde les permite el bolsillo.
El sábado, delante nuestro, hizo su arribo al lugar, una familia entera a bordo de un Fiat 1500 de casi cuarenta años.
El fin de semana, los restaurantes más caros estaban repletos, como así también las chiviterías y las cervecerías populares.
El tránsito era un caos y en el mismo, destacaban por la cantidad, las matrículas con fondo negro.
Decirle a los argentinos que no vengan en verano a nuestra costa es lo mismo que pretender que no vayamos nosotros a cumplir el rito del Teatro de Revistas o el bife de chorizo en Buenos Aires; que no visitemos Bariloche, Córdoba, Iguazú o como está de moda ahora, la porción más austral del vecino territorio.
No alcanza con bloquear puentes y gritar denunciando como acostumbra el matrimonio K.
La realidad de los gustos rioplatenses se podría explicar con la frase que se graba en muchas banderas de equipos de fútbol de anbas orillas: "es un sentimiento..." y contra eso, no hay bravata que prospere por más poder que se pretenda ostentar. Nos vemos.