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Miércoles, 20 Diciembre 2006 17:23

ALGUNAS PREGUNTAS, algunas respuestas

Adevertencia: este material es bastante extenso, corresponde a un capítulo del libro no editado "Turismo, la industria desconocida". Fue escrito entre mayo y junio del 2005. Recomendamos a los lectores "Copiar y pegar"; sobretodo a los técnicos y a los políticos, leerlo fuera del horario de trabajo. Sin falsas modestias, entendemos que se ingresa en casi todas las áreas relevantes de la actividad. Compartir la idea o no, es otro tema, sugerimos  analizarlo y si se cuadra, discutirlo.

¿Qué es el turismo para el Uruguay?

Actualmente, una actividad de generación espontánea. Ha ido creciendo por inercia, como respuesta a algunas condicionantes naturales y coyunturales; muy poco, casi nada, por la aplicación de iniciativas o políticas que la promuevan, salvo algún decreto favoreciendo inversiones en infraestructura y poca cosa más. Aun así, con una desproporcionada y peligrosa dependencia del mercado argentino, se ha convertido en una de las principales actividades generadoras de divisas, trabajo y empleo. Es, a nuestro entender, un gigante dormido; es la actividad, que por sí sola, podría solucionar algunas de las principales carencias de las que adolece nuestra economía:

a) Generación de consumo interno.
b) Captación de inversiones y divisas.
c) Más y mejor empleo.


¿Ocupa esta actividad el lugar que le corresponde?

No, en absoluto. La mayoría de los uruguayos no tiene una idea clara de lo que es y, mucho menos, acerca de lo que podría llegar a ser. Lo que resulta más incomprensible es que la dirigencia política tampoco lo tenga claro, o por lo menos, no da señales de que así sea. Una muestra contundente de la irrelevancia que se le asigna al turismo la dan los siguientes datos:

a) Cada administración que se inicia -incluso la actual- duda entre mantener o eliminar del Poder Ejecutivo al Ministerio de Turismo.
b) Salvo una sola excepción (Mario Amestoy), todos los ministros designados hasta el presente, nada tenían que ver con la actividad.
c) Nunca se le ha asignado a la cartera un presupuesto digno.
d) No existen políticas de Estado.
e) Salvo escasas excepciones, los medios de comunicación no editorializan, no analizan, no critican la actividad con profundidad e investigación.
f) Se sobreentiende que el pueblo es buen anfitrión y muy hospitalario. Quizás, a partir de ese convencimiento, no se realizan campañas educativas y de concientización.
g) El servicio exterior no promueve como debería al país, como destino turístico.

Ya nos hemos referido a los casos de España y Cuba; ambos países, una vez que llegaron al diagnóstico y convencidos de que ese era el camino, a pesar de ostentar realidades sociales, económicas, culturales y fundamentalmente políticas, diferentes, obtienen el mismo resultado: convierten al turismo en una actividad imprescindible en su panorama económico. Como también ya va dicho, Uruguay está más cerca en infraestructura y coyuntura, la gran pregunta que debemos hacernos es: ¿a qué distancia estamos del diagnóstico?


¿El éxito o el fracaso dependen únicamente de la gestión del Ministerio de Turismo?

No; seguramente, el ministerio solo no puede con todo. En contrapartida, sí, es su deber, su obligación, su responsabilidad, convertirse en motor, más que promotor, de un cambio de mentalidad y una compacta apuesta al turismo a nivel de la población en general. Es el organismo que debe diseñar la idea macro que lleve a la instalación, nada menos, en la mentalidad de todos los uruguayos, de lo que denominamos como Conciencia nacional con respecto al turismo.

Es también, el organismo idóneo para lograr la interrelación con otros actores: los ministerios de Economía y Finanzas; Transporte y Obras Públicas; Educación y Cultura; Interior; Industria y Energía; Relaciones Exteriores; Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente; y otros organismos como: Oficina de Planeamiento y Presupuesto; Entes autónomos (especialmente Pluna y Afe); bancos estatales y, con toda la actividad privada. Es también, quien debe interesar, aportar ideas, información y propiciar sin pausas, la acción del Poder Legislativo en todo lo relacionado a la cartera.


¿Qué necesita el turismo para convertirse en el motor de un eventual milagro económico?

