Que haya lanzamientos de temporada es algo cuya conveniencia y necesidad son en sí mismas discutibles (por lo menos que sólo haya lanzamiento de temporada estival). Usted escucha a todo el mundo patear contra la estacionalidad, pero luego -en los hechos- no sólo ella sigue tan
campante, insensible a los discursos sin contra parte en los hechos, sino que se ve reforzada también por el accionar mediático de autoridades y operadores.
Obviamente está bien hacer cosas en y para el verano, si se trata de darle a los que vienen más razones para venir y volver; pero me encantaría ser invitado (oops!!) al lanzamiento de la temporada otoñal, la invernal y la primaveral. Cada una de las estaciones presenta en
nuestro país destinos y productos con ventaja competitiva y estupendas posibilidades, planta ociosa, y poblaciones ávidas de dar y recibir todo aquello que esta maravilla que denominamos Turismo permite. A riesgo de ser pesado, me permito reiterar que Uruguay puede y debe tener más y
mejor oferta, pero no sobre la base de la inspiración de algunos, la desesperación empresarial adaptativa de otros, las ganas de pertenecer a un sector lindo y prestigiante, o las necesidades especulativas (algunas tipo "Ala con bleech") de otros; sino a partir de un trabajo serio de
Investigación y Desarrollo, previa definición de la orientación estratégica general (Vg.: qué Turismo quiere el país para cada región en cada época del año).
Se queja Usted (y con justicia) de que se utilice un acto de estas características para hacer propaganda política. Esa política es la que sobra, y faltan la Política (la forma más elevada que tienen los seres humanos de relacionarse a nivel social, ya que lo hacen en torno a ideas
y no a intereses), y la turística. Los pueblos tienen una paciencia enorme, y seguramente el nuestro pueda esperar a que los nuevos ocupantes de viejos cargos, los nuevos ejecutantes de confianza de las mismas prácticas improvisadoras, se den cuenta de que a los turistas y
al país, poco le importan quién está ni quién va a estar en el poder, sino que todo esté en forma y lugar a la hora de llegar, y que se piense en ellos a la hora de hacer.
Me sorprende su sorpresa acerca de algo tan poco relevante como la denominación de una oficina ad hoc. ¿Para qué es la autonomía constitucionalmente consagrada entonces? ¿Para qué tenemos un palacio municipal cada 150 Km.? ¿Para qué 19 Intendentes, Directores Generales, esquemas burocráticos y de servicio, políticas promocionales (donde las hay), etc, etc?
Lo del eslogan merece tratamiento aparte, pero le cuento que me parece que la compulsión por inventar eslóganes imperativos se nos quedó de la época de la dictadura. Son de larga data los denodados esfuerzos de los Técnicos por eliminar esa anacrónica y contraproducente tendencia de
ordenarle a los consumidores, como hacia Coca Cola (y hace rato que no hace) en los años 50.
Pero hay que cambiar algo para que parezca que algo cambia, y logos eslóganes no tienen quien los defienda. Recuerdo cómo uno logo proveniente de un Concurso ganado por el Centro de Diseño Industrial y el eslogan que llevó años crear sobre la base de los denominadores comunes de imagen real y buscada (País de Encuentro) fueron rápida y sucesivamente sustituidos por parte de los recienllegantes, por cosas tan creativas, pensadas, y orientadas al público profesional del Sector (que es a quien en realidad se deberían dirigir) como "Encantado de conocerlo" y luego País Natural", que no sufren esa cuasi manía imperativa, pero tienen unos cuantos flancos débiles. Otro día la sigo con esto ¿si?
Hace unos años, en un muy poco frecuente ensayo de sinceridad, un consultor francés se atrevió a escribir en su Informe a la OMT que autoridades y empresarios del Sector pensaban que Uruguay era el ombligo del mundo, se manejaban con criterios que eran viejos en la década del 60' (¿Síndrome de Maracaná?), y mantenían al país preso de un mercado con los niveles de imprevisibilidad del argentino.
Nada ha cambiado desde entonces, y -me enseñaron en Química, en el Liceo- que si usted pone los mismos elementos en las mismas condiciones de temperatura y presión, da los mismos resultados. Si tiene a bien decirme qué cambió desde entonces, haré respetuoso silencio y le honraré
con mi pública humillación. Si el silencioso es Usted, no necesitaré decirle por qué sucede lo que sucede.
Ya casi termino, no me censure.
Seguramente casi todos los uruguayos sabemos quiénes son los únicos Canarios orgullosos de que así les digan, cosa que deja de ser cierta ni bien se cruza el Río o el arroyo Chuy; mucho menos en el resto del mundo, donde los Canarios son españoles a la fuerza y con una hora menos.
Atlántida es (para el mundo) el continente perdido, menos perdido seguramente que nuestra bella perla balnearia en el imaginario internacional. Ahora ojo: es bien posible que el Plan de Marketing de la IMC haya orientado sus baterías a segmentos no internacionales, y allí podría haber una explicación, vaya uno a saber. No le voy a preguntar si lo invitaron a la presentación pública del Plan porque va a pensar que lo estoy cargando.
Sinceramente, sus compartidas preocupaciones lingüísticas, me inquietan bastante menos que lo que vengo de señalar. Pero eso debe ser por la calor y la resaca. O de malo que soy nomás.
Ahora sí: cierro.
Hay una cosa que me alegra de leerlo y lo que me pasa al hacerlo, y es reconocer allí nuestra capacidad de ilusionarnos y pensar bien.
Estar impulsando el Portal, ir al lanzamiento, escribir su Editorial, enviar un mail a medianoche, recibir un acuse de recibo casi inmediato, y pensar que es porque la Sra. Prats estaba trabajando, es definitivamente una muestra de que no hemos perdido nuestros mejores
rasgos, una demostración palmaria de nuestra buena fe. Creemos (y no tenemos empacho en decir, como tampoco en criticar cuando hay que hacerlo) que hay personas que -con la dotación técnica y/o designados con los criterios que sea (en realidad, no se ha sido nada original al
respecto)- están trabajando mucho para que el Turismo sea alguna vez lo que tiene que ser.
Y lo será. No tenga dudas.
Feliz Navidad.