continua cerrado a la prensa, está bien lejos de la normalización, pero los perjuicios económicos y de
imagen que se derivaban del cierre, parecen haber podido más que los inconvenientes, de tipo policial, que acarrea la presencia de extranjeros en la descontenta capital tibetana, Lhasa, y otros lugares turísticos de Tíbet.
El año pasado más de cuatro millones de turistas, chinos y extranjeros, visitaron Tíbet, que tiene 2,8 millones de habitantes. La cifra representa un 73% más que en el 2006. El aumento es, en gran parte, consecuencia de la apertura, en julio de 2006, del primer vínculo ferroviario del territorio con el resto de China, pues casi la mitad de los turistas llegan a Lhasa en tren. Desde entonces, el turismo supone
un 9% del PIB del territorio, el más subvencionado por el gobierno central de toda China. Pese al enorme esfuerzo, Tíbet sigue siendo una de las zonas más pobres yretrasadas de China. La paralización del turismo significa un duro golpe.
El otro aspecto de la medida es la imagen. El sábado, la antorcha olímpica fue paseada por Lhasa, con fuerte vigilancia y sin incidentes, tras haber sido reducida su paso por Tíbet de tres días a uno. La víspera, se había puesto en libertad a 1157detenidos vinculados a los disturbios de Lhasa, en los que murieron, según fuentes oficiales, 18 civiles y un policía, casi todos a manos de tibetanos.
El exilio tibetano mencionó 209 muertos en el conjunto de Tíbet, e incluso 89 fallecidos a manos de la policía en Lhasa entre los días 10 y 15 de marzo, pero no hay evidencias de grandes matanzas. La muerte de ciudadanos en protestas, de las que el año pasado hubo 80.000 en el conjunto del país, es bastante rara en la China actual. Incluso considerando la especial situación que impera en lugares como Tibet
o Xinjiang, 209 muertes, por no hablar de 89 sólo en Lhasa, sería algo realmente extraordinario.
Uno de los dos periodistas occidentales presentes en Lhasa inmediatamente despuésdel disturbio, el corresponsal de "Die Zeit", ofreció testimonios directos sobre elno uso de armas de fuego letales por la policía en la capital, lo que fue la versión oficial china desde el principio. Un segundo periodista de "The Economist", mencionó, "disparos aislados, probablemente de advertencia". Aquellos días había
varios miles de turistas en Lhasa, donde mucha gente tiene teléfono móvil con capacidad de fotografiar, que no produjeron ninguna imagen de policías disparando ode cadáveres. En contraste, esas imágenes se recibieron a las pocas horas en el distrito de Abba, donde sí que se registraron algunos muertos por disparo policial.
De lo que hay pocas dudas es de que la campaña de "reeducación" y adoctrinamiento, especialmente de monjes, ha sido intensa. Algunos observadores mencionan la burda campaña de descrédito del Dalai Lama de los últimos años, como una de lasprincipales fuentes del resentimiento que estalló en marzo. Ahora, esa campaña sigue a piñón fijo y con el mismo resultado: vence, pero no convence, e incrementa el
descontento. Muchos detenidos denuncian también haber sido objeto de los habitualesmalos tratos. Oficialmente hay 116 detenidos en espera de juicio. Un total de 42 juzgados han sido condenados a entre tres años de cárcel y prisión de por vida.
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