Voluntad política. Para posibilitarla, deben ser andados todos los caminos anteriormente desarrollados. Solamente cuando se tenga totalmente diseñada la idea macro y con ello se instale en la mente de la dirigencia política la Conciencia nacional con respecto al turismo se podrá comenzar a ejecutar la tarea. Es, sin duda, desde el Gobierno, desde donde debe partir el mensaje al colectivo. Como expresara alguna vez, con su personal verborragia, el hoy Ministro de Ganadería, José Mujica: “Es preciso enamorarse de la idea”. Solamente así, con enamoramiento y la convicción necesaria, se podrá llegar a dar los pasos imprescindibles para ejecutar a cabalidad, el eventual plan a diseñar.


¿Es el Uruguay un destino turístico atractivo por sí solo para el mercado internacional?

No; en absoluto. Es preciso situarse momentáneamente, imaginariamente, en la mente y la ubicación geográfica de los potenciales actores de los mercados emisores del hemisferio norte: tanto de los operadores como de los usuarios. Unos y otros -es sensato suponerlo- enfocan las posibilidades hacia destinos de diferente formas de atractivo. Es parte fundamental del diagnóstico necesario, definir que el Uruguay está inserto en una región, ella sí, por demás atractiva y con la suficiente seducción para cualquier eventual visitante.
Hay dos únicas formas de ubicarse ante esa realidad:

a) Esperar que la gestión de terceros (operadores del mercado emisor u operadores de los países vecinos) decidan asignarnos lo que ellos entienden que nos corresponde como cuota parte del flujo turístico. Esto sería más o menos, aceptar que todo siga como está.
b) Asumir el rol de protagonistas y por ende, convertirnos en forjadores de nuestro propio destino. Dar un paso fundamental hacia la eventual, pero a la vez, concreta posibilidad de convertirnos en una especie de “cerebro”, gestor, coordinador, ejecutor, de una acción colectiva a nivel regional (puede ser perfectamente Mercosur) y apuntar directamente a “Ser España” (¿Qué es “Ser España”?, lo desarrollamos más adelante en el capítulo correspondiente).


¿Cuál es la causa para que en Uruguay no exista el análisis y la crítica respecto al turismo en los principales medios de comunicación?

Se podría dividir en dos esta respuesta:

a) Porque no existe Conciencia nacional con respecto al turismo y por ende, tampoco el convencimiento de que esta actividad tenga el estatus que justifique su tratamiento.
b) Porque inversamente a lo supuesto o sobreentendido, no es por sí misma, lucrativa.

En ambos casos, cabe también la aseveración de que no abundan en nuestro medio, a priori, los eventuales analistas y críticos. La propia historia, las condicionantes de la actividad, las respuestas a) y b), podrían confirmar la presunción de que entre nosotros, no existirían recursos humanos para tales funciones.

Si bien me corresponden las generales de la ley, afirmo que ni tanto ni tan poco. Es cierto que no abundan, pero que los hay los hay. Son, sin excepción, técnicos en turismo con facilidad de expresión escrita y hablada; operadores profesionales de turismo que han ejercido o ejercen el periodismo. En el marco de un eventual país que apueste al turismo en serio, es imprescindible que los grandes medios de comunicación nacionales incorporen esta función. El análisis, la crítica, el debate, la información con conocimiento profesional de los temas, son el vehículo insustituible para avanzar y crear conciencia.


¿Cuál debería ser el perfil del producto Uruguay Destino Turístico?

En primera instancia, debería estar conformado por algunas características de las que posee actualmente:

a) Recursos naturales
b) Seguridad
c) Infraestructura
d) Turismo Rural
e) Caza y Pesca

Deberían incentivarse otras como:

f) Ferias, congresos y convenciones; turismo de negocios
g) Eventos artísticos , culturales y deportivos
h) Juegos de azar
i) Carnaval
j) Parques temáticos


¿Cuánto y cómo se debe invertir?

Debo hacer la salvedad que todo lo que sigue en este punto, debe tomarse como un deseo, un anhelo, más que análisis o sugerencia idónea. Lamentablemente, en mi formación, la economía no figura como punto fuerte. No obstante ello, quiero compartir con el lector, una idea que puede tomarse como una puerta abierta a la utopía , aunque también podría verse como una forma de apuntar a la excelencia, para llegar, en el peor de los casos, al mejor nivel.
La idea, la sugerencia, la utopía, lleva por título:

Cien millones

Creo que nadie, excepto quien esto escribe, en el Uruguay de hoy, podría atreverse seriamente, a sugerir la inversión de cien millones de dólares para desarrollar el turismo...

