En cifras: según la cámara hotelera local, de las 15.000 camas que hay en vidriera ya se ocupó un 90%. En cambio, de los 150.000 lugares disponibles en el sector inmobiliario, la demanda no supera al 60%.
¿Los motivos? Más allá de una simple cuestión de oferta, los hoteles se llenan más rápido porque los turistas vienen a veranear por pocos días. Y el alquiler de los departamentos es por quincena. "Con matices, se terminó aquel perfil del argentino que alquilaba por dos semanas. Ahora vienen a pasar sólo unos cuantos días, no más de cuatro o cinco. Por eso, hoy es casi imposible conseguir habitación en un hotel mientras que viviendas para alquilar hay a montones", señaló Alberto Prandi, asesor de la Asociación de Inmobiliarias local (ADIPE).
Ese cambio de perfil también se explica por los altos precios para los bolsillos argentinos. Por la diferencia cambiaria, esta temporada resulta una de las más caras: los hoteles de tres estrellas no bajan de los US$ 110 diarios, y un tres ambientes a cinco cuadras de la playa sale al menos US$ 2.500 la quincena. Para comer también hay que gastar mucho: una pizza con jamón, $ 50; un sandwich de chivito, $ 30; y un vaso chico de helado, $ 8. Llenar un tanque de nafta de 60 litros sale $ 230.
Punta del Este tiene una capacidad para 300.000 personas y, según las autoridades de Maldonado, durante estos últimos quince días de enero dormirán, en promedio, unas 230.000 visitantes por día. "Los argentinos representan el 70% de la ocupación hotelera. Y salvo por la llegada de porteños, que sigue siendo muy fuerte, por los cortes se perdió a muchos turistas de clase media que venían del interior", dijo Héctor Araujo, presidente del Centro de Hoteles y Restaurantes de Punta.
Si bien los operadores esperan que en la segunda quincena llegue más gente que la primera, los comerciantes resaltan que el público que se retiró es mucho más consumidor que el actual. Ya le llaman el fenómeno caipirinha: los brasileños reservaron las suites más caras, ocuparon los mejores departamentos y hasta se animaron a organizar fiestas millonarias. En más de una década, el tipo de cambio nunca los favoreció tanto como este temporada, caso opuesto para los argentinos, que ahora dicen "deme medio" mientras los brasileños se quedaron con el "deme dos".
fuente: clarin.com.ar