La temporada de avistaje de ballenas fue inaugurada oficialmente ese día, y durará hasta fines de octubre. En los días pasados, estos animales han sido vistos casi a diario en la bahía de Maldonado. Además, los balnearios del Este ofrecen su particular encanto invernal, pero pocos se acercan a disfrutar de esa oferta turística alternativa.
Rodrigo García, responsable de la Organización Conservación de Cetáceos (OCC), dijo que la presencia de las ballenas en la costa uruguaya "tiene mucha significación, por la importancia que posee no solamente como especie para todo el ecosistema, sino también por los beneficios que genera para el desarrollo sostenible".
"El desarrollo del turismo de avistaje en Uruguay es muy incipiente todavía, estamos preparando el terreno para que esta actividad se haga en forma responsable y sostenible. Ahora estamos con las condiciones casi justas para empezar a promoverlo".
En el año 2002 sr firmó un decreto que regula la actividad de las embarcaciones que ofrezcan el servicio de avistamientos. El año pasado, empresarios, ONGs, las intendencias de Rocha y Maldonado, el ministerio de Turismo y la Dirección Nacional de Medio Ambiente firmaron un acuerdo marco para trabajar en la conformación del producto turístico "Ruta de la Ballena Franca" y fomentar prácticas de turismo sostenible.
García recordó que en todo el mundo, el avistaje organizado de especies, como las ballenas, es una actividad muy redituable desde el punto de vista turístico y económico. "Es realmente toda una industria, tanto a nivel de toda Latinoamérica como a nivel mundial", afirmó, aunque enfatizó especialmente que "es mejor cuando se realiza bajo condiciones de turismo responsable y sostenible, entendiendo que es un animal que hace 15 millones de años que está en estas aguas, y que somos nosotros, un poco, los invasores, con más de 12 millones de turistas que dejan 2.000 millones de dólares alrededor del mundo".
También aseguró que se trata de "una buena oportunidad laboral y económica para los pueblos", además de social y ambiental.
Desde hace al menos dos semanas se pueden ver a los impresionantes mamíferos surcando las playas de Punta del Este, en una amplia franja que concentra cada vez más adeptos, que llegan especialmente desde distintos puntos del país.
Pero, aunque la WDCS (Sociedad de Conservación de Ballenas y Delfines) estima que América Latina recibirá "más de 1 millón de personas deseosas de avistar cetáceos este año, de continuar el fuerte crecimiento actual de la industria", Uruguay todavía no atrae en gran número a los turistas que buscan específicamente realizar esa actividad.
Los avistajes se pueden realizar desde las playas o desde una serie de miradores elevados, construidos especialmente para el avistaje de los cetáceos.
Otras forma de observarlos es desde embarcaciones para lo que hay cinco empresas capacitadas y registradas para realizar salidas de las cuales tres "no cumplen requisitos de turismo responsable", dijo García.
"No integran la ruta de las ballenas hasta que no cumplan con condiciones ambientales mínimas, como mantenimiento de motor, gestión de residuos, seguridad y maniobra operativa", señaló. Las dos embarcaciones avaladas por la OCC son el catamarán Calypso, que sale desde Punta del Este, y la embarcación Poseidón, desde Cabo Polonio.
Las salidas desde Punta del Este son requeridas en general por extranjeros, ya que a los uruguayos los inhibe el costo (entre US$ 60 y US$ 70 por persona), y que no se pueda garantizar el avistaje. Por temporada, realizan el paseo un promedio de 150 personas, básicamente brasileños, americanos y europeos.
Las ballenas francas son de un color gris oscuro con manchas blancas en el vientre. Los machos miden, en promedio, 14 metros, y las hembras llegan a 16. Su peso se sitúa entre las 45 y las 60 toneladas. Se caracterizan por su docilidad, su lentitud y su costumbre de trasladarse en grupos y acercarse a las costas.
Esto las ha hecho blanco de los cazadores y las situó al borde de la extinción a finales del siglo XIX. En 1935 se la declaró especie protegida a nivel mundial, aunque no todos los países lo respetaron.
En 1999 finalizaron estudios científicos preliminares que determinaron que la especie viene a Uruguay a reproducirse, y realiza actividades de cortejo, apareamiento, gestación y lactancia. La especie es también uno de los emblemas de la conservación de fauna marina a nivel internacional, y es considerada una especie "paraguas" ya que su protección conlleva un mayor cuidado de su hábitat y de otras especies marinas que concitan menos atención.
La presencia de las ballenas en la costa de Maldonado es tan antigua, como lo señala Rodrigo García, que el escudo de este departamento lleva en su centro uno de estos enormes mamíferos.
Retorno a la Comisión Ballenera Internacional
Este año, Uruguay se reintegró a la Comisión Ballenera Internacional, luego de 22 años de ausencia en la reunión que se llevó a cabo en el mes de junio en Santiago de Chile.
En el encuentro Uruguay pasó a integrar el grupo de Buenos Aires, que promueve la creación del Santuario del Atlántico Sur, que implica la prohibición de la caza de ballenas y delfines en la zona. La delegación uruguaya fue integrada por Alberto Ponce de León, de la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos, que junto a Susana Rivero del Ministerio de Relaciones Exteriores junto a el propio Rodrigo García.