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Domingo, 13 Julio 2008 21:03

Ladrón que roba a un ladrón...

 Es conocido el modo en que la gran mayoría de las empresas españolas operan en nuestros países, lo hacen con una cultura de aumentar su poder económico a partir de concentrar, monopolizar y destruir todo
aquello que no es conveniente para sus intereses. Estos grupos españoles y cuentan para esto con la complicidad de sus gobiernos, sean estos de “derecha” de “izquierda” o de “centro”.

Podríamos enumerar infinidad de ejemplos para demostrar que no les interesa en absoluto otra cosa que ganar más, a costa de ir eliminando competidores, sin evaluar el estado en que van dejando a sus semejantes.

No es menos cierto que el Grupo Marsans se ha encontrado en Argentina con un grupo de personas que han decidido hace tiempo ya, que desean tener una compañía aérea y como este grupo de personas de nacionalidad argentinos, no están acostumbrados a pagar y a ganarse las cosas con esfuerzo y creatividad (ni hablar de competir), han elegido que esta compañía aérea sea Aerolíneas. Obviamente nos referimos a políticos, gremialistas y empresarios argentinos de escasa envergadura pero con un gran sentido de la oportunidad.

Paros gremiales y conflictos de los más variados han ido preparando el terreno para encontrar la forma mediáticamente “legal y correcta” de quedarse con Aerolíneas Argentinas para uso y usufructo propio, pero que pagaremos todos.

El problema es que la respuesta del otro lado ha sido jugar este juego a la espera de obtener un beneficio económico, es decir, cobrar del estado argentino un dinero que valga el silencio y a su vez que sea una cantidad suficiente como para dar un paso al costado y entregar el “botín”.

De administrar una línea aérea y hacerla eficiente y rentable ni el Grupo Marsans, ni el Gobierno Argentino ni los Gremios tienen el más mínimo interés y ha quedado demostrado de manera contundente.

No resulta interesante para este medio, analizar esto desde el punto de vista racional pues no lo tiene, ya que es una gran farsa montada por dos partes en la que ninguna de las dos resulta muy creíble y clara en sus conductas.

El sector turístico está ajeno a estos conflictos, solo necesita que la compañía se normalice y le digan a donde va volar, cual es la tarifa y que en lo posible sean lo más puntuales posibles.

En todo caso la reflexión que nos viene a la mente y que puede cooperar a la resignación de los actuales dueños sería recordarles un viejo refrán popular:

ladrón que roba a un ladrón...tiene 100 años de perdón.

Este es el artículo editorial de la newsletter EL PROFESIONAL
www.turismoymercado.com