Quizás por esa razón, convencido de que nadie lo hará, muy lejos de pretender ser original, quiero por lo menos, poner la idea sobre la mesa. Ante la casi segura pregunta de ¿por qué esa cifra?, intentaré responder: es un número con antecedentes. Se gastaron bastante más que cien millones de dólares en la controvertida, polémica y a todas luces, prescindible construcción de la Torre de las Telecomunicaciones... Se gastaron bastante más que cien millones de dólares en el oscuro salvataje del ex Banco Comercial... Se van a gastar más de cien millones de dólares, anuales, en la ejecución del Plan de Emergencia...

Más allá de la certeza de lo impropio de los dos primeros ejemplos y lo acertado y quizás, absolutamente necesario del tercero, lo que quiero significar claramente es que esa cifra, no sólo es palpable, real, posible, sino que además, en ninguno de los casos citados, significó el caos ni el quiebre de caja. Pensemos... Existe la certeza de que el turismo es una actividad de gran efecto multiplicador. Sabemos que por sí sola, sin el apuntalamiento de políticas acordes, genera divisas, trabajo, empleo y asegura la más eficaz e inmediata distribución del ingreso en divisas per cápita, lo que hace que se ubique como una de las principales actividades económicas del país como ninguna otra. Supongamos... que llegamos al diagnóstico; que nos convencemos todos que debemos apostar al turismo. ¿Qué hacemos? ¿Trasladamos al Uruguay y lo ubicamos en el Mar Caribe para tener sol y playa todo el año y así situarnos más próximos, geográficamente, al gran turismo internacional? Como es imposible, no deberíamos siquiera perder tiempo en pensarlo, pero, esa idea loca nos da una pista: debemos acercar el producto Uruguay Destino Turístico a los verdaderos mercados de primera línea... ¿cómo hacemos?

Como primera medida, facilitar, optimizar, ampliar la posibilidad de que más y mejor turismo llegue a nuestras costas. Quizás como cerebros, como abanderados de una política regional de captación de mejor turismo, pero... como protagonistas. ¿Qué pasaría si de buenas a primeras, nosotros, los más chiquitos, les damos a nuestros vecinos de la región, la sorpresa de ser los generadores por primera vez, de turismo en serio y frecuente de los grandes mercados?
Seríamos la “España del Mercosur” (¿acaso no fuimos “la Suiza de América”?), deberíamos crear, diseñar, promover, coordinar, negociar, pero... también invertir. Haría falta más infraestructura; para ello no hay que poner un sólo dólar, sobran inversores. A nuestro entender, la gran apuesta, la nave insignia de la estrategia es crear las condiciones de una oferta de primera línea en transporte aéreo entre los grandes mercados y nuestra región con Montevideo como base de operaciones.

Tal vez no hagan falta los cien millones; quizás nos arreglemos con menos y podamos tomar participación activa, como Estado, en PLUNA. Dotar a nuestra empresa de bandera -considerada por el novel Ministro de Transporte como empresa estratégica- de una flota amplia y moderna, crear las condiciones para reclamar y establecer las líneas necesarias y, estructurar una política de charters acorde con la necesidad, se imponen como puntos de arranque.

No podemos acercar en forma tangible nuestro territorio a los grandes mercados, sí podemos acercar a los usuarios de los grandes mercados a nuestro destino turístico con la simple (?) decisión de transformar a nuestra prestigiosa (a pesar de todos los pesares) línea de bandera y convertirla en un elemento decisivo y vital de crecimiento del turismo hacia nuestro país y a la región toda, y de paso, en un muy buen negocio.

Parece que no tuviésemos claro la exacta ubicación geográfica de nuestro país con respecto a los grandes mercados. Hace unos cuantos años, la línea aérea belga SABENA, operaba vuelos charters semanales entre Europa y América del Sur; Montevideo, el aeropuerto de Carrasco, era la base. Desde nuestra capital, se desplazaban posteriormente, la mayoría de los pasajeros a sus destinos finales: Argentina, Brasil, Chile, entre otros.

El verano pasado, una de las aerolíneas norteamericanas con tráfico hacia nuestro país, mantuvo frecuencias diarias hacia Montevideo y anunció que el próximo verano va a reiterar esa operativa. A finales de los ochenta, estuvo casi todo pronto para la iniciación de los vuelos de PLUNA a Miami; llegó a alquilarse una oficina, a destinarse un ejecutivo; hasta vi con mis propios ojos una van con el logotipo de la empresa transitando por las calles de la glamorosa ciudad del sur de la Florida. Aparentemente, no se pudieron comenzar los vuelos pues las aeronaves de nuestra empresa no cumplían con requisitos técnicos imprescindibles.

