por Alisa Tang, AP
28ENE 08 PDU
Kabul intenta recuperar sus partes más antiguas, destrozadas por años de guerras civiles,
talibanes y la invasión occidental para derrocarlos; algunos de sus
rincones son parte importante de la historia cultural del mundo.
El año pasado, las calles en algunos tramos del sector antiguo de la ciudad bajaron de nivel casi tres metros.
¿El motivo? Una recolección masiva de basura. Prácticamente todos los hombres desempleados en Murad Khane fueron reclutados para despejar años de desperdicios y lodo apilados en las calles. Cuando terminaron la tarea, las calles y callejuelas estaban más bajas.
El proyecto es parte de un esfuerzo para limpiar y despejar la vieja Kabul después de seis años de relativa paz, gracias a millones de dólares provenientes de donantes extranjeros.
La Fundación Montaña Turquesa (Turquoise Mountain Foundation), que está dedicada a las artes y arquitectura tradicionales de Afganistán, ha gastado un millón de dólares en la conservación y limpieza del vecindario de Murad Khane desde el año pasado. La organización de Kabul es financiada por donantes occidentales y de Medio Oriente.
El menor nivel de la calle al principio dejó la puerta de entrada de la casa de Abdul Salaam curiosamente fuera de lugar, enclavada a casi un metro (tres pies) más alta que el suelo de la plaza a su frente. Por eso la fundación tuvo que arreglar también su puerta.
"Se ve mucho mejor", comentó Salaam sobre el vecindario despejado. "Y ya no huele mal".
Junto a la casa de Salaam, la fundación acaba de completar su primera restauración completa, la Casa del Pavo Real de 130 años, llamada así por los pavos reales tallados en madera en las esquinas de los marcos de madera de las ventanas.
Hay casas parecidas en las callejuelas de la ciudad vieja en esta capital convulsionada por la guerra. El visitante traspone la puerta de madera y un portal cubierto y desemboca en un patio íntimo, completamente rodeado de paneles tallados, como si estuviese en medio de un enorme alhajero. Los paneles se levantan cuando hace calor para abrir los cuartos de la casa al patio.
Esas intrincadas viviendas del siglo XIX apenas sobrevivieron los bombardeos en la década de 1990, cuando Kabul se convirtió en el frente de combate en la cruenta guerra civil afgana, y después los planes de demolerlas para construir edificios de departamentos.
Las bombas y los terremotos han dejado a la mayoría prácticamente en ruinas.
Ahora las casas de madera y lodo son restauradas a su antiguo esplendor, lo que despierta orgullo entre los residentes de la ciudad vieja, en su mayoría gente de trabajo.
"Solía ser hermosa, pero durante los combates un par de cohetes hicieron impacto en la casa", dijo Aminullah, un carpintero de 63 años cuya familia ha vivido durante casi dos siglos en la misma casa de madera, de dos pisos.
El techo ha sido reparado y el patio repavimentado con ladrillos.
"Las casas en la parte antigua son muy viejas". dijo Aminullah, que sólo usa un nombre. "Nuestros antepasados nos las dejaron. Si alguien me pidiera cambiarla (por otra moderna), no lo haría porque estoy muy apegado a esta casa".
Su casa es una de las 11 restauradas por el Fondo Aga Khan por la Cultura (Aga Khan Trust for Culture), que ha gastado más de ocho millones de dólares en trabajos de conservación histórica en Kabul desde 2002, justo después que la invasión encabezada por Estados Unidos desalojó al régimen del Talibán.
La organización con sede en Ginebra, que hace obras de caridad principalmente en países musulmanes, ha centrado sus esfuerzos en el barrio densamente poblado de Asheqan wa Arefan. Con unos 100 residentes por acre 1 (0,4 hectárea), tiene una densidad de población 10 veces superior a Nueva York, aunque todavía menos que Mumbai, en India.
El Fondo Aga Khan también se ha abocado a dos grandes trabajos de restauración en Kabul: la tumba del siglo XVIII del gobernante Timur Shah, junto al bazar de la ciudad vieja, y un jardín de 11 hectáreas trazado en el siglo XVI a la entrada de la ciudad vieja.
Pero son los proyectos a menor escala -las casas, un baño público, varios santuarios y mezquitas pequeñas- los que han tenido el mayor impacto en la gente.
La ciudad vieja es un laberinto de callejuelas, viviendas y santuarios. Algunas de las casas viejas son escuálidas, con lodo apilado en el patio y pollos merodeando entre los charcos. A su lado, lucen casas de madera recién restauradas.
Un plan en 1979 de demoler Asheqan wa Arefan para levantar edificios de departamentos fue archivado en el 2002.
"Algunos empresarios querían levantar grandes edificios aquí, pero esta área nos la legaron nuestros antepasados durante muchas generaciones, y tenemos que respetarlo", afirmó Sayed Hassan Parwisi, un líder comunitario en la ciudad vieja. "El lodo de esta zona es como un santuario para
nosotros. Estamos orgullosos de estas casas de lodo y madera que tenemos porque esta es nuestra historia".
Las calles que solían ser charcos lodosos por las que fluían las aguas servidas han sido pavimentadas. Las mujeres informan al Fondo Aga Khan que la mejora más importante es el desagüe instalado para mantener limpio y saludable el vecindario, como también a sus hijos.
En vez de traer expertos internacionales, el Fondo Aga Khan usó artesanos locales para las tareas de restauración.
"En una ciudad con programas (de desarrollo) por mil millones de dólares, es prudente ser un poco más modesto``, dijo Jolyon Leslie, que administra el programa de la organización en Afganistán.
No fue fácil convencer a los residentes de la ciudad vieja sobre el valor de sus casas de madera, mientras los afganos más pudientes construyen enormes casas de cemento adornadas con espejos. Pero a medida que los residentes ven las mejoras a su alrededor, se ofrecen a ayudar, dijo Parwisi, el líder comunitario.
"A todos nos encantaría tener casas de cemento, grandes edificios, casas hermosas, pero si no tienen historia, no sirven``, dijo.
"Nuestro principal interés en esta zona es su historia. Queremos estas casas porque nuestros antepasados han vivido aquí durante generaciones".
fuente : el paisdigital