En los días previos al partido se habla de lo que sucederá el domingo de tarde, se hacen pronósticos, se recuerdan antecedentes, se analizan los equipos por línea, por jugador, por técnico, por cocinero, por masajista, etc. Ya sea en el liceo, en el trabajo o en el bar, nadie escapa a lo que se viene. Es el tema excluyente de la semana previa y de la semana siguiente. Al que no le gusta el fútbol le conviene, aunque sea de manera superficial, tener alguna información para meter algún bocadillo. De lo contrario, a ese uruguayo se lo puede calificar como descendiente de algún marciano, o por lo menos, de haber nacido con un pie del otro lado de la frontera. Durante estos días no importa si sube la luz o el boleto, si aumentaron o crearon algún otro impuesto. Lo que importa es el clásico del domingo.
En esta oportunidad la victoria le correspondió al equipo de Gregorio Pérez. Los "carboneros" se impusieron por 4 a 1. El resultado habla por sí solo. De esta manera, los aurinegros rompen la hegemonía que había logrado el equipo tricolor en enfrentamientos clásicos a lo largo de los últimos tres años y se colocan a dos puntos del líder del torneo, Danubio, al cual deberán enfrentar en la última fecha de la competición. El otro equipo que tenía posibilidades de terciar en la pelea por el título, Defensor, ganó su partido frente a Tacuarembó, y se prende así en la lucha por la punta. El fútbol uruguayo parece así adquirir real interés en las últimas fechas de disputa, sacudiendo la modorra acumulada de cada una de las etapas que se suceden en nuestro más tradicional pero alicaído y triste deporte. Más allá de los detalles del partido clásico, esta jornada marcó, una vez más, que las tradicionales camisetas del fútbol uruguayo seguirán eternamente convocando a la gente para llenar el Estadio Centenario. Había muchas dudas acerca de la respuesta del público a la convocatoria clásica: temas vinculados a la seguridad, que Nacional ya no disputaba ningún punto importante en este campeonato, que Peñarol hace mucho que no juega a nada, que estábamos a fin de mes, que por televisión es más cómodo, etc. A pesar de estos y de muchos otros inconvenientes, la gente respondió. El Estadio, nuevamente se vistió de fiesta. Y nosotros que deberíamos estar pensando en cosas "importantes", por algunas horas más seguiremos "analizando" todos los detalles del clásico: que si fue penal, que si debió expulsarlo, que si flechó la cancha, que no debió haber jugado si estaba lesionado, que tendría que haber hecho el cambio mucho antes, que la culpa es de los periodistas que lo agrandaron, que hay jugadores que son para los clásicos y que otros no, etc. En conclusión, se nos fue otro clásico. La pasión volvió a recorrer las venas de nuestra gente. Pero como dijo el "Canario" Olveira (Peñarol): "A esto hay que quitarle dramatismo. Nosotros hacemos lo que nos gusta y nos pagan bien. La verdadera presión la tienen los que no llegan a fin de mes". Para los que están adentro y son protagonistas de estos duelos, gracias por hacernos vibrar a los que estamos afuera en cada oportunidad de un clásico. Para los que están afuera, pero son parte del espectáculo, también gracias, por renovar la ilusión de la gran fiesta.
Detalles del partido:
Peñarol: Juan Castillo, Nelson Olveira, Luis Nunes, Paolo Montero, Diego Rodríguez, Egidio Arévalo Ríos, Maximiliano Bajter, Maximiliano Arias, Alberto Acosta, Nicolás Vigneri y Alejandro Delorte.
Nacional: Jorge Bava, Diego Jaume, Diego Godín, Adrián Romero, Rodrigo Vázquez, Jorge Brítez, Javier Delgado, Agustín Viana, Marcelo Tejera, Carlos Juárez y Diego Alonso.
Árbitros: Roberto Silvera, Miguel Nievas y Robert Muniz.
Goles: Rodrigo Vázquez (2 N), Nicolás Vigneri (8 P), Alejandro Delorte (29 P), Egidio Arévalo Ríos (33 1ºT y 16 2ºT P).