Pregunto: ¿no habrá llegado la hora de replantear esa posibilidad? Solamente cuando algún equipo de fútbol uruguayo debe trasladarse, Copa Libertadores mediante, o la propia selección jugando Eliminatorias, a destinos como Caracas, Bogotá, Quito, etc., por los comentarios de la prensa especializada y por las declaraciones de los deportistas, tomamos exacta noción de lo extenso de los tiempos de vuelo y de lo excesivo de los costos de las tarifas aéreas. Vuelvo a preguntar: ¿no habrá llegado la hora de explorar alguna línea o líneas, que unan nuestro sur con el norte del continente vía Pacífico?

Viendo estos inconvenientes, parece muy sensato pensar que mientras no existan vuelos y tarifas accesibles que intercomuniquen el subcontinente, muy difícil será pensar en atraer turismo regional de manera más o menos fluida.

Los cien millones entonces, si se quiere, pueden resultar un “techo” , excesivo quizás, hasta imaginario... estamos hablando de inversión pura; no decimos “pongamos cinco o seis millones de dólares para salvar un banco”, estamos diciendo “compremos un jet”; no decimos, “pongamos un millón y pico de dólares para pagarle el despido al ex Gerente del Banco Comercial”, decimos “hagámonos cargo de la confección del material promocional, hagamos lanzamientos de temporada, seamos los ‘cerebros’, gestores y coordinadores del producto Mercosur Destino Turístico”; a ver si somos claros: ESTAMOS GRITANDO “¡INVIRTAMOS POR FAVOR!”

Conociendo la conservadora mentalidad del uruguayo medio, fielmente reflejada por la acción de sus representantes en el parlamento, no es difícil imaginar la reacción de algunos diputados o senadores de la actual oposición poniendo el grito en el cielo si se decide invertir en PLUNA... Adivino uno de los posibles argumentos: “...es un disparate gastar dinero en comprar aviones para PLUNA cuando hay tantos compatriotas a los que no se les puede cubrir sus necesidades básicas...”.

Por esa manera de pensar, nos ha ido como hasta el presente y estamos como estamos.
Ha sido tan lamentable la gestión de quienes condujeron nuestra economía (no solamente los ministros de turno) que se hace muy difícil poder llevar a cabo lo que proponemos. Inevitablemente, el comentario popular va a estar relacionado con el “gasto” y no con la inversión ; estas cosas suceden porque además de no tener cultura de buenos gobiernos, las infelices administraciones precedentes, no generaron algo que es imprescindible a la hora de evaluar una gestión: confianza en los gobernantes.

En algún momento va a haber que dar el primer paso. Si no queremos continuar de rodillas, subsistiendo en base a préstamos de los organismos internacionales y a la vez, hipotecando la poca soberanía que nos queda, algún gobierno va a tener que animarse a ejecutar un plan para generar riqueza real. Para poder distribuir lo que errónea y livianamente se denomina “riqueza” se debe disponer de la misma y no es lo que sucede en la actualidad. Al comienzo de esta propuesta -reconocemos que la misma puede ser utópica en demasía- hablamos de la cifra de cien millones de dólares... lo hicimos para argumentar, para comparar, para demostrar su tangibilidad. Tal vez, con la tercera o cuarta parte de esa cifra, que no tiene porqué salir en su totalidad de las arcas del Estado, se pueda reconvertir a PLUNA y de esa forma conseguir sentar las bases del nuevo proyecto de apuesta al turismo.

A todos quienes van a poner el grito en el cielo los invitamos a hacer memoria y situarse en los ejemplos citados también al comienzo: la Torre de las Telecomunicaciones y el Banco Comercial... y si ese ejemplo no les convence, les agregamos: el Banco Montevideo y los otros bancos; la Corporación Para el Desarrollo con Mi Granja incluida y si aún no alcanza, le sumamos los negocios de ANCAP en Argentina...

Entonces preguntamos... ante tantos cientos de millones de dólares dilapidados: ¿será tan descabellado invertir treinta o cuarenta millones en este proyecto? A lo sumo, si nos va mal, nos quedará el consuelo de que mientras, lo intentamos, creamos fuentes de trabajo e hicimos el esfuerzo por ir a más. Seguramente, no nos quedará el sabor amargo de tirar en saco roto, como en el pasado reciente, tanto dinero.

Sergio Antonio Herrera
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