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Domingo, 13 Julio 2008 20:51

La paz social en la Argentina está en vilo

 por Joaquín Morales Solá
El peronismo es un remolino de sublevaciones al líder. Ningún otro jefe formal del justicialismo perdió tanto poder en tan poco tiempo. Un peronismo clásico, que aspiró siempre a ser homologado por otros partidos
del mundo, se está levantando en distritos cruciales del país. Kirchner terminó rodeado por Guillermo Moreno, Luis D Elía y Ricardo Jaime, hombres que son como petardos que estallan bajo las faldas de la clase media.

Una división dramática entre sectores sociales y una ofensiva de empujones y patadas sobre empresas extranjeras, está dejando al kirchnerismo demasiado cerca del chavismo venezolano. Acorralado por la dinámica de la crisis y por la mezquindad de las encuestas, apareció un Kirchner callejero, intimidatorio y rupturista. Lo fue antes, pero en una versión más suave, casi teatral, comparado con las duras constataciones de los días recientes. Su estrategia de empujar sin detenerse ya provocó una implosión del kirchnerismo en Santa Cruz, que expulsó de Río Gallegos al matrimonio presidencial para encerrarlo en la aislada exclusividad de El Calafate. ¿Cuánto hay de esa tendencia al aislamiento del liderazgo en la actual crisis argentina?

No se pueden llevar malas noticias . Un funcionario fue aleccionado de esa manera por otro kirchnerista disciplinado cuando aquél amenazó con llevar ráfagas de realismo a la residencia de Olivos. Ningún jefe político debería ignorar que en una semana cobraron enorme fuerza pública dirigentes peronistas como Carlos Reutemann, Felipe Solá o José Manuel de la Sota, todos críticos del kirchnerismo. De la Sota fue quien llegó más lejos con una definición que parece también un ultimátum: El peronismo no permitirá que nadie lo estrelle , asestó públicamente. A su lado estaba Eduardo Duhalde, el más impaciente entre los caudillos peronistas. Duhalde está convencido de que el peronismo debe contener al peronismo, para salvarlo a éste de una crisis terminal en manos de Néstor Kirchner.

El ex presidente ya ha hecho suficientes méritos como para que su esposa le ponga en las manos las dos valijas para que se vaya de Olivos, lo que, según el propio Kirchner, significaría que perdió definitivamente ante la Presidenta. El mismo día que el Gobierno, incluida Cristina Kirchner, se regodeaba con largas reuniones con el influyente subsecretario de Estado norteamericano, Tom Shannon, el ex presidente la desalojaba de la primera página de los diarios y de los principales noticieros de la televisión. Fue cuando Kirchner convocó a sus militantes a enfrentarse en la calle con los simpatizantes del ruralismo, el martes próximo, y cuando le ordenó a Ricardo Jaime la ofensiva final contra los dueños españoles de Aerolíneas Argentinas.

Shannon vino a la Argentina para dar por superada la crisis política por las voluminosas valijas de Antonini Wilson y para tender los puentes imprescindibles con miras a la próxima transición entre dos gobiernos en Washington. No habrá espacio ni tiempo para acuerdos más profundos. Alberto Fernández lo recibió con un largo almuerzo en el comedor presidencial y la Presidenta tomó el té con él durante más de una hora. En el momento en que ellos ordenaban esa dañada relación, otro sector del Gobierno hacía estallar la relación política con España, cuyos líderes han estado siempre muy cerca de los Kirchner.

Muy pocos gobiernos han carecido de una línea estratégica, buena o mala, como el kirchnerismo. Le da lo mismo llamar "basura" a gestiones del gobierno norteamericano que hablar luego cordialmente con uno de sus principales funcionarios. Le es igual pedirle un favor al rey Juan Carlos (que recibió a Cristina en calidad de candidata en su casa de verano y el monarca no hace nunca esas cosas) que echar del país como forajidos a empresarios muy cercanos al rey.

El caso Aerolíneas Argentinas es un ejemplo claro de lo que un gobierno no debe hacer cuando se quiere tener una buena relación con otro gobierno. Hubo un cambio constante en el discurso. El matrimonio presidencial le explicó a Rodríguez Zapatero en noviembre pasado, en Olivos, que los empresarios españoles eran muy buenos y que los sindicatos aeronáuticos eran muy malos. La Presidenta les ratificó su confianza a los empresarios en enero y acordó otra vez en Lima con el jefe del gobierno español, en marzo, encausar el problema de la aerolínea.

Nada de eso se cumplió porque el problema quedó en poder de Ricardo Jaime, que viene amenazando con echar a los españoles de Aerolíneas desde hace mucho tiempo, y conduce el conflicto con el sindicato de los pilotos sentado a su lado. En una reunión cerrada del oficialismo se llegó a levantar una bandera contra los nuevos colonizadores en alusión a los dueños de la compañía, los principales referentes empresariales de España. El canciller Jorge Taiana estaba en Madrid y su gobierno le había informado muy poco.

El canciller no sabía si darles la mano a los colonizadores o, más tarde, si hablar amablemente, como lo hizo, con Shannon, el otrora representante del imperio . Hizo las dos cosas, por las dudas. En el universo kirchnerista nunca sabe dónde está la próxima curva del discurso.

Sobre el fin de semana, Alberto Fernández comenzó una negociación con el ministro de Industria de España, Miguel Sebastián, para acordar una salida negociada y serena de los actuales dueños de la aerolínea. La vicepresidenta del gobierno español, Fernández de la Vega, sinceró la gravedad del problema: es una cuestión bilateral, dijo, y, por lo tanto, diplomática. El problema es que la cuestión siempre vuelve a Jaime, que carece de cualquier credibilidad. Llegó a imitar los métodos de la vieja Unión Soviética: les ordenó a los españoles que hicieran una autocrítica pública y que entregaran la empresa o terminarían en un Gulag. La diplomacia y Jaime nunca se han cruzado en sus vidas.

Guillermo Moreno casi les hace perder a los senadores kirchneristas la ajustada mayoría que dicen tener para aprobar el régimen de retenciones tal como salió de Diputados. Con otro show de Moreno, la batalla estará perdida , reconoció un legislador oficialista. Moreno no se privó de llevar al Senado un karateca de guardia de corps. Pero lo peor fue la arrogancia que usó para describir un país que no es éste.

José Pampuro, Miguel Picchetto y Nicolás Fernández son los senadores kirchneristas que están logrando una estrecha mayoría del oficialismo. No les es fácil: la figura díscola de Reutemann es atractiva para muchos peronistas. Kirchner tampoco los ayuda. Con la inmediata adhesión de D Elía, el ex presidente convocó a un sector social a enfrentar con otro sector social. Kirchner se rodea en los últimos tiempos sólo de personajes como D Elía, Carlos Kunkel o Jaime. La Capital será el martes el escenario de una fractura expuesta de la sociedad. La paz social está en vilo.

En conversaciones periodísticas, Shannon volvió a reclamar seguridad jurídica en la Argentina para las inversiones externas, justo en los días en que se resolvía de la peor manera la inversión española. Los españoles no saben contra cuál empresa hispana seguirá luego el kirchnerismo. ¿Podría haber nuevas inversiones norteamericanas?, se le preguntó a Shannon. Todo depende de la Argentina , respondió. La Argentina no ha salido aún del siglo XX, ensimismada en sus pobres trifulcas, en una especie de conmovedor soliloquio ante el infinito.

fuente: lanacion.com.ar