Esto, que ha recrudecido en estas horas, ya venía produciéndose desde hace varios días con una secuela de incomodidad, problemas para la salud y muertes. Recordemos los múltiples accidentes que se produjeron en la ruta 9 entre Zárate y Ramallo y que, lamentablemente, costaron vidas.
En aquellas horas, nadie terminó de explicar la falta de acción para tomar medidas preventivas
que evitaran semejante costo, y las expresiones de los organismos oficiales sobre el asunto fueron escasas y poco precisas.
Por eso es que se generó tanta inquietud y reclamo cuando el humo nos ha vuelto a invadir en
estos días, con la perspectiva de quedarse entre nosotros por lo menos hasta el martes
próximo. Es evidente que durante el citado lapso no se tomó, ni desde la administración
nacional ni desde las administraciones de las provincias afectadas, ninguna medida
importante tendiente a prevenir la repetición del episodio. Por eso, cuando, por fin, el
Gobierno nacional salió a ocuparse del tema lo hizo de manera poco feliz.
Más allá de las penalidades que les quepan a quienes hayan sido los autores de tamaña
barbarie, los funcionarios repitieron el patrón ya clásico de tratar de eludir toda
responsabilidad y no tuvieron peor idea que instalarlo en el contexto del conflicto con el
campo.
El viernes por la tarde, mientras el humo irritaba los ojos, las gargantas y los bronquios
de todos los habitantes de la Capital, el Gran Buenos Aires y zonas aledañas, la secretaria
de Medio Ambiente, doctora Romina Picolotti, dijo que el operativo de combate contra los
incendios había sido un éxito. Fue imposible no acordarse de su predecesora, la ingeniera
María Julia Alsogaray, quien a fines de enero de 1996 utilizó la misma frase cuando los
incendios arrasaban, imparables, hectáreas tras hectáreas en el Sur.
Por su parte, el gobernador Daniel Scioli dijo ayer que algunos focos de incendio habían
podido ser controlados. ¿Dónde está la verdad?
En medio de esta discusión, un dato para tener en cuenta. En La Haya hay quienes están
tomando nota de todas estas cosas a la luz de la controversia que se ventila allí como
consecuencia de la instalación, en Fray Bentos, de Botnia, la fábrica productora de pasta
para la elaboración de celulosa. En Montevideo también están registrando esto prolijamente.
Va de suyo que este hecho de contaminación terrible, del cual también están siendo víctima
algunas zonas de la República Oriental del Uruguay, debilita mucho la posición de la
Argentina y la declamación del Gobierno de tomar el tema del cuidado del medio ambiente como
prioritario.
Con el campo las cosas siguen complicadas. Hay una estrategia muy clara. El Gobierno ha
decidido ser quien marque la agenda. Los dos hechos de la semana lo muestran claramente.
El primero fue el punto de la negociación por la carne. Este es un tópico que fue posterior
al que motivó el inicio del conflicto. Recuérdese la anécdota de la detención de un envío de
exportación que fue detenido por decisión del secretario Guillermo Moreno mientras el
ministro de Economía estaba reunido con gente del sector.
La negociación del jueves pasado fue tensa y tuvo un momento dramático cuando los
funcionarios del Gobierno sacaron un texto con papel membretado para que los representantes
de las entidades lo firmaran. En ese escrito se delineaba un supuesto acuerdo que,
evidentemente, no era tal. Ante la negativa de los representantes del campo a firmarlo, se
pasó a un cuarto intermedio buscando una diagonal que permitiera concretar algún tipo de
acuerdo real. Haber salido de esa reunión sin nada en concreto hubiera recalentado el ya de
por sí caldeado ambiente que sigue reinando entre los chacareros.
El otro hecho que indica la decisión del Gobierno de avanzar en la negociación con el campo
a través de la estrategia de los hechos consumados, lo representa el sorpresivo anuncio de
las medidas para los granos los famosos reintegros que realizaron el jefe de Gabinete,
Alberto Fernández, y el ministro de Economía, Martín Lousteau, el viernes por la noche. Los
ruralistas se desayunaron a esa hora de la noche vaya paradoja con una un serie de medidas
sobre las cuales, supuestamente, deberían estar hablando la semana próxima. Los teléfonos de
los dirigentes agropecuarios que llevan adelante la negociación con el Gobierno no pararon
de sonar hasta bien pasada la medianoche. Lo que recibían en esas conversaciones era el
descontento de sus representados.
La estrategia del Gobierno está clara en cuanto a marcar la cancha. Habrá que ver si es
efectiva o no. Incluso, a la luz de los hechos, hay preguntas que hacerse que no tienen, al
momento, una respuesta clara. Una de ellas, por ejemplo, refiere a la supuesta interna entre
Alberto Fernández y Guillermo Moreno. Durante las tensas reuniones con las entidades rurales
uno hace de malo Moreno y otro de bueno Alberto Fernández.
¿Esto es en verdad así, o se trata de una puesta escena que responde a algo planeado por el
matrimonio presidencial y que busca el ablande de los ruralistas?
La ausencia en las negociaciones del ministro de Economía es una muestra, a su vez, del
estricto y acotado campo técnico al cual se limita su accionar.
