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Lunes, 03 Marzo 2008 11:30

Ayer, hoy y mañana Punta del Este

por Gilberto Aguilar Avilés
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03 MAR 08 PDU
Dicen los uruguayos que en Punta del Este el sol se moja dos veces al día y es cierto. Si usted se para al extremo de la “Punta”
ve salir el sol madrugador a su izquierda por el océano Atlántico; y doce horas después lo verá hundirse a su mano derecha en el inmenso estuario, todavía mezcla de mar con Río de la Plata.

En el siglo pasado, la actual península era una isla arenosa que se fue uniendo al continente. Su privilegiada posición geográfica y el espíritu emprendedor de los uruguayos fue convirtiendo el lugar en la más deslumbrante meca turística del Cono Sur, a 135 kilómetros de Montevideo.

En realidad Punta del Este no es solo “Punta”. Es una extensión de la ciudad de Maldonado y, además de espléndidas playas doradas, hay en la zona impresionantes bosques, arroyos, lagunas, acantilados e islas que tienen playas bravas a un lado y tranquilísimos remansos frente a la costa continental.

Pero, por supuesto, lo más impresionante es lo que el hombre ha hecho. Todo el sofisticado confort del mundo se reúne en Punta del Este. El turista puede elegir entre las miles de habitaciones de hotel o los apartamentos para todo gusto y precio en sus abundantes rascacielos.

Los opulentos y excéntricos del mundo han desarrollado otras barriadas de suntuosas residencias que compiten con Niza y tantos sitios en el Mediterráneo.

El Tesoro, El Jaguel, Barra de Maldonado, San Rafael, Cantegril y Punta Ballena son algunos de estos sofisticados y opulentos barrios. Lo demás lo hace la gente. Una vez instalado en cualquier lugar de esta increíble área —ya que hay para todas las posibilidades— el reloj solo es importante para los relojeros.

Los casinos más abarrotados del mundo están aquí; espectáculos frívolos o de bellas artes saturan la temporada; boutiques y exhibiciones de ropa imponen las modas sureña de cada año; festivales de cine; torneos deportivos, navegación de toda clase, sky, polo, carreras y surfing son platos más fuertes.

Convenciones de negocios, congresos culturales y foros políticos constituyen eventos cotidianos; centros de descanso, meditación, recuperación y contacto intenso con la naturaleza esperan el deseoso de quietud; discotecas de sicodélicas luces y estridentes melodías se disputan a los más animosos.

La Isla Lobos, con doscientos mil especímenes, es un reservatorio impresionante de focas, morsas, leones marinos, lobos, aves y demás fauna austral; en tanto que la isla Gorrite ofrece la más espléndida playa desde donde se contempla el horizonte de rascacielos de la Punta.

Como una curiosidad histórica, en el extremo del malecón de la península se conserva, como recuerdo de uno de los episodios más dramáticos de la Segunda Guerra, el ancla inmensa de uno de los buques de guerra que participó en la famosa Batalla del Río de la Plata, en la cual el acorazado de bolsillo alemán “Graff Spee” fue acorralado por la armada británica.

Hay muchos caminos para llegar a Punta del Este, aunque lo más conveniente para el turista que no pertenece al “Jet Set” es tomar un agradable “tour” desde Buenos Aires.

Una vez ahí nada falta; el problema es elegir en este inmenso y deslumbrante repertorio del entretenimiento, en donde el sol se baña dos veces el mismo día.

 
fuente: La Prensa Gráfica, Noticias de El Salvador