cuesta 7,50 euros.
Este no fue un viaje más; por fin, llegábamos a Navacerrada.
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Cuando era un niño, mi hermana mayor leía las fotonovelas del momento; las
había argentinas y españolas y en éstas últimas, el jet set madrileño iba
a esquiar a Navacerrada.
Ya se habrán dado cuenta que también leíamos esas historias de amor y nos
llamaba mucho la atención el nombre: Navacerrada.
Hace 20 años, a fines de enero de 1988, invitados por Omvesa, representada
en Uruguay por el inolvidable amigo Rodolfo Llacer, pisábamos por primera
vez suelo español y, camino a Segovia, en un auto rentado y conducido por
un compañero del grupo, vimos la cartelería que indicaba el ascenso al famoso Puerto de Esquí.
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Comentamos nuestro deseo de visitarlo y se nos explicó que nevaba en la
montaña y que el coche no estaba equipado convenientemente. Además, era el
día de retorno a Uruguay y cualquier demora que ocasionara la nieve, nos
haría perder el vuelo.
Nos resignamos en parte pues, el conductor equivocó la ruta al regreso y
en plena nevada, pasamos cerca de la estación invernal.
Salvo alguna oportunidad que habíamos visto nevar en Bariloche, era la
primera vez que transitábamos la nieve. La emoción nos embargó y
comenzamos a sacar fotos una tras otra hasta completar las 36.
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De regreso a Montevideo, de las primeras cosas que hicimos fue revelar el
rollo y...se nos había velado.
Esta vez llegamos, fotografiamos y por suerte, ya no hay rollos, acabamos
de bajar las imágenes a la web y si bien no existe la cantidad de nieve de
enero, se puede disfrutar su blancura.
Por encima de los 1.800 metros sobre el nivel del mar, apenas a 60
kilómetros de Madrid, pudimos cumplir nuestra fantasía y la compartimos
con nuestros lectores.
SAH