Por las dudas, a esta altura del partido hay que insistir con algo que desde el Gobierno se
reafirma de una y mil maneras: las retenciones móviles no se eliminarán y, por ende, no
serán motivo de ninguna negociación. La gente del campo debe entender que en esto no se va
a ir atrás porque es una decisión de política económica. Además, con los reintegros se busca
combatir las actividades en negro que abundan en el sector, insisten en la Casa Rosada,
donde se viene siguiendo con mucha atención los movimientos de Alfredo De Angeli, cuya
popularidad en el sector, para preocupación del Gobierno y de algunos dirigentes del agro,
no para de crecer.
Desde el campo la respuesta es de bronca creciente. Internet hoy permite leer el cruce de
comentarios que se va dando entre la gente del sector y el estado de asambleísmo permanente
que se registra en muchas localidades del interior. Junto con la bronca hacia el Gobierno
hay un dato a tener en cuenta: no le creen, y cuando se habla de los reintegros la anécdota
es rica en episodios de la maraña burocrática ante la cual terminan sucumbiendo los
productores más pequeños. Por eso ellos mantienen su postura que, repiten, es invariable:
Si no se eliminan las retenciones móviles no hay acuerdo posible.
Así las cosas, el 2 de mayo, día de la finalización de la tregua, se acerca y hasta el
momento la evolución de toda esta negociación tiene curso de colisión. Esto sería malísimo.
Nota al margen: El ejercicio de la memoria nos lleva a recordar que el secretario de
Agricultura, Javier De Urquiza, supo estar del otro lado del mostrador ya que fue dirigente
de las Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) en Santa Cruz. Fue allí que Kirchner lo
incorporó a su equipo. Durante el tiempo en que Miguel Campos ocupó el puesto de secretario
de Agricultura, De Urquiza fue subsecretario y era un secreto a voces que con Guillermo
Moreno tenía buena química.
La inflación
El tema preocupa, y mucho, al Gobierno. Hay que decirlo con todas la letras: en el Gobierno,
con cámaras y grabadores apagados, nadie le cree al INDEK.
Por lo tanto, a la Presidenta se le hace difícil impulsar el diálogo en busca del acuerdo
social, ya que se trabaja sobre bases ficticias. Esta irrealidad es corrosiva para cualquier
acuerdo de este tipo. Ya anticipamos aquí, la semana pasada, la existencia de opiniones de
alarma del economista Eduardo Curia, a quien el Gobierno presta mucha atención.
Aquí aparece la figura de Roberto Lavagna. Desde algunas fuentes gubernamentales se dio por
hecho un contacto con el ex ministro. Es más: desde allí se hablaba de una conversación con
Alberto Fernández y hasta de la existencia de un pequeño escrito un paper en el cual el
Dr. Lavagna mencionaba tres medidas concretas, a saber:
- Flotación del dólar.
- Enfriamiento de la economía.
- Normalización del INDEK.
Desmiento categóricamente esto, fue la respuesta del Dr. Lavagna al ser consultado al
respecto por esta columna.
Lo cierto es que, en sus declaraciones radiales a FM Aspen del día de ayer, el ex ministro
sostuvo que El modelo se está deshilachando por el lado del consumo, por el lado de la
producción, y esto no es proteger a las empresas solamente sino también proteger el
trabajo. En términos técnicos, el enfriamiento de la economía lleva a disminuir el
consumo y la flotación del dólar favorece a las empresas nacionales.
Mientras tanto, el Frente para la Victoria cruje. La rebelión de muchos radicales K es
difícil de contener. La deserción del gobernador de Catamarca, Brizuela del Moral, es la
punta de un ovillo que nadie sabe dónde termina. Al gobernador le prometieron fondos para la
construcción de viviendas. Esa es un área que maneja el arquitecto De Vido. Lo cierto es que
los trabajos comenzaron y la plata no apareció. Esto dio origen a reclamos sindicales que
llegaron al punto de amenazar con la realización de una huelga. Brizuela, que era el menos K
de los gobernadores radicales, encontró los fondos para solucionar el problema pero le dijo
adiós a la concertación singular de los Kirchner.
A ciencia cierta, hoy los radicales K no saben qué pito tocan en este gobierno. Los
legisladores flotan en una anodina intrascendencia, producto de la inacción a la que el
matrimonio Kirchner somete al Congreso. Se les bajan órdenes sobre decisiones en las que no
tienen ni arte ni parte. El vicepresidente Julio Cobos está preocupado en ver qué
visibilidad le puede dar a su imagen envuelta por el humo de la irrelevancia. Los intendentes de las ciudades y pequeños poblados de las distintas provincias afectadas por la
crisis entre los ruralistas y el gobierno han quedado mal parados, porque la gente que los
votó allí depende mucho del campo y, en consecuencia, les reclaman apoyo. A su vez, ese
apoyo puede dificultar la llegada de los fondos necesarios para hacer frente a la gestión.
Encima, la decisión del ex presidente en funciones, Néstor Kirchner, de presidir el Partido
Justicialista ha significado una reconfirmación de la vieja política a la que, en realidad,
nunca abandonó, que nada tiene que ver con la transversalidad prometida.
Es en medio de este valle de lágrimas que algunos radicales K se han dado cuenta,
tardíamente, del real significado de el cambio que no cambia.
Producción periodística: Guido Baistrocch.
fuente perfil.com