En ocasiones me gusta tomar más de dos copas, pero conozco mis límites, lo cual me impide hacer papelones aunque seguramente, ante una espirometría, quedaría expuesto de inmediato.
Fumé cigarrillos(entre negros y rubios)por más de cuatro décadas, pero también me encantaba caminar por 18 de noche y mucho más, ir al fútbol los fines de semana.
Ya lo expresé anteriormente, no es culpa suya, está en la Constitución, pero me parece un exceso que la institución presidencial disponga derecho a veto sobre cualquier tema, como quedó demostrado recientemente con la Ley de Defensa del Derecho a la Salud Sexual y Reproductiva.
Entonces, a pesar de todo lo anteriormente expuesto, acepto hasta de buen gusto los controles callejeros de alcoholemia y la prohibición de fumar en espacios cerrados; soy de los que piensan que para educar a un pueblo habituado a la absoluta falta de controles al respecto, hay que tener mano dura y que quienes no fuman no tienen por que tragarse el humo de quienes si y que los accidentes de tránsito, en gran porcentaje responden al exceso de alcohol.
Y no me gustó nada que usted haya vetado la Ley del Aborto pero, respetuoso de la Democracia, también acepto su decisión, aún sin compartirla.
Pero a lo que no me puedo acostumbrar, perdón, a lo que me niego a acostumbrarme, es a no poder caminar tranquilo por la calle y a no poder ir al fútbol cuando quiera, porque me han desplazado de esos lugares, un poco míos, algunos cientos o miles, no sé cuantos son, de seudo seres humanos que cohabitan con nosotros esta tierra.
Tengo también muy claro que hay dos nítidos bandos de marginales en las calles y en las canchas: los pobres de recursos y los que lo son, de valores y principios (propios o heredados), a quienes los une un letal elemento, la droga.
También está claro que una buena parte de estos tristes seres no son el producto de vuestro gobierno ni por asomo, algunos son la herencia maldita de antiguos gobiernos, nacionales e internacionales que se siguen haciendo los desentendidos (sobretodo los de acá), como si no hubiesen sido ellos los gestores de esta especie, a partir de su angurria y otros, producto de la anarquía educacional y también de la desintegración de la familia, a partir de múltiples causas, difícles de resumir pero que todos conocemos.
Pero el problema, estimado Doctor Vázquez, todos sabemos que no es el chancho, sino quien le rasca el lomo.
¿Cuál es la causa que siendo quizás el flagelo más notorio usted y su gobierno no la hayan emprendido contra el narcotráfico con el mismo énfasis que contra las tabacaleras y las destilerías?.
¿Podría usted contestar cuál la verdadera razón que le inhibe a usted y a su gobierno de plantear una lucha frontal contra los mercaderes de la droga, especialmente pasta base?.
Coincido con quienes propician su reelección porque usted es el Presidente con el más alto índice de aprobación popular que se recuerde a esta altura del gobierno y a la vez coincido con usted al no aceptar ser reelecto; tiene derecho a retirarse con la gloria.
Pero a lo que no tiene derecho Doctor Vázquez, permítame la irreverencia, es a terminar su mandato, dejándonos con más altos guarismos de inseguridad y sin emprender la verdadera batalla contra esta locura que vivimos y que lleva por ejemplo, a un connotado Senador de su fuerza política, a aconsejar ¡que nos armemos!! para enfrentar esta nueva delincuencia que desconoce los códigos.
Lo más triste Señor Presidente, es que quizás deba creer lo que dicen muchos, que es verdad que ni el suyo, ni ningún gobierno, puede enfrentar al narcotráfico por la sencilla razón que está enquistado, involucrado, enraizado, inmiscuído, como le quiera llamar, en las más altas esferas del poder.
Hace mucho tiempo escribí un cuento de Esperanza Ficción,
La Isla, que está colgado en este sitio y en el mismo, sueño, describo con lujo de detalles, lo que habría que hacer para tener también, "territorio libre de delincuencia".
Tal vez, pueda usted disponer de algunos minutos más de su valioso tiempo y darle una mirada.
Tal vez pueda usted recordar que nos prometió a todos, cuando asumió su cargo, luchar contra la droga.
Tal vez pueda usted Doctor Vázquez, con su hombría de bien y su alto nivel intelectual, coincidir con nosotros que no debería, concluir su mandato con esta terrible asignatura pendiente.
Le saludo cordialmente, le agradezco sinceramente lo mucho que ya hizo y a la vez, me permito exigirle que cumpla con lo que prometió, pero que aún no hizo.
Sergio Antonio Herrera